Pregunta 4 descartes


Proyección histórica Descartes


A. El yo, Dios y el mundo en la Historia


1. El yo


El protagonismo del yo, del sujeto humano, comenzó en la filosofía con el humanismo griego. Tras el interés primordial de los presocráticos por descubrir los secretos de la naturaleza llegó el afán por conocer más profundamente al hombre por parte de los sofistas, Sócrates, Platón, Aristóteles… Los presocráticos se centraron en el conocimiento de la fisis (naturaleza) como principal preocupación; claro que el hombre era importante para ellos: es el ser que da el salto del mito a la razón, el que se pregunta por el principio de las cosas, el que desea conocer la vida y el movimiento, el que se pregunta por el ser, el que vive en la ciudad y necesita leyes.


Los sofistas dan un paso en el intento por conocer al hombre. Los sofistas son los educadores de Grecia. Educan al ciudadano para la vida política. Los sofistas fueron acusados de relativismo, de escepticismo al negar la verdad absoluta y de oportunismo político con su ambición de poder.


Sócrates es el maestro sabio que busca conocer el bien y la virtud. Estaba interesado en conocer el alma humana. Considera que es preferible padecer la injusticia antes que cometerla. Sócrates al igual que Descartes filosofa en primera persona, desde la subjetividad del yo. Cuando dice > reconoce su ignorancia y su duda ante lo conocido y lo desconocido, admite que es mayor la cantidad de cosas que no sabe que las que sabe.ólo>


Para Platón, el hombre es la unión accidental de dos sustancias en lucha: alma y cuerpo (dualismo). El hombre es principalmente su alma y el cuerpo es considerado como una cárcel del alma. Descartes tiene en común con Platón ese dualismo, esa unión accidental entre arma y cuerpo, la diferencia entre ambos es que Descartes habla de “alojamiento” del alma en el cuerpo y que esa unión no es violenta, ni están en lucha, como afirmaba Platón.


Para Aristóteles, el hombre el hombre es una unidad sustancial en la que alma y cuerpo forman una sola sustancia humana. Descartes rechazó este planteamiento.


Este interés por el hombre se prolonga en la Edad Media y él es concebido por la filosofía cristiana como “imagen y semejanza de Dios”. En la época contemporánea, Hegel lleva el camino iniciado por Descartes a sus máximas consecuencias, mientras que Marx diluye el yo en las relaciones sociales. La economía como fundamento de la realidad es la que hace al hombre. Para Freud el yo cartesiano es insuficiente para explicar la personalidad, faltaría el “ello” y el “super-yo”. Debemos conocer el inconsciente y el subconsciente de la persona. Si Descartes duda de los sueños, Freud los interpreta gracias al psicoanálisis.


Heidegger afirma que el hombre es el único ente que se pregunta por el ser. José Ortega y Gasset concibe al yo vital como una realidad radical, evidente, libre y con visión de futuro. El yo está unido a las cosas, a las circunstancias que le rodean.



2. Dios


Desde el comienzo de la humanidad la pregunta de Dios está unida al pensamiento en el más allá o en la eternidad y en el ansia de inmortalidad. El politeísmo griego y la mitología dominan las creencias en la cultura helénica. Aristóteles en su Metafísica habla de Dios como Acto Puro, sin mezcla alguna de potencia, y se refiere a Dios como Causa.


La religión judía, cristiana y musulmana, predominantes en la Edad Media, coinciden el monoteísmo, a diferencia del período renacentista y moderno, marcado por el antropocentrismo. Esta distinción no es del todo exacta, convertir al hombre en protagonista de la modernidad no implica dar la espalda a Dios. Las pruebas de la existencia de dios que utiliza Descartes corresponden a filósofos medievales; San Agustín, proponiendo la idea de infinito presente en mí, que soy limitado. San Anselmo, con su argumento ontológico: Existe un Ser mayor que el cual nada puede pensarse, a ese Ser que es perfecto no le puede faltar existencia, por lo tanto existe en el pensamiento y en la realidad. Santo Tomás de Aquino, plantea el principio de causalidad: todo ser contingente es causado, todo efecto tiene causa. Yo no soy causa eficiente de mí mismo. Si yo, ser limitado e imperfecto, me hubiera creado a mí mismo, yo sería perfecto, yo sería Dios. No tuve esa oportunidad de ser perfecto porque la hubiese aprovechado, luego soy un ser causado. Soy contingente y si hubiera sido causa de mí mismo yo sería necesario, lo cual no es verdad.


En el ateísmo contemporáneo, para Marx, sólo existe la realidad material y no hay trascendencia. Dios y la religión son alienantes porque alejan al hombre de sí mismo. Ahora es el hombre el que diseña a Dios a su imagen y semejanza. Nietzsche explica que si hubiera dioses, nadie podría soportar no ser uno de ellos. Sartre representa el Existencialismo ateo. Si la existencia precede a la esencia, no puede haber un Dios creador. El hombre está solo y se crea a sí mismo con su libertad absoluta.


Junto a esa negación encontramos la afirmación de Dios por parte de la Neoescolástica y el Neotomismo, del Personalismo cristiano de E. Mounier, del Existencialismo cristiano de G. Marcel y de Maritain, que propone la sexta vía: el testimonio de los amigos de Dios.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *