René Descartes nace en 1596. De familia noble y acomodada, se educó en el colegio de los jesuitas de ‘La Flèche’. Dedicó su vida al estudio, a la ciencia y a la filosofía. Sus obras más señaladas son el Discurso del método (1637) y Meditaciones metafísicas (1640). Con él empieza verdaderamente el profundo giro que toma la filosofía moderna, inaugurando la corriente llamada Racionalismo. Su filosofía contiene ya todos los rasgos generales del Racionalismo, que sonlos siguientes: 1.La razón es la única fuente de conocimiento verdadero. 2.La razón se opone a los sentidos, a la imaginación y a las pasiones 3.La razón es capaz por sí sola de sacar de sí misma las primeras verdades (innatas) a partir de las cuales, y por deducción, es posible obtener todas las demás verdades, con las que construir el sistema o edificio del mundo. 4.La razón es sistemática y se corresponde con la realidad El texto recoge el momento en que la reflexión cartesiana, tras la duda, llega al descubrimiento de una primera verdad: ‘pienso, luego existo’, tan firme y segura, que no duda en poner como el primer principio de su filosofía. 1.A causa de los engaños que a veces originan los sentidos, supuse que ninguna cosa es como nos la muestran. 2.A causa de de los errores de los hombres al razonar, supuse que podía considerar falsas todas las razones que antes tomaba por demostradas. 3.A causa de que los pensamientos que tenemos despiertos pueden darse también en el sueño, supuse que todas las percepciones que había entrado en mi mente no eran más verdaderas que las ilusiones de mis sueños. 4.Estando en estas dudas sobre la verdad de mis conocimientos, caí en la cuenta de que era necesario que yo que pensaba así, fuese algo. 5.Notando que esta verdad ‘pienso, luego existo’ es tan firme que supera toda duda, juzgué que podía tomarla como el principio de la filosofía que buscaba.
suponer —lo que en Descartes equivale a un modo del pensamiento. Así pues, si cada acto del pensamiento que tiene lugar en mi entendimiento con claridad me lleva necesariamente a suponer, a pensar, entonces resulta algo indubitable y revestido de la misma claridad y distinción:
Someterá al juicio de la razón todas sus ideas y creencias, y desechará toda verdad que ofrezca la más mínima sombra de duda.
Es ésta una duda puramente metodológica.
sólo dudando inicialmente de todos sus conocimientos, podrá después alcanzar la certeza absoluta.
La primera instancia sobre la que lleva su duda es los conocimientos que se originan en nuestros sentidos. El segundo motivo de duda lo pone Descartes en la existencia misma de las cosas que percibimos por los sentidos.
Ahora Descartes aporta una razón más radical para dudar:
Una tercera instancia sobre la que Descartes lleva su duda es ciertas verdades de nuestra razón, como las matemáticas.
Descartes supone la existencia de un genio maligno. Que dudo, que pienso.
He aquí una primera verdad indubitable:
Y al advertir que esta verdad —pienso, luego soy— era tan firme y seguraEs el principio firme del que surgen todas las cosas, la condición de su posibilidad. Pensar y ser coinciden. La evidencia:
‘pienso, luego existo’, lo único que me asegura que digo la verdad es que veo muy claramente que para pensar es necesario ser. Un conocimiento con tal claridad y distinción que se decide a aceptarlo como criterio de certeza y, en adelante, a aceptar todo lo que perciba con la misma evidencia.
Este criterio de verdad elimina anteriores modelos tales como la autoridad, la tradición, la experiencia misma, situando a la razón como instancia y garantía última de verdad.
Relación entre las ideas
Las tres primeras ideas del texto representan otros tantos actos del pensamiento, en la terminología cartesiana. Cada uno de ellos es condición suficiente y necesaria para realizar otro acto que se sigue necesariamente:suponer —lo que en Descartes equivale a un modo del pensamiento. Así pues, si cada acto del pensamiento que tiene lugar en mi entendimiento con claridad me lleva necesariamente a suponer, a pensar, entonces resulta algo indubitable y revestido de la misma claridad y distinción:
Que pienso y, al pensar, existo como pensamiento
Esta cuarta y que, al considerarla atentamente, está convencido de poder afirmar en la quinta idea que puede erigirla en punto de partida incontrovertible de toda su filosofía.Explicación de las ideas
El texto recoge el momento en que la reflexión cartesiana alumbra la primera verdad absolutamente cierta la unificación de las ciencias en una ciencia universal. Encontrará esta verdad en la propia razón, pero ello requiere una tarea previa.Someterá al juicio de la razón todas sus ideas y creencias, y desechará toda verdad que ofrezca la más mínima sombra de duda.
Es ésta una duda puramente metodológica.
sólo dudando inicialmente de todos sus conocimientos, podrá después alcanzar la certeza absoluta.
La primera instancia sobre la que lleva su duda es los conocimientos que se originan en nuestros sentidos. El segundo motivo de duda lo pone Descartes en la existencia misma de las cosas que percibimos por los sentidos.
Ahora Descartes aporta una razón más radical para dudar:
No siempre podemos distinguir nuestros estados de vigilia de nuestros estados de ensoñación
Una tercera instancia sobre la que Descartes lleva su duda es ciertas verdades de nuestra razón, como las matemáticas.
Descartes supone la existencia de un genio maligno. Que dudo, que pienso.
He aquí una primera verdad indubitable:
«
Advertí enseguida que aun queriendo pensar que todo es falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa.Y al advertir que esta verdad —pienso, luego soy— era tan firme y seguraEs el principio firme del que surgen todas las cosas, la condición de su posibilidad. Pensar y ser coinciden. La evidencia:
‘pienso, luego existo’, lo único que me asegura que digo la verdad es que veo muy claramente que para pensar es necesario ser. Un conocimiento con tal claridad y distinción que se decide a aceptarlo como criterio de certeza y, en adelante, a aceptar todo lo que perciba con la misma evidencia.
Este criterio de verdad elimina anteriores modelos tales como la autoridad, la tradición, la experiencia misma, situando a la razón como instancia y garantía última de verdad.