3.En su concepción de la realidad, Platón distingue dos planos: por una parte, el mundo de las ideas, que es inteligible y que es el verdaderamente real, y por otra el mundo sensible, compuesto por todas las cosas que nos muestran los sentidos y que son copias de las ideas del mundo inteligible. Las ideas son el principio de la realidad, sin ellas las cosas no tendrían realidad. Se deduce que la existencia de las cosas sensibles se debe a que imitan a las Ideas.
Estos planos están compuestos por dos entidades con carácterísticas contrapuestas: mientras que las ideas son únicas, espirituales, inmateriales e inmortales, las cosas sensibles son múltiples, materiales, cambiantes y perecederas. En la multiplicidad y cambio del mundo sensible subyace una unidad y una permanencia que hace que las cosas sean lo que son y que las podamos conocer. Las ideas otorgan a las cosas su ser, su esencia y la posibilidad de que podamos conocerlas.
En el plano de las ideas que es inteligible, eterno e inmutable, existe una jerarquía. Platón la compara con el sol en el mundo sensible, porque es el que da la vida a las cosas materiales en el mundo sensible. Por lo tanto la idea de Bien es el principio último de la realidad y fundamento del conocimiento;
Es condición ontológica y condición epistemológica.
Platón defiende un conocimiento que solo puede tener lugar propiamente respecto de las Ideas. Este conocimiento verdadero -episteme- no es el de la mayoría que es solamente un conocimiento de “apariencias”, es decir, opinión (doxa)
Platón distingue dos tipos de conocimiento: la ciencia y la opinión. La ciencia (episteme) se alcanza mediante la Razón y tiene como objeto el conocimiento de las ideas y da lugar a la verdad, que es un conocimiento absoluto e indudable, pues comparte las carácterísticas de las ideas: eternidad e inmutabilidad. La opinión (doxa), al referirse al ámbito de lo cambiante y perecedero que nos llega a través de los sentidos, es ella misma así y su validez es variable y relativa.
En el nivel de la ciencia también existe un orden, como hemos dicho antes, desde las ideas matemáticas o pensamiento discursivo (que parte de supuestos como si fueran principios) pasando por otras ideas hasta culminar con la idea de Bien, la Dialéctica. En el nivel de la opinión también distinguimos dos subniveles: Creencia (pistis) y conjetura (eikasia) pero ambas inseguras.
Pero como el conocimiento verdadero es el de las ideas, Platón tiene que justificar cómo es posible alcanzarlo si el hombre está inserto en el mundo sensible e ignora la existencia del inteligible. Para ello propone la teoría de la reminiscencia o anamnesis.
Para explicar esta teoría de la reminiscencia hay que entender su concepción del hombre. El hombre es una realidad dual en la que el mundo sensible y el de las ideas confluyen:
alma y cuerpo (dualismo antropológico). El alma pertenece al mundo de las ideas y el cuerpo al mundo sensible. El alma, al encarnarse en el cuerpo se olvida del mundo de las ideas y cae en la ignorancia. El cuerpo es la cárcel del alma. Pero ésta por su carácter ideal, conoce las ideas, aunque las haya olvidado. El alma debe emprender un camino que le haga recordar las ideas y culminar con el conocimiento de la idea de Bien. Por tanto, el conocimiento consiste en recordar (reminiscencia) lo que ya se sabía. Esto está relacionado con la técnica socrática de extraer la verdad de dentro de los dialogantes, la MayéÚtica.
La teoría de las Ideas expuesta anteriormente constituye el fundamento para la ética y política platónicas.
En La República Platón diseña un Estado de orientación ética. Propone un sistema político en el que se persigue, por encima de todo, el Bien de la comunidad, cosa que solo se conseguirá cuando los sabios gobiernen; esta teoría parte de la base de que el conocimiento del Bien, diviniza; quien conoce el Bien, lo ejerce. (intelectualismo moral)
A partir de este planteamiento, Platón justifica su concepción del Estado Ideal. Platón dirá que, dependiendo de la propia naturaleza, dependiendo de la parte del alma que domine a cada ciudadano, éste tendrá una función dentro de la República. Recordamos que para Platón, y según podemos comprobar en el “mito del carro alado” existen tres tendencias en alma que son la “racional”, la “irascible” y la concupiscible”
Pues bien, aquellos ciudadanos en los que domina la parte racional (que tienen la virtud de la prudencia), tienen que gobernar: son los sabios, los filósofos, los más capacitados para hacer el Bien, pues lo conocen.
A los que les domina la parte irascible del alma y tienen valor, se les encargará la defensa de la Polis (guardianes)
Aquellos ciudadanos en los que domina la parte concupiscible del alma serán los artesanos o productores.
Platón dará mucha importancia a la cuestión pedagógica dentro de la República, especialmente en lo que toca a la selección de aquellos ciudadanos que, por su tendencia natural al conocimiento de las Ideas, serán los encargados del gobierno justo de la polis.
Para Platón, una República equilibrada, armónica, es una República justa y ésa es una República gobernada por quienes conocen as Ideas, conocen el Bien; los filósofos.