LOS Filósofos DE MILETO
Tales, Anaximandro y Anaxímenes fueron tres filósofos de la ciudad de Mileto (rica y floreciente colonia griega de las costas de Asía Menor —la costa egea de la actual Turquía—). Parece ser que Tales fue maestro de Anaximandro y éste de Anaxímenes. Los tres compartían una misma cosmovisión de la realidad basada en una intuición originaria: existe una única realidad, eterna, infinita, activa y cambiante, que es a la vez materia, vida y espíritu, de la cual surgen y a la cual retornan todas las cosas, de la cual todas están hechas y gracias a la cual todas llegan a ser lo que son. Tales pasa por ser el primer filósofo. Afirmó, según testimonios indirectos, que el agua, la humedad, es el principio (arjé) de todas las cosas. Cabe suponer que Tales señalaría diversas experiencias y fenómenos que pueden explicarse suponiendo que el agua es el principio de todo: 1.- sin agua es imposible la vida y, como la naturaleza es algo vivo, el agua es fundamental en la naturaleza; 2.- Las diversas cosas naturales, podrían entenderse como agua transformada en diversos estados, pues el agua se solidifica y se evapora. 3.- el agua es un principio activo que destruye los metales, disuelve sustancias, etc. Tales, además fue matemático, astrónomo y político. Demostró según se dice un teorema matemático, predijo un eclipse, y participó en la elaboración de leyes políticas. Anaximandro sostuvo que el principio o naturaleza de todo era «tó ápeiron»: «lo indeterminado”, «lo indefinido» o «lo infinito». Si Las diversas sustancias naturales son algo determinado y definido, de manera que cada una de ellas no es ninguna de las demás, el principio común de todas las cosas, no puede ser ninguna sustancia determinada y, precisamente por ello, puede transformarse en todas las demás. «Lo indeterminado» es concebido por Anaximandro como la sustancia universal y el principio universal de movimiento y vida. Como vemos la filosofía de Anaximandro constituye un pensamiento más abstracto que el de Tales. Anaxímenes siguió en la línea de Tales y propuso que el aire era el principio natural de todo. El término «aire» significaba también «aliento», de manera que quizás Anaxímenes quiso decir que el aire es el aliento vital que respira la naturaleza, un elemento sutil como el pensamiento.
LA Filosofía Pitagórica
Pitágoras era originario de la isla de Samos pero parece ser que por razones políticas emigró a la Magna Grecia (actual sur de Italia) donde desarrolló su labor filosófica. Tuvo muchos seguidores y constituyeron una escuela que era también secta religiosa y partido político. Sus creencias religiosas eran de origen órfico (de Orfeo; el orfismo era la religión iniciática más extendida en el sur de Italia). Creían en la reencarnación de las almas. Pensaban que mediante la investigación matemática y la filosofía el alma podía liberarse de la cadena de las reencarnaciones. Lo más importante del pitagorismo es su «filosofía del número». Los pitagóricos fueron ante todo matemáticos y esto determina su explicación de la naturaleza. El arjé es para ellos el número. ¿En qué lo basaban? Observaron que ciertas propiedades de los seres pueden ser expresadas matemáticamente. Aparte de algunos teoremas de geometría, el descubrimiento más importante lo realizó Pitágoras en el campo de la música. En la música es esencial la relación numérica: los intervalos entre las notas de la lira pueden formularse numéricamente, la altura del sonido depende de la longitud de la cuerda y es posible representar la escala con razones numéricas. Y la música es un modelo del funcionamiento del universo, ya que tanto el universo como la música son armonía, es decir, orden y belleza, e igual que la armonía musical depende del número, se puede pensar que ocurre así en el universo. Los pitagóricos creyeron que todos los seres son formulables matemáticamente y supusieron que los principios de las matemáticas son también los principios de la naturaleza. En resumen, para comprender esta filosofía del número hay que tener en cuenta que los pitagóricos dan la mayor importancia al orden, proporción y medida (acentuando un rasgo presente en otras expresiones del pueblo griego: la mesura), es decir, a la forma que trata la matemática. Cada ser particular es lo que es no gracias a sus elementos materiales, que son los mismos en todos, sino por las relaciones formales internas y externas. Lo preciso para dar razón de una cosa es la razón matemática de su estructura. Hay que reseñar la importancia del pitagorismo para el nacimiento de la ciencia moderna (Siglo XVII). Cierto pitagorismo, llegado de la mano del platonismo durante el Renacimiento italiano, le hará decir a Galileo que «la naturaleza es inteligible porque está escrita en caracteres matemáticos». Estas ideas han ejercido una gran influencia en la cultura occidental y han sido compartidas por muchos científicos y filósofos.
Parménides DE ELEA
Según Parménides, el principio del que hay que partir para explicar racionalmente la naturaleza está en decir que “el ente es, el no-ente, no es; no es posible que el ente sea el no-ente ni que el no-ente sea el ente”. El término «ente» es el participio presente del verbo ser y significa, por ello, «lo que está siendo» o, mejor aún, “lo que es”. Reformulando el principio, éste dice: «lo que es, es; lo que no es, no es; ni es posible que lo que es sea lo que no es, ni que lo que no es sea lo que es». El término griego correspondiente a “ente” se traduce también en castellano por el término “ser”, con lo que el principio de Parménides también aparece en algunos libros formulado de este modo: “el ser, es; el no-ser, no es; ni es posible que el ser sea el no-ser, ni que el no-ser sea el ser” Al sostener esta tesis Parménides formula un principio lógico fundamental: el principio de no-contradicción. Lo que significa que para explicar racionalmente la naturaleza lo primero que hay que hacer es no contradecirse, pues lo que es contradictorio en el pensamiento es imposible en la realidad. Afirmó Parménides que una misma cosa hay para el pensar y para el ser. Partiendo de esta tesis básica Parménides, mediante una serie de razonamientos abstractos, establece una serie de consecuencias con respecto a la naturaleza, que él identifica con todo lo que es o existe y la denomina “ser” o “ente”. 1ª Consecuencia: el ser, la realidad, es una. Es decir, existe una única realidad. Prueba: si el ser no fuera uno, al menos habría dos realidades. De estas dos, una sería el ser y la otra, para distinguirse, tendría que ser el no-ser; pero el no-ser ni es ni puede ser. Por tanto, no puede haber más de una realidad. 2ª Consecuencia: El ser, la naturaleza es inmóvil (no cambia) y eterna. Prueba: para que algo cambie debe convertirse en otra cosa distinta, pues si continúase siendo la misma cosa entonces no habría cambiado. Para que cambie, pues, el ser debe convertirse en algo distinto y lo único distinto al ser es el no-ser. Con lo que el ser, para cambiar, debería convertirse en el no-ser. Y como el no-ser (lo que no es) ni es ni puede ser, el ser no cambia y existe eternamente. Parménides contrapuso la vía de la verdad y de la razón frente a la vía engañosa de la opinión. El primer camino es el único posible para dar una explicación racional, lógica, de la naturaleza. Y pasa por no contradecirse y por darse cuenta de que el ser es uno, inmóvil y eterno. La segunda vía, la de la opinión, es la vía vulgar, contradictoria, que es incapaz de concebir la unidad de la naturaleza.