TEORÍA DEL SER: ONTOLOGÍA
Lo que estudia la metafísica es el ser en general (ens commune), no este o aquel ente en particular.
Santo Tomás considera que puede demostrarse racionalmente la existencia de Dios sin necesidad de recurrir a la Revelación. Esto no significa que la filosofía pueda reemplazar a la teología como modo de conocimiento de Dios ya que el modo de acceso a Dios que permite la filosofía es limitado. Santo Tomás hace una distinción entre la Filosofía Primera, que estudia el ser y su principio (Dios) como causa de aquel, y por otro lado la ciencia divina (scientia divina), que estudia a Dios desde la Revelación y que presupone la fe.
«Ser» es una noción primitiva que está implicada en la comprensión de cualquier ser e incluye elementos quiditativos, aquellos que se refieren a su esencia. Santo Tomás trata de describir la diferencia entre el mundo creado y el creador, estableciendo una superioridad del creador (Dios) sobre la creación (Mundo) y sostiene que el conjunto de la creación participa del ser de Dios. En este sentido, la parte es dependiente del todo, de aquello de lo que es parte. Santo Tomás distingue entre participación lógica, la que se da entre la especie y el género, y la participación ontológica, la que se da entre el efecto y la causa. De esta última se sirve Santo Tomás para comprender la relación entre el creador y la creación: la creación (efecto) participa del creador (causa) desde el acto mismo en que comenzó a existir.
Santo Tomás distingue entre ser (quidditas), la esencia, el conjunto de carácterísticas que posee una entidad, y existencia (esse) el acto de ser. En los seres creados su esencia y existencia son diferentes, aunque esta distinción no afecta a Dios porque es el único ser cuya esencia implica su existencia.
En Dios esencia y existencia se confunden de modo que negar la existencia de Dios es en cierto modo contradecirse. La esencia de un ser finito no lleva a su existencia por sí misma, la existencia se adquiere sólo por medio de la intervención (creación) del único ente subsistente. Un ser de este tipo ha de ser primero y único. San Anselmo de Canterbury propuso un argumento para demostrar la existencia de Dios que Kant denominó más tarde argumento ontológico. San Anselmo define Dios como «el ser mayor que el cual ningún otro puede pensarse».
Santo Tomás presenta una serie de pruebas de la existencia de Dios conocidas como «las cinco vías». La estrategia argumentativa de las vías tomistas sigue un patrón general:
Se comienza constatando un hecho observable. El siguiente paso consiste en afirmar que ese hecho no se explica por sí mismo de modo que se requiere otra entidad que la explique. Se genera así una cadena de entidades tales que una explica a la otra que es explicada por otra y así ad infinitum. Dilatar infinitamente algo le resta eficacia explicativa, por tanto, esa cadena tiene que concluir en un punto que constituye el comienzo radical de esa serie. Ese comienzo se identifica con Dios.
La primera vía es la más clara y evidente de todas, y junto con la segunda vía, están tomadas directamente de Aristóteles. En el mundo hay cosas que se mueven, y «mover» no es otra cosa que pasar algo de la potencia al acto. Lo que mueve a algo es a su vez movido por otro. Por tanto es necesario que exista un primer motor inmóvil: algo que mueve sin ser movido. Es lo que llamamos Dios. La segunda vía sigue el patrón de la primera pero en vez de partir de la noción de movimiento, comienza con la noción aristotélica de causa eficiente para concluir en una causa primera que se identifica con Dios.
La tercera vía emplea la noción de la contingencia de los seres que nos rodean para concluir en la existencia de un ser, Dios, cuya existencia ha de ser necesaria. La cuarta vía establece la existencia de un ser sumamente perfecto. La quinta vía se basa en el orden existente en el mundo y en la conducta inteligente de ciertas criaturas para demostrar que debe existir un ser inteligente, Dios, que dirige a las criaturas.
TEORÍA DEL SABER: EPISTEMOLOGÍA
El problema del conocimiento en Santo Tomás es inseparable del problema de articular el conocimiento revelado (fe) y el conocimiento natural (razón). La fe es un acto de asentimiento. El término «razón» hace referencia a todo conocimiento accesible por medios naturales. Para Santo Tomás el punto de partida del conocimiento es la sensación, la afectación de los órganos sensoriales. La epistemología es mostrar cómo se obtienen ideas universales a partir de un material que, como la sensación, es siempre particular.
El proceso por el que se obtienen ideas universales a partir de sensaciones particulares lo lleva a cabo el entendimiento activo, el intelecto (intellectus) que se contrapone al entendimiento paciente, la faceta del intelecto orientada a la receptividad. La tarea del entendimiento consiste en abstraer la esencia inteligible. Para Santo Tomás la iluminación es un proceso natural que lleva a cabo la inteligencia por si sola y junto a la abstracción permiten al intelecto captar la imagen de este hombre concreto como si representase a todo ser humano.
El objeto de conocimiento no son las ideas, sino las cosas que representan estas ideas. Santo Tomás es un realista epistemológico: los conceptos universales son los instrumentos de los que se sirve la inteligencia para conocer la realidad,
son «aquello por medio de lo cual se comprende«, pero no son «aquello que se comprende«. Santo Tomás rechaza la tesis platónica de la anámnesis (reminiscencia) y las ideas innatas. Describe este punto de vista con su principio «nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu» («nada hay en el intelecto que no estuviera antes en los sentidos»)
La teoría tomista del conocimiento basa la formación de conceptos en la abstracción, es difícilmente compatible con la posibilidad de alcanzar conocimiento natural de una sustancia inmaterial y, consecuentemente, de conocer a Dios. Este es accesible a un entendimiento coo el humano sólo desde una exploración de las cosas materiales y sólo en la medida en que es el fundamento de su existencia, es decir, todo conocimiento natural de Dios pasa por los objetos materiales. Podemos llegar a saber que Dios existe, pero no cómo es Dios. A lo que tiende finalmente el conocimiento humano es a la verdad, el ser o el bien.
El principio de no contradicción es el originario y más fundamental pero no el único de los primeros principios: el principio de identidad, según el cual todo es idéntico a sí mismo, o el principio de tercio excluso, que afirma que una entidad o bien posee una propiedad o bien no la posee.
TEORÍA DEL HOMBRE: ANTROPOLOGÍA
La teoría tomista del alma no es del todo coherente debido a la consideración del alma como principio vinculado a la vida y por otro lado la creencia cristiana en la inmortalidad del alma. En la concepción del hombre se produce un conflicto entre el aristotelismo y el cristianismo y resulta casi imposible la reconciliación.
Se intenta abordar desde perspectivas diferentes la cuestión del hombre.
Por un lado, tenemos un enfoque biológico, según el cual las categorías fundamentales para entender el hombre serían la materia y forma. Por otro lado, tenemos el enfoque de la metafísica, de la mano de las nociones de esencia y existencia. Santo Tomás considera que la esencia de una entidad compuesta de cuerpo y alma como es el hombre es la racionalidad. Trata de demostrar que si el alma es el principio de vida, entonces el alma no puede ser corpórea, en tal caso todos los cuerpos estarían animados y destaca la unidad del alma, al contrario que Aristóteles (alma vegetativa, animal y racional). Además queda abierta la posibilidad de inmortalidad del alma.
El alma está en condiciones de subsistir por sí misma porque constituye la forma substancial del cuerpo. El alma humana es lo que confiere al cuerpo la condición de ser humano.
TEORÍA DEL HACER: ÉTICA
La ética tiene como objeto de estudio las acciones humanas (actus humani
) que Santo Tomás distingue de las acciones que lleva a cabo el hombre (actus hominis). Las acciones humanas son las que realizan los humanos qua humanos, en tanto que seres específicamente humanos. Santo Tomás caracteriza los actus humani como «aquellas operaciones humanas orientadas a un fin«. Las acciones humanas tienen su origen en la razón y la voluntad, facultades exclusivas de los humanos: «Los humanos difieren de las creaturas irracionales en que tienen dominio sobre sus acciones gracias a la razón y la voluntad, que es libre.»
La felicidad (beatitudo) consistirá en el logro de aquello que verdaderamente realiza la razón. El problema que se plantea, es si es posible determinar si hay una función que pueda denominarse la «función humana»:
Santo Tomás identifica esa facultad privilegiada en la actividad racional, pero no solo la que se lleva a cabo por la razón, sino también la subordinación de cualquier actividad a los dictados de la razón.
La teoría moral tomista se centra en torno a la noción de ley natural como principio moral en el que convergen tanto lo que la naturaleza dicta al hombre como lo que Dios ha encomendado. La noción de «bien» es absolutamente básica e indemostrable, como lo es en el orden teórico la noción de «ser». Santo Tomás dice que «el bien es lo que ha de buscarse y el mal ha de evitarse». Nadie dotado de razón puede excusarse por no conocer la ley natural, porque tiene validez universal y está presente en todos los seres humanos. La ley natural es la expresión de la naturaleza racional del hombre, y coincide con lo que Santo Tomás denomina Ley Divina, los diez mandamientos. Esta coincidencia no es causal, pues tanto la razón como la revelación tienen un origen común, Dios. Es propio de la ley natural que el hombre, en la medida que es un ente, tenga un impulso a preservarse.
Los seres humanos tienen dominio sobre sus actos gracias a la razón y a la voluntad (voluntad libre, liberum albitrium). La ley positiva es la ley que concreta la ley natural para adaptarla a las carácterísticas de una sociedad o época determinada. Por lo tanto no puede haber contradicción entre lo que ordena la ley natural y lo que ordenan las leyes efectivas promulgadas por un Estado cualquiera, ya que en cierto modo la ley positiva proviene de la ley natural. En caso de que hubiera un conflicto entre las dos nuestra obligación sería seguir los dictados de la ley natural e incumplir los de la ley positiva. Por encima de la ley natural está la ley mosaica y por encima de esta la ley de Dios.
TEORÍA DEL VIVIR: POLÍTICA
En su obra Sobre el Régimen de los Príncipes, Santo Tomás retoma el concepto aristotélico y entiende que el hombre es por naturaleza un animal político y social. La comunidad política es la uníón de hombres libres bajo el objetivo de un bien común. Santo Tomás defiende el derecho de la Iglesia a deponer por razones religiosas a aquellos gobiernos que no sigan los principios cristianos y la supremacía del Papa sobre el poder terrenal. Santo Tomás rechaza la idea de que el Estado tenga su origen en el pecado original, como si la vida social fuese consecuencia de algún defecto originario del hombre. Una condición indispensable para alcanzar el bien común es la paz. Si el fin del Estado es el bien común, el fin de la Iglesia es la salvación. Las leyes de la sociedad deben propiciar y fomentar la vida virtuosa. El Estado se subordina a la Iglesia del mismo modo que la razón a la fe.
La función del legislador es aplicar y concretar la ley natural. Para Santo Tomás la soberanía del gobernante no es incondicional, sino que ha de ser obedecido siempre que no legisle contra la ley natural y contra el bien común