ALMA Y CUERPO: EL CONCEPTO DE SER HUMANO
Aristóteles intenta determinar cuál es la naturaleza del ser humano, y lo concibe como una única sustancia compuesta de alma (forma) y cuerpo (materia); el alma:es un principio vital, es la forma del cuerpo, que es lo esencial. Lleva a pensar que la perfección del ser humano pasa por realizar la función que le es propia, la función la determina el alma.
En su análisis del alma ser humano plantea que existen funciones diferentes de las almas siendo incluidas las más simples en las más complejas. Existen tres:
la función vegetativa, que son funciones puramente nutricionales, propias de las plantas;
la función sensitiva, que produce las sensaciones y es propia de los animales, y la intelectiva, que son las funciones racionales y que sólo el ser humano posee. El ser humano es el único que tendrá las tres según este autor. Lo que propiamente es el ser humano, viene definido por la función intelectiva del alma, sino también para determinar lo que debe hacer, lo que debe hacer el ser humano es realizar la función que le es propia, y como tal la función propiamente humana es la intelectiva, y al hacerlo, será virtuoso y por tanto feliz, pues al dirigirse por la razón, está realizándose, es decir, perfecciónándose.
LA FELICIDAD Y LA VIRTUD: LA ÉTICA
En la Ética a Nicómaco nos dice Aristóteles que toda acción humana se realiza buscando como objetivo un fin, y el fin de la acción es el bien que se busca. El fin, se identifica con el bien. Esas acciones son un «instrumento» para conseguir, a su vez, otro fin. Según Aristóteles, cada acción está hecha hacia un fin que parece bueno y deseable.
Estima que debe haber un fin supremo deseado por sí mismo (no como medio para otra cosa), por lo que este bien supremo debe ser tal que de él dependen todos los demás; este fin o bien es la felicidad (eudaimonía), este fin es objeto de la Política.
Aristóteles nos dice que la felicidad es el bien último al que aspiran todos los hombres por naturaleza. No se trata de buscar una definición de felicidad al modo en que Platón busca la Idea de Bien. La ética no es, ni puede ser, una ciencia, sino una reflexión práctica encaminada a la acción, por lo que ha de ser en la actividad humana en donde encontremos los elementos que nos permitan responder a esta pregunta.
Para saber qué es la felicidad, se debe estudiar cuál es la misión propia del ser humano y nuestro autor piensa que cada ser es feliz si realiza la actividad que le es propia. Si la cumplen, diremos que tienen la «virtud» (areté) que le es propia.
La virtud, pues, se identifica con cierta capacidad o excelencia propia de una sustancia, o de una actividad; pero en general, la misión propia del ser humano es la función racional, intelectiva. Del mismo modo el hombre ha de tener una función propia: La felicidad consistirá por lo tanto en actuar en conformidad con la función propia del hombre. Si sus actos le conducen a realizar esa función, serán virtuosos; en el caso contrario serán vicios.
El hombre sólo será feliz, por tanto, si vive según la razón
Esta vida será virtuosa.
Según Aristóteles hay dos formas propias de comportamiento y, por lo tanto, dos tipos de virtudes: las virtudes éticas (propias de la parte apetitiva y volitiva de la naturaleza humana) y las virtudes dianoéticas (propias de la diánoia, del pensamiento, de las funciones intelectivas del alma). Plantea que existen dos tipos de felicidad, a las que califica como felicidad suprema a una (producida por las virtudes dianoéticas o intelectuales) y otra de 2º orden que se calificaría como bienestar (producidas por las virtudes éticas -control de los apetitos-, y los bienes materiales).
Las virtudes éticas o morales: que son el dominio de los impulsos sensibles se definen como: el hábito (la capacidad) de escoger el justo medio (entre dos extremos viciosos), adecuado a nuestra naturaleza, tal como es determinado por la razón: (prudencia).
Es en la repetición de las buenas decisiones, lo que genera en el hombre el hábito de comportarse adecuadamente; y en este hábito consiste la virtud para Aristóteles. No hay una forma de comportamiento universal en la que pueda decirse que consiste la virtud. Es a través de la experiencia, de nuestra experiencia, como podemos ir haciendo ese hábito, mediante las continuas decisiones correctas, en qué consiste la virtud. En cuanto a las virtudes dianoéticas o racionales, que son la excelencia de la razón, Aristóteles nos dice cuáles son: la inteligencia; ciencia; arte; prudencia; y la sabiduría que será la más alta; esta consiste en la teorética, es decir en la vida contemplativa pero en el sentido de que se llegará a ella cuando se conozca el orden verdadero del ser. La sabiduría, por tanto, representa el grado más elevado de virtud.