Sabiduría e iluminación San Agustín





Síntesis Teórica: “Sabiduría e iluminación”



Los Dos polos fundamentales entre los que se mueve el pensamiento Agustiniano son el alma y Dios. De Dios no podemos obtener un Concepto positivo, pues está por encima de todo cuanto podamos Pensar de Él, es un Ser por sí y pura actividad cognoscitiva y Amorosa. El alma, de naturaleza espiritual, fue creada por Dios e Infundida en el cuerpo, donde vive como en prisión anhelando siempre Su bien: la uníón con Dios.


Para san
Agustín sólo existe una verdad, Dios, y no importa el medio mediante el cual se llegue a ella, por la razón o la fe, el conocimiento o el amor, lo importante es alcanzarla. Razón y fe son Cosas distintas, pero en el cristiano funcionan unidas, san Agustín Resume las relaciones entre ambas en la afirmación: “comprendo Para creer, creo para comprender”, si no fuéramos racionales, no Podríamos creer, la razón guía a la fe; pero la intelección que Surge de ésta es mucho mayor, la fe ilumina el alma y dirige el Conocimiento, permitiendo a la razón una comprensión plena de la Realidad en relación con su principio creador. De esta forma, razón Y fe se refuerzan y juntas descubren la Verdad, Dios, y el alma se Une plenamente a Él a través del amor, alcanzando así la plena Felicidad.


Para Alcanzar la Verdad se requiere un esfuerzo intelectual, de la razón, A través del conocimiento. El conocimiento tiene en san Agustín, Como en Platón, un carácter religioso – purificador, la Superioridad del mundo inteligible, objeto del verdadero Conocimiento, sólo se alcanza mediante la búsqueda de la Verdad, y Dado que ésta únicamente se encuentra en Dios, el alma se orientará Necesariamente hacia Él, líberándose de los sentidos y de las Necesidades materiales, para lograr la uníón del alma con Dios y Alcanzar la felicidad. San Agustín distingue tres grados de Conocimiento:


En Primer lugar encontramos el conocimiento sensible, que tiene su Origen en la actividad de los sentidos y su objeto es el mundo Material: “Las demás cosas corporales se han llamado sensibles, no Precisamente porque sienten, sino porque son sentidas”,… “las Presentan a nuestros sentidos para ser percibidas, de suerte que Parece como si quisieran hacerse conocer para compensar el Conocimiento que ellos no tienen”. Este conocimiento es Indispensable para la vida práctica, sin embargo, no constituye Verdadero conocimiento, sino opinión; no obstante, en san Agustín No se da el mismo desprecio del conocimiento sensible que en Platón, Pues, por un lado, los objetos del mundo sensible pueden constituir Un punto de partida de la mente hacia Dios (mediante la sensación Conocemos los objetos materiales que han sido creados por Él), Aunque el alma (autoconsciencia) sea un punto de partida más Adecuado al ser semejante a Dios; por otro lado, la sensación es un Acto del alma, que utiliza los órganos sensoriales como instrumentos Para conocer la realidad sensible.


En Segundo lugar, el conocimiento racional, innato, que extrae la razón De sí misma. Con él captamos verdades universales y necesarias, Pero relativas a lo temporal; toma como punto de partida el Conocimiento sensible y le permite a la razón juzgar la realidad a Partir de arquetipos o modelos universales de las cosas, constituye El conocimiento de ciencia: “Nosotros llegamos a conocer esto con El sentido del cuerpo, pero no podemos juzgar de ello con este Sentido”.


Por último, el conocimiento de contemplación o sabiduría, conocimiento Filosófico que versa sobre las verdades necesarias, eternas e Inmutables, no relativas a lo espacial ni temporal, sino de orden ético y religioso; con él podemos conocer la existencia e Inmortalidad del alma o la existencia de Dios: “Tenemos otro Sentido del hombre interior mucho más excelente que ése, por el que Percibimos lo justo y lo injusto: lo justo, por su hermosura Inteligible; lo injusto, por la privación de esa hermosura”. Consiste en la actividad del entendimiento mediante la cual Percibimos las ideas inmutables que constituyen el conocimiento Plenamente objetivo, que nos permite la contemplación de las ideas Divinas y de Dios mismo.


Para San Agustín, la perfección de estos conocimientos está tan alejada De la imperfección del hombre, que para explicarlos tiene que Recurrir a la actividad de Dios sobre la razón, que permite al alma Alcanzar esos conocimientos mediante la iluminación. Al igual que en Platón, en san Agustín se da un desprecio de la realidad sensible Frente a las realidades eternas, así como la progresiva purificación Y liberación del alma de los sentidos y de las necesidades Materiales para alcanzar la Verdad y el Bien que, en este caso, se Identifican con Dios, en cuya uníón se encuentra la felicidad para El hombre.


Según San Agustín, el alma no puede conocer las verdades eternas a menos Que éstas estén iluminadas como por un sol. La función que esta Iluminación realiza sobre los objetos de la mente es la misma que la Que realiza el sol sobre los objetos sensibles. La mente no ve la Iluminación misma, sino que las verdades eternas y necesarias son Hechas visibles a la mente mediante la iluminación de Dios, la mente Humana es mutable y temporal, por lo que la Verdad está por encima De ella es mucho más excelente, por lo que sólo se puede alcanzar Mediante la gracia divina, que se presenta aquí en forma de Iluminación. Se han dado numerosas interpretaciones sobre la Iluminación, pues los textos agustinianos son poco precisos, dándose Una comparación similar con el sol a la que se daba en Platón para Explicarla. Sto. Tomás identifica esta iluminación con el Entendimiento agente, con la capacidad natural de la razón para Captar las verdades eternas, y esta capacidad participa de la luz Divina pero de igual modo que cualquier otro ser creado participa de La causa que lo creó. Sin embargo, la interpretación más aceptable Parece ser la que establece que la iluminación consiste en que Dios Concede a la razón un poder, una “virtus” especial que faculta a La razón para que ella misma alcance las verdades eternas.




Como Podemos apreciar, en el pensamiento de San Agustín se da una clara Convicción de que el fin último de la conducta humana, la Felicidad, sólo se alcanza en la uníón espiritual del alma con Dios, que se logra mediante un esfuerzo intelectual, de la razón, a Través del conocimiento, pero que exige también un esfuerzo moral, De la voluntad, a través del amor, de la fe. La ética de San Agustín es una ética del amor, pues es la voluntad la que puede Elegir entre el bien y el mal, la que guía al alma hacia Dios, Tomando posesión y gozando de Él, alcanzando así la beatitud.




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