HOMINIZACIÓN: Proceso de cambios morfológicos, fisiológicos, psicológicos y sociales que, promovidos por la evolución en el mundo de los animales, han permitido la aparición de la especie humana.
El análisis de esos cambios sirve para establecer la evolución común de las diversas especies y comprobar la estrecha relación que la especie humana guarda con aquellas con las que comparte un antecesor común. Este análisis sirve para observar las carácterísticas específicas que diferecian la especie humana de las demás. El camino evolutivo de la especie humana que conduce hasta los seres humanos diverge de los simios en épocas muy remotas. Se considera que el proceso de hominización se inició con la aparición de dos importantes innovaciones evolutivas: La bipedestación: Se convirtió en el factor diferenciador de los homínidos respecto a las demás especies. La encefalización o aumento de la capacidad craneana: Fue el factor determinante de la aparición del género Homo. HOMÍNIDOS: Según Meave Leakey, son los animales del árbol genealógico humano, nosotros y todos nuestros antepasados desde que nos separamos de los simios. Se caracterizan por la bipedestación, que es una adaptación evolutiva a la necesidad de caminar erguido que surgíó entre los primates y acabó consolidándose como la carácterística específica que dio origen a los homínidos. El continente africano parece ser la cuna de la humanidad. EL GÉNERO HOMO: El tamaño del cerebro es el factor que distingue al género Homo entre los homínidos. Es el factor que ha permitido apreciar las diversas especies del género Homo que han ido apareciendo en el proceso de la hominización. Un homínido pertenece al género Homo cuando su capacidad craneana es superior a los 600 cm3. HOMO HABILIS: Se justifica porque su capacidad craneal, por encima de los 600 cm3, era superior al promedio de los Australopithecus (450 cm3). El nombre específico de «habilis» se debe a que presenta la anomalía evolutiva de tener el dedo pulgar oponible en las manos. Esto explica su capacidad de manipulación de objetos. Es el primer fabricante de herramientas conocido. HOMO ERGASTER y HOMO ERECTUS: Homo ergaster fue una de las especies en que se diversificó el Homo habilis; los restos fósiles del llamado «Niño de Turkana» son su representante más conocido. Esta especie aparecíó hace unos dos millones de años y se extendíó por todo el continente africano. Una parte de la especie abandonó África en épocas todavía muy tempranas y, con el nombre de «Homo erectus» se diseminó por Europa y Asía. Los restos de la especie «Homo erectus» están datados entre un millón y cien mil años. Se caracteriza por el grado de eficacia y refinamiento de sus hachas y herramientas cortadoras, lo cual presupone un grado de capacidad y de habilidad más alto que el de sus antepasados. El Homo ergaster y el Homo erectus presentan carácterísticas de naturaleza social que indican su importancia creciente en el proceso de hominización: Sus recién nacidos necesitaban para subsistir un periodo largo de crianza y de atenciones por parte de todo el grupo. Esto facilitó la relación entre los miembros, lo cual favorecíó la estabilidad del grupo, el aprendizaje y la transmisión de técnicas, hábitos y normas culturales. El alto grado de cooperación que exigía la caza de animales grandes permite deducir que la organización social como medio de supervivencia había experimentado un gran desarrollo. La eficacia de sus armas y herramientas para la caza permitieron incorporar a la dieta las proteínas necesarias para un cerebro en creciente desarrollo. El uso del fuego, su conservación y su domesticación fueron las conquistas mas decisivas en el proceso de hominización. Significó la mejora de la dieta y de la calidad de vida. Favorecíó una mayor cohesión grupal y una mayor cooperación entre sus miembros. HOMO ANTECESSOR: Esta especie era cazadora, recolectora y practicaba el canibalismo. Según la hipótesis que defienden sus descubridores, surgíó en el continente africano hace más de un millón de años a partir de una de las variaciones del «Homo ergaster». Dió lugar a dos líneas evolutivas sucesivas:
La primera derivó hacia la especie «Homo heildelbergensis» de la que derivaría la especie «Homo neanderthalensis», que posteriormente se extinguíó. La segunda derivó hacia la especie «Homo rodhesiensis», de la que surgiría el «Homo sapiens» actual. HOMO NEANDERTHALENSIS: Se extendíó por el Próximo Oriente y por el centro y sur de Europa, en busca de las zonas menos castigadas por el frío de las últimas glaciaciones. Fabricaron una gran variedad de herramientas para la caza y manufacturaron pieles para su abrigo. El análisis de sus enterramientos y de sus formas rituales permite deducir que llegaron a tomar conciencia de la muerte y abrieron el camino a una concepción religiosa de la vida y de la muerte. HOMO SAPIENS: Esta especie proviene del «Homo rodhesiensis» que fue la especie en que el «Homo antecessor» acabó derivando hace 200.000 años. Según los estudios del ADN mitocondrial, de que toda la especie humana actual desciende de una pequeña comnidad que vivíó hace no más de 200.000 años en África. Se caracteriza por: Estar dotada de una capacidad craneal de 1450 cm3, un poco por encima de la media humana actual (1350 cm3). Ser anatómicamente iguales a nosotros. Dominar la técnica de producir fuego a voluntad, como atestiguan las cenias de hogueras, incluso con restos de los alimentos cocinados. Estar dotada de razonamiento lógico, como se deduce de sus actividades de caza y pesca. Poseer capacidad simbólica, como sugieren los colores con los que pintaban sus cuerpos. El «Homo sapiens» llegó a Europa hace unos 40.000 años, donde ocupó un territorio inhóspito, que compartíó o rivalizó por él durante 10.000 años con los neandertales, siendo testigos, en España, de su total extinción. La explicación de su éxito evolutivo se halla en tres innovaciones específicas: Con la invención y el uso de herramientas cada vez más eficaces, adaptaron el medio a sus necesidades. Gracias al lenguaje articulado les permitíó crear estructuras asociativas no basadas en la fuerza, sino en la cooperación. Gracias a la representación simbólica, les permitíó la creación de realidades no materiales y el acceso a un mundo exclusivo de su especie: el simbólico. En el mundo de la cultura, su creatividad desarrolló sucesivas formas simbólicas para expresar primero sus sentimientos y emociones ante el mundo: el arte, los mitos, la religión y, más tarde, otras formas basadas en el razonamiento, para comprender la naturaleza del mundo y de sí mismos. La originalidad del «Homo sapiens» reside en que su naturaleza es biológica y cultural. Su conducta social y cultural no dependen tanto de su constitución biológica como de su naturaleza cultural.
EMERGENTISMO: Tiene actualmente una aceptación muy amplia porque se considera la hipótesis científica más acorde con los acontecimientos ocurridos en la evolución del universo. Solo indica que, en la evolución, la aparición de una novedad cualitativa se produce a partir de elementos ya existentes; no es una explicación de las causas que la provoca. La afirmación de que la mente emerge por la evolución del cerebro solo es la constatación de un hecho, pero no una explicación de cómo llega a producirse tal hecho. Se desprenden visiones antropológicas de signo tan distinto como la concepción dualista de Popper, la concepción monista materialista de Bunge, el Naturalismo biológico o la concepción unitaria de Entralgo. EL MONISMO MATERIALISTA: Es la posición defendida por Bunge y afirma que en el universo solo existe la materia, y que esta única sustancia, por evolución, origina diferentes sistemas con propiedades distintas. Lo mental emerge como novedad del sistema cerebral, exclusivo del ser humano, y sus cualidades específicas se deben a su enorme complejidad evolutiva. El cerebro es un sistema con dos tipos de propiedades, Unas son propias de las partes que lo componen (la neuronal); y otras, del sistema, del conjunto cerebral (la plasticidad). Esta es la propiedad del sistema, por la que el cerebro como totalidad tiene la capacidad de autoprogramación y autoorganización. EL Naturalismo BIOLÓGICO: Intenta explicar la naturaleza humana desde un punto de vista distinto de las posiciones dualistas y monistas. Searle considera que ambos enfoques son falsos, que derivan de la manera en que Descartes enfrentó las dos sustancias finitas, el alma y el cuerpo: El dualismo es erróneo por considerar que alma y cuerpo son independientes y valora la sustancia inmaterial por encima de la sustancia material. El monismo es erróneo por negar la existencia de los estados mentales e incluso la de la propia mente. La teoría sobre la mente y la conciencia que ha elaborado Searle se conoce como Naturalismo biológico. Su planteamiento, de carácter emergentista, considera que la mente y sus propiedades forman parte de la naturaleza, y que los fenómenos mentales tienen una explicación biológica. El Naturalismo biológico se fundamenta en la idea de que la mente y sus propiedades, sobre todo la conciencia y la subjetividad, son un resultado de la evolución: emergieron porque el cerebro había alcanzado en el proceso evolutivo su constitución como un sistema neurobiológico. La mente, la conciencia, la subjetividad, etc, no son una realidad independiente del cerebro. La mente y la conciencia no pueden reducirse a ninguna de sus neuronas. Los procesos mentales (percibir, imaginar…) son propiedades del sistema y no pueden explicarse analizando los elementos que constituyen dicho sistema. EL ESTRUCTURISMO: Es el término con que se conoce la explicación que sobre el ser humano desarrolló el médico español Entralgo. Su hipótesis es de signo emergentista y se fundamenta en el pensamiento del filósofo Zubiri. Según Zubiri, el universo es dinamismo y, desde el big bang, ha dado lugar, de forma progresiva y con una complejidad creciente, a la aparición de sucesivas estructuras físicas, biológicas, psíquicas y conceptuales. El ser humano es el último eslabón del proceso evolutivo. En el cerebro se distinguen dos niveles: el estructural y el neuronal, donde se localizan las diferentes funciones fisiológicas y sensoriales de todo el cuerpo. En el nivel estructural, el cerebro funciona estando sus partes referidas al todo. Las propiedades más humanas, como la autoconciencia, la libertad, el pensamiento abstracto y simbólico y la creatividad, no están causadas por una parte concreta del cerebro, sino por la estructura cerebral, que a lo largo de la historia ha recibido los nombres de alma, psique y mente. La mente, la estructura del cerebro, se constituye como sujeto de las específicas carácterísticas del ser humano. Estas funciones superiores son exclusivas de la especie humana. Este salto presenta como propiedad la novedad de ser una estructura abierta que hace que el ser humano sea persona y que necesite realizarse, definirse, adoptando nuevas formas