El primer Wittgenstein: el Tractatus
El
pensamiento de Wittgenstein gira en torno al lenguaje.
La pregunta que se
plantea es: ¿De qué habla el saber? El saber habla del mundo y se expresa
mediante el lenguaje.
¿Qué es el mundo? El mundo es la totalidad de los hecho atómicos. Los hechos pueden ser atómicos o complejos. Los hechos complejos son hechos compuestos por hechos atómicos; los hechos atómicos son independientes entre sí y son el estado de las cosas. Los componentes de los hechos son las cosas.
¿Cómo se conoce el mundo? El mundo se conoce por el pensamiento, y se expresa mediante el lenguaje; por lo tanto, el mundo se conoce mediante el análisis del lenguaje. Las cosas que forman un hecho atómico se nominan mediante nombres, adjetivos… por eso existe una relación directa entre las cosas y las palabras. Cuando las palabras se combinan entre sí, siguiendo una estructura lógica, se forma una proposición. Los hechos se expresan a través de las proposiciones. Las proposiciones pueden ser atómicas o complejas. Las proposiciones complejas están compuestas por proposiciones atómicas; las proposiciones atómicas son independientes entre sí. El lenguaje es la representación lógica del mundo, la totalidad de las proposiciones que expresan hechos. Por lo tanto, existe un isomorfismo entre el mundo y el lenguaje, por lo que el mundo y el lenguaje tienen la misma estructura. Para representar el mundo, el lenguaje ideal es el lógico matemático, porque es un lenguaje formal y evita los errores del lenguaje común.
Proposiciones con sentido, proposiciones verdaderas y pseudoproposiciones
Una proposición tiene sentido cuando expresa la posibilidad de un hecho (si habla del mundo). Para saber es verdadera o falsa, hay que contrastarla con la realidad, verificarlas: es verdadera cuando representa un hecho real y es falsa cuando representa un hecho posible pero que no ocurre. Las proposiciones de las ciencias empíricas (representan el mundo) tienen sentido (representan hechos) y son verdaderas.
Wittgenstein acepta otro tipo de
proposiciones: las tautologías. Son verdaderas porque su negación supone una
contradicción, y son independientes de la experiencia; por lo tanto, no tienen
sentido. Son las proposiciones de la lógica y de la matemática. Aunque no
hablan del mundo, muestran la forma del mundo y del lenguaje, por lo que
determinan los límites de lo que se puede decir.
Wittgenstein sólo acepta dos tipos de conocimiento: las proposiciones empíricas y las tautologías. La filosofía, la ética y la religión no son ciencias, no añaden nada a nuestro conocimiento. Hay otros temas que también son importantes para el ser humano, pero de estos temas no se puede decir nada, porque no representan hechos. La única posibilidad es mostrar (rezar, llevar un tipo de vida determinada…). Si no, rebasaríamos los límites del mundo y del lenguaje y, por tanto, nuestras proposiciones son sinsentidos (pseudoproposiciones).
El segundo Wittgenstein: las Investigaciones
La filosofía del segundo Wittgenstein en las Investigaciones es una doctrina de análisis del lenguaje y de los límites de su conocimiento. En esta obra critica y rechaza la teoría del lenguaje del Tractatus.
El punto de partida es que las palabras no sólo nombran cosas sino que se emplean también para otras funciones: lo importante es saber cómo usarlas. Aprender el lenguaje consiste, no únicamente en conocer palabras, sino en saber su uso. El uso es el entorno circunstancial y concreto en el que las palabras o proposiciones son dichas o escritas; sólo allí tienen sentido y significado.
Una misma palabra puede adoptar infinitos usos como infinitas son las circunstancias en las que se emplea. A estos diversos usos Wittgenstein los llama “juegos del lenguaje”. Los juegos del lenguaje son innumerables, tantos cuantas circunstancias vitales se puedan dar y, en este aspecto, son formas de vida. En efecto, nacen, varían y mueren, ya que tienen en cuenta el contexto psicológico, social y cultural. Por ello, el lenguaje es flexible, adaptable y evolutivo, lo que no obsta para que existan analogías, aires de familia, entre los distintos juegos.
Cada juego del lenguaje se rige por una serie de “reglas de juego”. Estas determinan el significado de las palabras según los usos. De esta forma, las palabras ocupan su lugar adecuado y tienen su propio significado en el juego de lenguaje. Si una palabra tiene varios modos de uso, significa que tiene varias reglas en su uso. Las reglas de juego son comunes, y su uso correcto viene dado en la gramática. Esto significa que es la sociedad las que instituye y acepta dichas reglas y, de este modo, el lenguaje sirve esencialmente para comunicarse. Por ello, no existen reglas privadas, lo cual lleva a eliminar la posibilidad de expresar el mundo de la conciencia y del espíritu, es decir, anula la capacidad de manifestar las experiencias personales y privadas, que se convierten así en meras creencias particulares. La conclusión es que sólo se puede hablar o escribir del mundo físico y empírico.
La función de la filosofía en el Tractatus y en las Investigaciones
En el Tractatus, la filosofía no es ciencia, porque las proposiciones filosóficas no tienen sentido (no representan hechos), surgen por la falta de comprensión del lenguaje. La labor de la filosofía se convierte en un quehacer que gira en torno a la ciencia, y su objetivo es aclarar el sentido lógico de las proposiciones científicas.
El método de Wittgenstein consiste en “no decir nada, sino aquello que se puede decir, es decir, las proposiciones de las ciencias empíricas, y entonces cuando alguien diga algo metafísico probarle que algunos signos de sus proposiciones no tienen significado”. Esto se llevará a cabo mediante el análisis lógico del lenguaje. Por eso, los límites del lenguaje significan los límites del mundo; y de lo que no se sabe es mejor callarse.
La conclusión final representa la muerte suicida de la filosofía. El Tractatus es, por tanto, una escalera que sirve para subir, pero que hay que tirar después de haber subido.
En las Investigaciones, la misión de la filosofía sigue siendo la de definir los límites del lenguaje, es decir, mostrar lo que se puede decir y lo que no se puede decir. Pero ahora, estos límites los ponen los usos o “juegos del lenguaje”. No existe como en el Tractatus un criterio fijo para determinar el significado; los criterios varían en función de los usos del lenguaje.
Para llevar a cabo el trabajo de establecer cuáles son los límites del lenguaje, la filosofía analiza y comprara los usos del lenguaje. Esta actividad muestra los malentendidos que surgen por la mala utilización del lenguaje. La filosofía es como una terapia, describe el problema para sacar a la luz la causa de los malentendidos y desaparece el problema.
La filosofía es una enfermedad, es un ámbito lleno de malentendidos porque confunde los usos lingüísticos. En definitiva, los problemas filosóficos deben desaparecer absolutamente, y por eso la mejor solución es eliminarlos radicalmente a través de la comprensión de los usos lingüísticos.
La ética en el pensamiento de Wittgenstein
El argumento de la conferencia sobre ética está dirigido a mostrar que la ética es un intento de traspasar los límites del lenguaje. La ética no se puede decir (sus proposiciones carecen de sentido).
La forma lógica de nuestro lenguaje determina el límite de lo que se puede decir con sentido. El lenguaje solo puede representar hechos, y todo hecho es relativo. Por lo tanto, nuestra tendencia natural a elaborar discursos que expresen valores absolutos, como en la ética, es un intento de traspasar los límites de nuestro lenguaje. La ética es “investigación general sobre lo bueno, sobre lo valioso”. Wittgenstein distingue dos tipos de juicios:
·Juicio de valor relativo: aquel que se puede reducir a un mero enunciado de hechos y por tanto pierde toda apariencia de juicio de valor (ej.: “tu comportamiento es bueno” si lo que quiero decir es “si quieres triunfar en los estudios, tu comportamiento es adecuado”). Este enunciado expresa un valor relativo en relación a una condición y objetivo predeterminado. Estos juicios no son los que utiliza la ética.
·Juicio de valor absoluto: son los que utiliza la ética, y no se pueden reducir a enunciado de hechos, son incondicionales. En este sentido, si decimos “tu conducta es buena”, queremos decir que es buena incondicionalmente y universalmente.
Para Wittgenstein, dentro de los límites del mundo, sólo se puede hacer juicios de valor relativo. Los juicios de la ética, las valoraciones absolutas, rebasan los límites del lenguaje. El “bien absoluto” que intenta definir la ética es, en esencia, indefinible. Según Wittgenstein, en todas nuestras expresiones éticas y religiosas subyace un mal uso de nuestro lenguaje. En el mundo solo se puede hablar de una bondad relativa.
Todos los que han escrito sobre ética o religión no han hecho mas que intentar ir mas allá de los límites del lenguaje. No es posible. El deseo de la ética de hablar del sentido último de la vida, del bien absoluto, no puede ser ciencia. No aumenta nuestro conocimiento. Muestra una tendencia natural del espíritu humano, totalmente respetable, pero pertenece al ámbito de lo que no se puede decir, sólo mostrar.
El lenguaje valorativo no tiene sentido (no puede ser ni verdadero ni falso), sólo el lenguaje descriptivo (el que se refiere a hechos, el de las ciencias empíricas) tiene sentido.