El Empirismo fue ideado por John Locke en el Siglo XVII. Locke argumentó que el cerebro de un bebé recién nacido es como una tabula rasa (Locke usa la expresión «white paper», «papel en blanco»), en el cual las experiencias dejan marcas. El Empirismo niega rotundamente que los humanos tengan ideas innatas o que cual cosa sea entendible sin tener que hacer alusión a la experiencia.
A diferencia del Racionalismo, que afirmaba que la razón era la fuente del conocimiento, el Empirismo tomara la experiencia como la fuente y el límite de nuestros conocimientos. Ello supondrá la negación de que existan «ideas» que no procedan de la experiencia. Encuentra dos tipos de contenidos: las impresiones y las ideas.
La diferencia que existe entre ambas es la intensidad con que las percibimos, siendo las impresiones contenidos mentales más intensos y las ideas contenidos mentales menos intensos.
Las impresiones, por su parte, pueden ser de dos tipos:
de sensación y de reflexión.
Las impresiones de sensación son las que percibimos cuando decimos que vemos, oímos.. Las impresiones de reflexión:
Son aquellas que van asociadas a la percepción de una idea.
Además, las impresiones pueden clasificarse también como simples o complejas; una impresión simple sería la percepción de un color, por ejemplo
; una impresión compleja, la percepción de una ciudad.
Por otro lado, Hume nos habla de la asociación de ideas, que consiste en que las ideas simples vienen de impresiones simples, y este es el criterio de validez que debe tener toda idea con pretensión de ser un conocimiento seguro. Las ideas complejas son copias de impresiones complejas, pero también fruto de la combinación que hace la imaginación con las impresiones simples. La imaginación crea ideas complejas siguiendo ciertas leyes, así ciertas ideas conducen a otras de manera natural (humo-fuego). Por último, Hume distingue tres leyes de asociación: la ley de semejanza, relacionada con la similitud, la ley de contigüidad espacio/tiempo, relacionada con la proximidad, y la ley de relación causa/efecto, relacionada con la costumbre temporal.
Hume diferencia entre dos modos de conocimiento:
Relaciones de ideas y cuestiones de hecho
Las relaciones de las ideas son universales y necesarias, como matemáticas o lógica, son un principio de identidad y no contradicción, y además usa razonamientos demostrativos. Las cuestiones de hecho son contingentes y experimentales, como las ciencias naturales, su contrario es posible y usa razonamientos probables.
El siguiente problema que plantea Hume es el principio de causalidad, en el que la relación causa-efecto es la forma habitual de investigar sobre cuestiones de hecho.Es una ley de asociación de ideas y una relación que atribuimos a lo que sucede en el mundo, cuya validez ha sido aceptada en todo el mundo. Hume desconfía en este principio y pretende analizar su legitimidad, y para ello aplica el principio empirista. Hume se da cuenta de que la relación causal se concibe como una conexión necesaria, como si causa y efecto estuvieran inevitablemente unidos. Recurre a la experiencia y no encuentra impresión de le conexión necesaria entre causa y efecto, solo encuentra dos fenómenos que se dan uno seguido del otro: la idea de conexión necesaria es fruto de la imaginación.
Lo que me hace pensar que siempre sucederá lo mismo es la costumbre, la cual solo nos proporciona creencias, en ningún caso conocimiento universal. La idea de necesidad se desprende de la observación de un numero de casos suficientes en el pasado. Por tanto, para Hume los enunciados científicos son probables, es decir, creencias basadas en la costumbre. Esta posición le llevará a desembocar en el escepticismo y en el fenomenismo.
En siguiente lugar, el autor realiza la critica a la idea de substancia. Los fenómenos están formados de cualidades. No hay impresión que corresponda a la idea de sustancia. Procede del sujeto que conoce.
El mundo: nuestras percepciones están causadas por los objetos y tienen existencia separada de nosotros. Estamos encerrados en nuestro mundo de contenidos mentales y no podemos ir más allá de él: de nuestras impresiones e ideas.
El alma: con la critica a la idea de substancia, Hume había rechazado la existencia de un sustrato que de cohesión a nuestros contenidos mentales. Si aplicamos el criterio de certeza de Hume, no tenemos impresión sensible de la que pueda proceder la idea de un yo idéntico. Aquello que llamamos alma es la uníón ficticia de todas nuestras percepciones. La idea de un yo permanente es fruto de la memoria, que relaciona las percepciones pasadas y presentes y las atribuimos a un sujeto, dándoles continuidad.
Dios: no es demostrable su existencia racionalmente, ya que no tenemos impresión alguna que corresponda con la idea de divinidad, y tampoco podemos deducir su existencia.
Para acabar, terminaremos acabando de la ética, la cual, para el autor, descansa sobre los sentimientos. El emotivismo moral consiste en confiar en los sentimientos como fundamento de la conducta humana. La moralidad no se ocupa del ámbito del ser sino del deber ser: del análisis de los hechos no se puede deducir un juicio moral. El paso ilegitimo del ser al deber ser conduce a una falacia naturalista, en la cual convertimos cualidades de los objetos en propiedades de los mismos, cuando en realidad son valoraciones que muestran nuestro agrado o desagrado ante hechos, personas u objetos. Todo esto parece llevarnos al intelectualismo moral, pero Hume piensa que la naturaleza humana es un producto social resultado de la convencíón: a la hora de juzgar una conducta como buena medimos la utilidad social que despierta. Hume concede importancia a la simpatía (propensión a sentir empatía por los demás). Para Hume hay uniformidad en el modo de pensar de los que viven en una misma comunidad.