Nietzsche es un autor que ha tenido una influencia posterior extraordinaria, no sólo en la filosofía sino en el ámbito de la cultura en general.
IDEAS MAS VIGENTES: ndividuo y, en general, la inmanencia) forma parte del escenario cotidiano de nuestras sociedades contemporáneas. Nietzsche adelanta una carácterística principal de la historia del Siglo XX que continúa en el Siglo XXI: el relato de la pérdida de referentes absolutos (religiosos, morales, tradicionales…), o sea, de cualquier fundamento de la existencia. Para él, no hay otro ser que el devenir: no hay entidades fijas, cerradas, sino un flujo continuo de acontecimientos. Esta línea desfundamentadora está muy presente en la cultura posmoderna, en la que anida una actitud anti-metafísica de raigambre ética: la metafísica implica de suyo un carácter de negación e indiferencia ante el individuo, a los derechos de lo contingente y caduco. • Su crítica al concepto de verdad inspira nuevas teorías sobre la verdad que incorporan un elemento expresivo y no meramente descriptivo. Entre los autores españoles, cabe citar el perspectivismo de Ortega o la teoría de la verdad de Eduardo Nícol. De los filósofos contemporáneos, elegimos el pragmatismo de Richard Rorty: según este autor, la verdad, entendida de un modo tradicional como representación adecuada a la realidad, carece de sentido. Se trata, por tanto, de establecer como preferibles aquellas creencias que tengan consecuencias prácticas más positivas (las que mejoren nuestra vida, nos hagan más libres, permitan una convivencia más armónica, etc.). Sus reflexiones sobre la capacidad del lenguaje para representar fielmente la realidad están presentes en el debate filosófico actual e incluso ha inspirado líneas de investigación científicas. Pero no podemos olvidarnos del ámbito artístico, pues son muchos los poetas, pintores, escultores y músicos que reconocen su deuda con él. Muchos movimientos de vanguardia han pretendido trascender los límites del lenguaje conceptual y abrirse a una autoexpresión sin mediaciones distorsionadoras. En el ámbito más práctico y cotidiano, las aportaciones nietzscheanas sobre el lenguaje son muy interesantes y nos proporcionan claves para no quedar ahormados en el concepto genérico de rigor que niega la peculiaridad psíquica, histórica y biológica que somos. Una mirada menos sustancialista sobre la realidad encierra sin duda un gran potencial liberador (una mujer que duda de su feminidad porque le gusta jugar al fútbol, queda aligerada de esa presión si entiende la feminidad como simple metáfora; de esta manera, puede crear su propia perspectiva vital sin rendir tributo a las construcciones conceptuales que no concuerdan con lo que quiere ser). Quizás la felicidad dependa, en buena medida, de la elección de las metáforas que más nos convienen.
• Una parte significativa de la física contemporánea ha seguido la línea marcada por Nietzsche al pensar la realidad en términos de procesos energéticos, al introducir el azar en sus teorías, así como al cuestionar el principio de causalidad y el modelo determinista. En este contexto aparece la teoría del caos: “un batir de alas de mariposa en Tokio puede producir un gigantesco huracán en San Francisco” (Lorentz), es decir, un hecho insignificante en un lugar muy alejado puede ser el inicio de una reacción en cadena de resultados completamente imprevisibles. • La actitud de sospecha, que él hace consustancial a la labor filosófica (constituye con Marx y Freud el grupo denominado “maestros de la sospecha”), es más necesaria que nunca, dada la proliferación de interpretaciones interesadas de la realidad (en políticos, medios de comunicación, anuncios…). Y lo mismo respecto a la numerosa oferta de mitificaciones.
IDEAS MENOS VIGENTES • La “muerte de Dios’ .No se puede negar que el proceso de laicización ha seguido avanzando en Europa; sin embargo, las religiones siguen conservando un poder extraordinario. Gules Kepel en su libro significativamente titulado La revancha de Dios plantea la tesis de la reaparición de la religión como elemento vertebrador de la vida social. Ciertamente, no sólo perviven sino que gozan de buena salud las grandes religiones monoteístas. Y lo mismo respecto a otras “verdades/valores sagrados” que Nietzsche consideraba caducos y agotados. En nuestros días, encontramos dioses en el trabajo, en el dinero, en el triunfo, en las posesiones (consumismo), etc. También existen nuevas formas de espiritualidad que a veces buscan una trascendencia sin Dios. Sin duda, se ha cumplido su diagnóstico nihilista pero no hay signos reconocibles del período posnihilista que preconizaba (que tendría como resultado último el advenimiento del ultrahombre). • Frente a su concepción trágica (dionisíaca) de la vida, en los tiempos actuales se ha alzado una complacencia por una existencia extremadamente banalizada. El sexo ya no es tabú, pero ha quedado mercantilizado, pornografizado, trivializado. El hedonismo contemporáneo reniega del esfuerzo, de la profundidad, del coraje, de la iniciativa verdaderamente personal. Gusta de lo fácil, lo grosero, lo chabacano. Rinde culto a abstracciones insustanciales (Imperio de la marca, preocupación por la imagen del cuerpo y no por el cuerpo mismo). Todo ello está completamente alejado del sentido de la tierra (basado en la vida, el cuerpo, la fortaleza y los instintos) que Nietzsche preconizó.