Marx (1818, Renania) fue uno de los pensadores más influyentes de la Revolución Industrial, que tuvo como consecuencia el enfrentamiento entre las dos nuevas clases sociales, la burguésía y el proletariado. Asimismo, la obra de Marx se desarrolla en un ambiente intelectual positivista, su pensamiento surge de la crítica y reinterpretación de la filosofía de Hegel, así como de las ideas de Feuerbach sobre la alienación religiosa y el sentido negativo de enajenación. A su vez, también añadimos a sus antecedentes a A. Smith o D. Ricardo de la economía política inglesa, que asume que la economía capitalista se rige por leyes naturales, mientras que Marx la define como una ideología de la burguésía. Del socialismo utópico, coge las contradicciones que encuentran en el capitalismo. Entre sus obras, se puede destacar El Capital o El manifiesto comunista, entre otras.
A. ONTOLOGÍA
Marx propone el materialismo histórico, método que interpreta la realidad desde un punto de vista económico-político en función del modo de producción dominante en una sociedad.
Marx insiste en que la base del movimiento de la historia no son las ideologías, sino las condiciones materiales. Afirma que las ideas mediante las que el hombre se representa en la sociedad en la que vive, son un reflejo espontáneo de las condiciones materiales de vida que estructuran dicha sociedad. Por ello, mientras no se proceda a realizar una crítica de las ideologías no será posible la emancipación del género humano, permaneciendo este en un estado de alienación; es decir, de desconocimiento de su propia condición y de su mundo. Es en el idealista Hegel donde Marx encuentra el planteamiento básico de su filosofía, pero a la inversa: lo que evoluciona dialécticamente es la materia y no la idea. Según Hegel, la historia avanza dialécticamente en un proceso de tres momentos: tesis, antítesis, síntesis; es decir, primero se da una afirmación de algo, después la negación de ese algo, y finalmente, aparece un tercer momento que es la superación de los anteriores. En opinión de Marx, no se conservan superados los dos elementos precedentes sino que se eliminan. Marx recoge también las aportaciones de la economía política inglesa, sobre todo, de D. Ricardo y A. Smith. Critica que esta se trata de una ideología al servicio de la clase dominante (status quo) sin ley natural y además, justifica la propiedad privada como un derecho natural, cuando para Marx es fruto del robo. Además, coincidirá con Feuerbach en la idea de alienación religiosa: para amar al ser humano hay que eliminar a Dios, ya que este resulta alienante. Pero Marx sumará la idea de que la alienación religiosa es un producto de la alienación económica, puesto que es el conjunto de las relaciones sociales, y por tanto, determinante. Es la primera a combatir. Por otro lado, en El Capital Marx define al capitalismo como deshumanizador. El producto del trabajo es considerado como mercancía, que es la objetivación de una relación social que se manifiesta como una cosa misteriosa y con un poder propio (fetichismo de la mercancía) al ocultar la explotación de los trabajadores. El valor de uso es lo que cuesta producir cualquier mercancía y está determinado por el capital variable (sueldos) y el capital constante (materia prima). El valor de cambio es el valor efectivo en el mercado, que es mayor que el valor de uso (plusvalía). En definitiva, la solución para una sociedad capitalista que es alienante, es, según la filosofía del materialismo histórico, llegar a una nueva sociedad humanizadora: la comunista. El marxismo tuvo influencia teórica en las escuelas de Frankfurt, Althusser,… y una influencia práctica tras la Revolución soviética, donde el mundo se dividíó en dos bloques
.B. ANTROPOLOGÍA
Marx define al ser humano como Homo faber, es decir, práctico y trabajador.
Es productivo, material y se realiza a través del trabajo pero vive alienado por el sistema de producción capitalista. Con este trabajo, el ser humano produce sus condiciones materiales de vida y, al hacerlo, se produce a sí mismo como ser histórico; al mismo tiempo, el trabajador proyecta su esencia en la naturaleza al modificarla constantemente, por lo que se “humaniza”. Por todo lo anterior, a través del trabajo se debería realizar la esencia material y comunitaria del ser humano. Sin embargo, Marx observa que en la sociedad capitalista la alienación corroe la vida de las gentes, en la que el trabajador se ve desposeído del producto de su trabajo, pues este se convierte en propiedad de otro. En la filosofía alemana, el concepto de alienación ya ocupaba un lugar central: para Hegel lo que está en sí se aliena como paso imprescindible para ser verdad; mientras que para Feuerbach, la alienación equivale a la creencia religiosa, con la religión se pone la esencia del ser humano en algo que es ajeno, Dios. Marx coincide con Feuerbach tanto en su crítica a Hegel como en su defensa de una filosofía materialista y atea. Sin embargo, en cuanto sus propuestas, defiende que además de la alienación religiosa existe una alienación filosófica, que consiste en tratar los problemas desde un punto de vista únicamente teórico; una alienación política, que procede del estado burgués en el que existe un reconocimiento de los derechos humanos pero que no se produce en la práctica porque las condiciones humanas no lo permiten; una alienación social, que procede del antagonismo de clases; y una alienación económica, siendo esta última la raíz de todas las demás y cuya superación es la superación del resto
En el trabajo, esta alienación se produce a varios niveles: en la relación del trabajador con respecto al producto de su trabajo, el trabajador entrega al capitalista su producto a cambio de un salario injusto que adquiere un valor de cambio adicional (plusvalía) y que beneficia solamente al capitalista. En la relación del trabajador con respecto a su actividad productiva, el trabajador no se siente feliz sino desgraciado, esto es alienante porque es monótono y no es satisfactorio, lo que hace que se sienta esclavo. Con respecto a la naturaleza, el trabajador asalariado del sistema capitalista pierde la concepción de lugar a “humanizar” para verla como un objeto que puede utilizar para satisfacer sus necesidades. Con respecto a los demás hombres, no se alcanza el sentido de comunidad porque el burgués ve al obrero como simple forma de trabajo y a los demás burgueses como competidores. En la sociedad capitalista, la clase hegemónica es la burguésía y, la dominada, el proletariado y solo con el triunfo del proletariado en su enfrentamiento con la burguésía, podrá realizarse la plena emancipación del ser humano. Ahora bien, este habría vivido hasta el presente en una historia “natural” ciega, es decir, sin conocer las leyes que rigen la sociedad, que se plantea en contraposición a la historia racional, que empezará cuando el ser humano alcance su liberación. La solución que propone para acabar con esta sociedad capitalista es, entonces, la aparición de un sistema comunista sin distinción de clases. Para concluir, podemos decir que la concepción que Marx tiene del hombre podría resumirse en que el ser humano es algo natural que se distingue del resto de los animales, ya que transforma la naturaleza para poder sobrevivir, y como él forma parte de ella se transforma a sí mismo. Como consecuencia, se autorrealiza a través del trabajo. Cabe destacar que el marxismo tuvo influencia teórica en las escuelas de Frankfurt, Althusser,… y una influencia práctica tras la Revolución soviética, donde el mundo se dividíó en dos bloques.
C. POLÍTICA
Marx propone el materialismo histórico, método que interpreta la realidad desde un punto de vista económico-político, en función del modo de producción dominante en una sociedad. Marx insiste en que los elementos fundamentales que propician el movimiento de la historia no son las ideologías, sino las condiciones materiales. Para Marx, el ser humano es el sujeto de la historia, y establece con la naturaleza y con los demás humanos una serie de relaciones materiales. A esto lo llama la producción social de la vida, que varía según los diferentes modos de producción. La base económica de un modo de producción es la infraestructura, que a su vez está constituida por las fuerzas productivas (humana y medios de producción) y las relaciones sociales de producción (determinadas por las relaciones entre distintos agentes). Por otro lado, existe la superestructura o ideología, constituida por las representaciones ideológicas de la clase social dominante y por las instituciones políticas y jurídicas que determinan a las primeras. Así, cuando en la estructura de una sociedad se produce un desajuste entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales, se genera una contradicción en el modo de producción que desencadena un proceso de transformación social que en casos extremos será revolucionario. Por ello, considera que la ley que rige la historia la establece la lucha de clases. En la sociedad capitalista, la clase hegemónica es la burguésía y, la dominada, el proletariado y solo con el triunfo del proletariado en su enfrentamiento con la burguésía, podrá realizarse la plena emancipación del ser humano. Ahora bien, este habría vivido hasta el presente en una historia “natural” ciega, es decir, sin conocer las leyes que rigen la sociedad, que se plantea en contraposición a la historia racional, que empezará cuando el ser humano alcance su liberación. Los modos de producción de bienes materiales han ido variando a lo largo de la historia, así, en las sociedades primitivas no hay clases, explotación o propiedad privada; en el modo de producción esclavista el amo es el único ciudadano libre; en el modo asíático existe una propiedad privada de tierra administrada por burócratas; en el modo feudal el señor tiene la propiedad completa de los medios de producción y parcial sobre el trabajador, pues es siervo; y en el modo capitalista la fuerza de trabajo se convierte en mercancía. Todos estos modos de producción se basan en la explotación del hombre, por eso, el comienzo de esta historia racional mencionada anteriormente, lo marcará la configuración de una sociedad comunista en el que las diferencias de clase desaparecerán. Marx nunca define la sociedad comunista del siguiente modo: cada persona trabajará de acuerdo con sus capacidades y recibirá de acuerdo con sus necesidades; desaparecerán la oposición entre el trabajo intelectual y el manual, la propiedad privada y colectiva de los medios de producción, y el Estado como instrumento de poder. Finalmente Marx llega a la conclusión de que uno de los objetivos fundamentales de la revolución debía ser el derrocamiento del Estado burgués y la instauración de la Dictadura del Proletariado para desembocar en el comunismo. Con todo, en algunos momentos piensa que la llegada de la sociedad socialista y comunista se producirá pacífica y necesariamente, mientras que en otros, insiste en que la aparición de la sociedad sin clases será violenta si requiere la intervención del proletariado. Cabe destacar que el marxismo tuvo influencia teórica en las escuelas de Frankfurt, Althusser,… y una influencia práctica tras la Revolución soviética, donde el mundo se dividíó en dos bloques.