Descartes. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO
Descartes es un autor racionalista, es decir, que defiende que el ser humano obtiene el conocimiento por el uso de la razón, por lo que desprecia la información obtenida por los sentidos. La filosofía cartesiana se basa en la necesidad de encontrar un método seguro para alcanzar el conocimiento, que sea igual para todas las ciencias, por ello pensó en la razón como única vía fiable de acceso al conocimiento, aunque no si no se aplica bien, no es suficiente.
En su obra, Descartes narra de qué manera concibió el método. Recibíó la formación inicial de los jesuitas, que ofrecíó a Descartes un conocimiento serio de las materias, pero le llenaron de dudas por lo que abandonó el estudio de las letras. Mas tarde, estudió el “libro del mundo”, es decir, viajó por todo el mundo, entonces se dio cuenta de las limitaciones de la metafísica y que todo había que construirlo desde la razón. En aquel momento, se decidíó a estudiar en sí mismo, porque pensó que la verdad se encuentra en la razón y en los pensamientos de uno mismo.
El objetivo de Descartes era aumentar el conocimiento y evitar el error, luego acceder a nuevas verdades; para ello construyó el método sobre una base firme, la razón como única vía de acceso al conocimiento. Concluyó en que hay dos modos fundamentales del conocimiento, la intuición, que es como el conocimiento inmediato y consiste en la captación de verdades simples que emanan de la propia razón; y la deducción que es el proceso mental en el que, a partir de las intuiciones simples, se accede a lo complejo.
Las reglas del método deben ser sencillas y fáciles para que todo el mundo pueda entenderlas y llevarlas a la práctica. La primera es la evidencia, claridad y precisión, que consiste en no aceptar como verdadero lo que no se conozca como evidente, hay que evitar la precipitación hasta que el objeto se presente claro y distinto, de tal modo que no hay ninguna duda.
La segunda es el análisis, que consiste en dividir cada una de las dificultades en tantas partes como sea posible su resolución. La tercera es el orden y la síntesis, se debe ir de lo simple a lo complejo ordenadamente, a través de la deducción. Por último, la cuarta regla es enumerar y revisar, Descartes propone enumeraciones y revisiones completas para asegurarnos de no haber omitido nada.
Descartes convirtió la duda en la base del método, decidíó emplear la duda para encontrar la certeza, tenía que poner entre paréntesis todo lo que no resultara absolutamente indudable. Por eso, su duda es metódica, no permanecerá siempre en ella, sino solo hasta que se encuentre el fundamento que le permita estar seguro, pero ¿Qué razones tiene Descartes para dudar?, el enumera las siguientes: que las experiencias procedentes de los sentidos no son seguras, nos pueden engañar; la dificultad de distinguir la vigilia del sueño, ya que podría estar soñando que me encuentro realizando tales acciones, y la hipótesis del “genio maligno”, Descartes supone la existencia de algún genio maligno con poder para hacerle equivocar. Por ello, Descartes desea establecer una duda radical para llegar al límite y pedir desde aquí un principio fijo desde el que explicar el conocimiento y fundamentarlo
Entonces, Descartes necesitaba encontrar una verdad de la que fuese imposible dudar, y encontró una verdad indudable, su propia existencia como sujeto que piensa y duda. A pesar de todos los motivos para dudar, él existe, puesto que duda, y lo expresa diciendo: “pienso, luego existo”. Este principio supera la duda y se constituye como el primer principio de la filosofía, es una evidencia inmediata a la que se accede por intuición. De este modo, se establece el criterio de certeza, a partir del cual constituye el resto de conocimientos. Por esto, Descartes peca se solipsismo, ya que solo muestra la existencia de su propio yo.
La metafísica de Descartes también procede de del método, propónía una nueva visión del mundo con una perspectiva racional. A partir de la concepción de sí mismo como ser pensante, dedujo su existencia. El pensamiento es mi esencia en cuanto ser humano: por eso, pensar no puede separarse de mí mismo, porque la coincidencia es total, de modo que no me cabe ninguna duda. Ahora bien, los pensamientos toman forma de ideas, por lo que en las ideas se encuentran los contenidos del pensamiento.
Descartes no se quedó en la subjetividad, quiso ir más allá y justificar igualmente la existencia de un mundo real. Para esto necesitó un mediador entre sujeto y mundo: Dios. Para explicar la configuración de la realidad, Descartes consideró tres sustancias: el ser humano, como sustancia pensante; Dios como sustancia infinita; y el mundo o sustancia extensa.
A partir de la evidencia “pienso, luego existo”, Descartes se da cuenta de que en el hecho de dudar está implícito que es un ser infinito y perfecto no podría dudar. Así su propia mente le hace ser consciente de sus límites e imperfecciones. A partir de esta concepción de su propia mente, llega a la consideración de que tiene en su mente la idea de infinito y tal idea no puede proceder de una mente finita. Las ideas son para Descartes los contenidos del pensamiento y presentan una doble dimensión, la objetiva, las ideas son imágenes de las cosas, la subjetiva, ya que las ideas no pueden ser falsas. Descartes establece que hay tres clases de ideas: las adventicias, que llegan al sujeto desde fuera, las facticias, que son formadas por el sujeto y las innatas, que han nacido en el sujeto. A partir de la concepción de las idas innatas de infinito, perfección, existencia y la idea de Dios, Descartes argumenta la existencia de Dios.