al carisma del líder en cuestión, a sus cualidades personales. Estas son, lógicamente, fundamentos de carácter irracional. Hoy, ligado al desarrollo de las modernas democracias, se prefiere una idea del poder ligado a un pacto.
La tesis que defiende el origen de la sociedad y del poder en base a un tipo de pacto se denomina
*contractualismo (contrato o pacto). Autores como Hobbes, Locke, o Rousseau (aunque todos ellos con importantes diferencias) partían del hecho de la existencia hipotética de un
*Estado de Naturaleza en el que los individuos vivirían en una situación de temor e inseguridad generalizada. La única forma de superar esa situación sería mediante un pacto en el que los individuos ceden el poder a una persona a cambio de seguridad. Este sería el origen de la organización política y social. La ventaja del contractualismo es que desacraliza la cuestión de la política y el poder. Se parte de la base de que lo social, el nomos de los griegos, es convencional y por tanto modificable, frente a la idea teocrática del poder de origen divino y por tanto inmutable.
Thomas Hobbes, John Locke y Jean Jacob Rousseau.
En cualquier caso, el ejercicio del poder en ámbitos sociales cada vez mayores y más complejos dio lugar a una progresiva burocratización del mismo. Se hizo necesario un aparato de gobierno que dio lugar paulatinamente a una administración y a un Estado.
Ya Montesquieu observó en el Siglo XVIII que la concentración del poder era la carácterística del absolutismo y por eso propuso su teoría de la separación de poderes (judicial, ejecutivo y legislativo) base de la moderna democracia.
Además estos poderes deben controlarse y vigilarse unos a otros para asegurar el mejor funcionamiento del Estado y la libertad de la ciudadanía. A pesar de eso hemos tenido recientes y desastrosos ejemplos de esa concentración de poder (fascismos, caudillismos, regíMenes de partido único, etc). Hemos podido observar cómo el
*totalitarismo, un régimen político que se basa en la concentración del poder en el Estado o en una sola persona, es una amenaza que no termina de conjurarse. La filósofá Hanna Arendt (1906-1975) realizó un importante estudio denominado “Los orígenes del Totalitarismo”, conmocionada por las consecuencias del nazismo, en el que alertaba contra la destrucción del espacio político por la alienación del individuo por la sociedad de masas.
Identificaba como carácterísticas del totalitarismo el uso de la propaganda, el adoctrinamiento, el uso del terror y la insignificancia del individuo frente a la voluntad del líder.
En el extremo opuesto se encuentra el
*anarquismo, una ideología que propugna el reparto del poder entre toda la ciudadanía lo que equivaldría en la práctica a la disolución del poder mismo. ¡Ni Dios, ni amo! -proclaman los anarquistas. El anarquismo se centra en la lucha contra la autoridad y afirma la libertad absoluta del individuo. Autores como Prohudon o Bakunin teorizaron sobre un modelo social anarquista, antiestatalista, que otros no dudan en calificar al menos de ‘utópico’.
El barón de Montesquieu, símbolo anarquista-libertario, Mihail Bakunin y Hanna Arendt.
En nuestras sociedades occidentales la idea de poder está relacionada con el concepto de
*democracia, esto es, la idea de que el poder debe emanar del pueblo por lo que la toma de decisiones reside en éste, supone una idea de igualdad y libertad. Se habla, a partir de aquí, de democracia representativa, cuando es el pueblo el que elige a los representantes que toman posteriormente las decisiones (concejales, consejeros, parlamentarios); y de democracia directa, aquella en la que la ciudadanía decide directamente sobre las cuestiones sin (o con un mínimo) de intermediarios. Con todo, la democracia está basada en la búsqueda de consensos (acuerdos mayoritarios) y en el respeto al disenso (el derecho a la discrepancia).
Hoy en día se utiliza el término
*democracia liberal para referirse a un modelo de organización social en el que el Estado está regulado por una constitución que garantiza los derechos individuales y el pluralismo político y está asociado a las democracias occidentales. Por otra parte la denominada
*socialdemocracia tiene su origen en el movimiento socialista y trata de combinar los postulados propios de la democracia con la protección de los derechos civiles y el desarrollo de un
*Estado del Bienestar (sistema de protección del ciudadano donde se le garantiza el derecho a la educación, a la salud, a la seguridad, al trabajo, etc).
Debemos tener claro que, con todas sus limitaciones e imperfecciones, no existe una alternativa a la democracia y que esta debiera anteponerse a las consideraciones de tipo ideológico. Esta sería la única barrera de contención contra el totalitarismo.