Kant economía

RELACIÓN: Sócrates y Platón buscaron valores universales que pudieran guiar la conducta del hombre. Santo Tomás encontró en la ley natural el reflejo de la ley eterna, suponiendo con ello imperativos racionales que serían los que debían regir la conducta de los hombres.

En la Ilustración, las teorías sobre la acción humana y sus consecuencias morales y políticas son muy variadas. Hobbes había concebido una ética que dependía de la voluntad de Dios o del soberano. Locke pone en duda esos planteamientos y defendía el carácter social del ser humano. La lectura de Rousseau y su defensa de la dignidad de los seres humanos será decisiva para Kant. Para Kant, la ética no puede depender del establecimiento de un bien supremo de carácter divino, ni de ninguna inclinación natural del ser humano, ni su punto de partida puede ser el sentimiento, como propónía el emotivismo moral de Hume.

El sentido universal de la moralidad humana radica en la razón. La razón propone a la voluntad cumplir la ley universal:

imperativo categórico

El imperativo categórico no establece leyes concretas de conducta, sino la forma de cualquiera de las normas concretas de nuestra conducta. “Obra según una máxima tal que puedas querer que se tome ley universal”. “Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin y nunca como un medio”. El hombre es el centro y la clave de la racionalidad práctica.

El sujeto moral kantiano es autónomo, se otorga a sí mismo la ley moral. Kant piensa que hay un “modo de pensar extensivo” donde se desvela la necesidad de eliminar las limitaciones. Por ello en una república regida por la justicia se puede dar que la moralidad sea el fundamento para el funcionamiento del buen Estado y que el buen Estado sea la base para la actividad moral.

Kant entiende la historia como la realización de un proceso continuo de la humanidad. Las condiciones en las que han de vivir los seres humanos siempre van unidas a la moderación de las ambiciones y de la independencia.

La ética Kantiana ha sido revisada y criticada por el pensamiento posterior. Se trata de una moral muy difícil de alcanzar. La neurología actual asocia la incapacidad del procesamiento de las emociones con la incapacidad para tomar decisiones morales. En este sentido, Nietzche, que enraizaba el conocimiento y los valores morales en la vida, dirá, con respecto a Kant, que las abstracciones de la ley universal solo son ficciones de una razón enferma. Por otra parte, Marx critica la imposibilidad de vivir en libertad en el seno de una sociedad capitalista.

No obstante, la vigencia del pensamiento de Kant no consiste en construir un catecismo con soluciones para los problemas morales. El “Sapere aude” la dignidad del ombre como valor absoluto o el sentido de la historia.

Deber:


Kant distingue tres tipos de acciones: las que son contrarias al deber, las que solo son conforme al deber y las que se realizan por deber. No tiene sentido la acción que solo coincide con el deber, pero funciona por algún interés o por alguna inclinación. Solo son morales las acciones que atienden al deber. El valor moral no depende del fin, ni de los resultados o los beneficios. Lo que determina la moralidad y la racionalidad es la necesidad de una acción por respeto a la ley.

Ética material:


se entiende por ética material la que tiene contenidos, es decir, la que se fija un bien supremo y a partir de este principio determina las normas para decidir la bondad o la maldad de las acciones. Las carácterísticas que, según Kant, presentan todas las éticas materiales son los siguientes: en primer, son empíricas porque los principios y las normas proceden de la experiencia; en segundo lugar, los preceptos son siempre condicionados a la posibilidad de conseguir el fin que va implícito; y en tercer lugar, las éticas materiales son heterónomas, es decir, el sujeto no se da a sí mismo las normas.

Ética formal:


la ética kantiana pretende que no existan contenidos. Solo se trata de encontrar la forma en la que se debe actuar. No hay ningún bien, ningún principio ni norma para decidir qué es bueno, qué se debe hacer y qué se debe evitar. La dificultad consiste en encontrar una ética que se rija por principios a priori, que sus imperativos no sean hipotéticos, sino categóricos, y que se base en la autonomía del sujeto; es decir, que sea el propio sujeto el que se dé las normas desde la razón.

Imperativo categórico:


la razón prescribe a la voluntad lo que debe hacer a través de imperativos. Los imperativos son las normas o los preceptos que impone la moral. Los imperativos categóricos son los que mandan una acción como algo bueno en si mismo, sin ningún tipo de condición. El imperativo categórico lo que ordena es actuar conforme a la máxima que haya de dirigir nuestra conducta. La razón determina la conducta de una manera a priori. Es una forma de determinar un valor absoluto como un fin en sí mismo.

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