Descartes el hombre es un compuesto de cuerpo y alma

SEXTA MEDITACIÓN


1. ¿Hay cosas materiales? ¿Existe una realidad extramental?2. La capacidad de imaginar que hay en mí parece acreditarlo porque no es otra cosa que la facultad de conocer los cuerpos. La imaginación me permite la representación o imagen mental clara de aquello que concibo. Puedo concebir un quiliógono o un miriágono o lograr una representación o imagen mental confusa de ellos, pero no imaginármelos.3. La capacidad de imaginar no pertenece a la esencia de mi espíritu por lo que debe depender de algo que esté tan junto y unido a mi espíritu que éste pueda considerarlo siempre que quiera. Cuando el espíritu concibe no hace sino considerar ideas innatas; cuando imagina considera ideas adventicias o ficticias. 4. Por todo ello, es probable que haya cuerpos. 5. Aunque de la idea distinta de los cuerpos que tengo no puedo concluir su existencia ni sus propiedades porque he imaginado a menudo – aunque con menos distinción – gracias a la percepción sensible y a la memoria colores, sonidos, sabores, placeres y dolores…

(Se ha de sobreentender que estos no tienen existencia extramental)

6. Por ello, he de examinar los motivos de confianza que tenía en un principio sobre la información suministrada por los sentidos y las razones para ponerla en duda que encontré posteriormente.7. He sentido que tenía cabeza, manos, pies y otros miembros que constituyen este cuerpo mío. He considerado el cuerpo como parte de mí mismo o, incluso, como el todo. He sentido otros cuerpos y el placer o dolor que me procuraban. He sentido el hambre, la sed y otros apetitos semejantes y pasiones como la alegría, tristeza, ira… He sentido la extensión, la figura y los movimientos de los cuerpos; su dureza, calor y otras cualidades captadas por el tacto; la luz, colores, olores, sabores y sonidos. Creí que estas cualidades pertenecían a unos cuerpos. Creí que esos cuerpos y las cualidades que les pertenecían eran causa de las ideas presentes en mi espíritu, porque sus ideas se presentaban sin la conformidad o, incluso, contra la voluntad del cogito. Y, como estas ideas eran más vivas y distintas, a su modo, que las de la meditación o la memoria, creí que eran copias fidedignas de las realidades que representaban. Además creí que no había ninguna idea en mi mente que no hubiera entrado por los sentidos, porque recordaba haber utilizado antes los sentidos que la razón, porque las ideas que formaba por mí mismo no eran tan explícitas como las de los sentidos y porque aquéllas estaban compuestas muchas veces por éstas. También creí que este cuerpo me pertenecía porque nunca podía separarme de él y en él y por él yo sentía mis apetitos, afecciones y sentimientos como el placer y el dolor.8. Pero no encontraba razón alguna para explicar la relación entre cuerpo y alma. Que el dolor genere tristeza en el alma y el placer alegría, que el hambre o la sed provocaran en mí el deseo de comer o beber. Consideraba que debía ser así y que la Naturaleza me lo había enseñado porque mis juicios sobre ello se formaban en mí sin tiempo para pensar en razón alguna.9. Diversas experiencias echaron por tierra el crédito concedido a los sentidos. La información suministrada por los sentidos externos o internos podía ser falsa: el fenómeno de la perspectiva y el poder sentir dolor en extremidades amputadas, la imposibilidad de saber si estaba soñando o la hipótesis del genio maligno. Mi confianza en la Naturaleza se debilitó al saber que me inclina a muchas cosas de las que la razón me aparta. El darme cuenta que no es necesario concluir que las ideas sensibles proceden de algo distinto a mí aunque no dependan de mi voluntad. 10. Ahora que me conozco mejor y conozco a Dios, sé que no debo admitir temerariamente como verdadero todo lo que los sentidos nos enseñan, pero tampoco considerarlo falso.11. Ahora sé que todo lo que concibo clara y distintamente puede ser producido por Dios tal y como lo concibo. Basta concebir clara y distintamente una cosa sin otra para saber que es distinta.

Críticas a la existencia y esencia de Dios.  Crítica de círculo vicioso.  Crítica lógica al argumento ontológico


12. Sé que existo y que soy algo que piensa y no extenso y tengo una idea distinta del cuerpo como cosa extensa que no piensa por lo que mi alma es distinta de mi cuerpo pudiendo existir sin él. 13. Puedo existir sin las facultades de imaginar y sentir pero éstas no pueden existir sin mí. Estas facultades deben pertenecer a una substancia corpórea porque hay en mí una facultad pasiva de sentir de recibir y reconocer las ideas de las cosas sensibles que sería inútil si no hubiera en mí o en alguna otra cosa una facultad activa de formar y producir esas ideas. Esa facultad no puede estar en mi pensamiento porque no forma parte de su esencia y porque presenta las ideas sin la colaboración de mi pensamiento o, incluso, contra su deseo. Esa facultad debe pertenecer a una substancia que contenga formal o eminentemente toda la realidad objetiva de las ideas que produce: un cuerpo que contenga formal o efectivamente el contenido representativo de esa idea, Dios o una criatura más noble que el cuerpo que posea eminentemente lo representado por la idea.14. No siendo Dios engañador, no me envía Él esas ideas ni puede permitir que me las envíe un ser que sólo posea eminentemente el contenido representativo de esas ideas. Dios me ha dado una poderosa inclinación a creer que las ideas parten de las cosas corporales, por lo que podemos concluir que éstas existen.

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15. Todo lo que percibimos clara y distintamente en los cuerpos – las verdades geométricas – pertenece a éstos.Pero, todo lo demás es más oscuro y confuso aunque Dios me ha facultado para echar luz sobre ello.  15.1.
La naturaleza me ha enseñado – Dios o el orden y disposición de las cosas creadas por Él – que tengo un cuerpo que siente dolor si está mal dispuesto o hambre o sed si necesita comer o beber.15.2. Que no estoy metido en mi cuerpo como un piloto en su navío, sino tan estrechamente unido y confundido y mezclado con él que formo un solo todo con mi cuerpo. De no ser así conocería lo que ocurre al cuerpo, pero no sentiría por ello dolor, hambre o sed.15.3. Que existen otros cuerpos de los que puedo recibir comodidades o incomodidades.

Críticas a la existencia y esencia de Dios

Crítica de círculo vicioso.  Crítica lógica al argumento ontológico


16. La naturaleza me ha dado las verdades racionales que conozco por luz natural sin la ayuda del cuerpo como que lo hecho, hecho está. Otras que pertenecen sólo al cuerpo como la cualidad de ser pesado. Y las que me ha dado como compuesto de espíritu y cuerpo como la de evitar el dolor y buscar el placer.17. Otras muchas cosas – que parece haberme enseñado la naturaleza, pero que se han introducido en mi espíritu por juzgar precipitadamente – me llevan al error: la existencia de un espacio vacío; que el calor, el color, el sabor y otras cosas que percibo son cualidades que pertenecen a los cuerpos, que el tamaño percibido siempre en los cuerpos es el real. La Naturaleza no es responsable de los errores que cometo cuando siento inclinación por aquello que me perjudica – el querer comer o beber cuando el hacerlo nos haría mal– sino la limitación de mi entendimiento. (Más nos vale el poder engañarnos en alguna ocasión que el no poder sentir hambre o sed para recordarnos la necesidad que tenemos de comida o bebida.)18. Por tanto, los sentidos me enseñan con mayor frecuencia lo verdadero que lo falso sobre lo que conviene al cuerpo. Deberé, pues, hacer uso de varios de ellos para examinar una cosa, de la memoria y del entendimiento para no errar en aquello que los sentidos me muestran. 19. También puedo rechazar ya la imposibilidad de diferenciar entre la vigilia y el sueño porque nuestra memoria no puede enlazar y juntar unos sueños con otros y con el curso de la vida como junta lo sucedido estando despiertos.

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