La coherencia entre los principios del conocimiento, los instrumentos del conocimiento y el resultado de conocimiento del proceso de conocimiento

Idea:


es un objeto que existe en un mundo separado del material, y se caracteriza por ser universal, eterno, único, perfecto e inmaterial. Esta realidad ideal es la que serviría como modelo al demiurgo (inteligencia ordenadora) en el acto de creación de la realidad material: cada cosa material imita o participa de su Idea correspondiente.

Mundo sensible:

Se corresponde con la realidad material, y es el mundo que conocemos a través de los sentidos. En este mundo no es posible llegar a la verdad, pues está sometido permanentemente al cambio. Con todo, dentro del mundo sensible, Platón distingue dos tipos de conocimiento:
Imaginación, centrado en la imagen de las cosas, su apariencia y creencia, que implicaría un conocimiento del objeto material.

Mundo inteligible:

Es la realidad a la que accedemos por medio de nuestra razón, y sería el mundo de las Ideas. Por tanto, es un mundo de verdades abstractas, y universales, en el que Platón señala otras dos formas de conocimiento: inteligencia discursiva y ciencia o pensamiento. La primera de ellas se ocuparía de los objetos matemáticos y serviría de preparación para el mayor conocimiento al que puede aspirar el ser humano, que consistiría en la contemplación intelectual de las ideas.


Bien:


tal y como nos lo presenta en la República, el Bien es para Platón la Idea más alta a la que puede aspirar el ser humano, y también la más difícil de conocer, accesible solo para el sabio. El filósofo griego estima que la Idea de Bien sería la Idea suprema, y que, similar a la luz del sol, confiere inteligibilidad al resto de Ideas, que de una forma más o menos directa participan del Bien. Esta Idea de Bien es el objetivo último del sabio o dialéctico, y aquel que la conozca será la persona más adecuada para gobernar.

Razón:

Es para Platón la mayor capacidad de conocimiento del ser humano, y sería la encargada del conocimiento del mundo inteligible. Es por tanto el rasgo distintivo del ser humano, y lo que nos permite llegar a la verdad, que Platón sitúa en el mundo inteligible. El conocimiento racional será para Platón siempre superior al empírico.

Doxa:

término griego que suele traducirse como opinión y hace referencia al conocimiento del mundo sensible. La doxa sería el medio natural de los sofistas: si se trata de un conocimiento no verdadero, todo será objeto de opinión, y el lenguaje podrá orientarse en una u otra dirección para conseguir que las cosas parezcan lo que más pueda interesar en cada caso. En consecuencia, la doxa será un conocimiento falso, centrado en lo sensible, y dependiente siempre de intereses ajenos a la verdad. Se divide en imaginación y creencia.


Episteme:


es el conocimiento propio del mundo inteligible, por lo que es superior a la opinión y nos conduce al descubrimiento de la verdad. La episteme, habitualmente traducido como ciencia, incluiría la inteligencia discursivo y el pensamiento. En consecuencia, la episteme apuntaría a la mayor abstracción que puede alcanzar el conocimiento humano.

Virtud:

aparece caracterizado en varios diálogos, por lo que es muy difícil dar una única definición del mismo. Es posible encontrar al menos tres caracterizaciones, no distintas, sino complementarias: sabiduría, purificación, armónía. El virtuoso es el sabio, aquel que empeña su vida en el conocimiento de las Ideas. Esto nos lleva casi de un modo natural al segundo significado: la virtud implica una renuncia a los placeres corporales en favor del cultivo del conocimiento. Y finalmente, quien haya alcanzado la sabiduría, quien conozca el Bien, tiene necesariamente que ser alguien armónico, cuyas “almas” estén en equilibrio, cumpliendo cada cual con la función que le corresponde.

Justicia:

es la virtud fundamental de la polis y el tema central de la República. Será justa aquella polis en la que cada cual se ocupa de aquella función para la que está mejor preparado, sea gobernante, guardián o productor. El equilibrio de estas tres clases sociales y el hecho de que estén integradas por las personas más adecuadas para cada una de estas tareas es lo que provoca que surja la justicia, que igualmente puede entenderse, en el terreno ético, como un equilibrio entre las tres partes del alma que señala Platón (pensamiento, sentimientos e institutos o impulsos).


Sustancia:


es el tipo primordial de ser, de existir, el primer sentido y el más auténtico en el que utilizamos la palabra ser. Para Aristóteles es sustancia la cosa concreta, lo más próximo a nosotros, marcando así distancias respecto al dualismo platónico. A través del concepto de sustancia Aristóteles devuelve a la realidad material el valor que le había quitado Platón, entendiendo que es digno de estudio y atención. En el libro V de la Metafísica, Aristóteles distingue dos sentidos principales de la sustancia: “el sujeto último que ya no se predice de otra cosa”. Sería entonces la sustancia el sujeto mismo, siempre que éste sea una cosa identificable, que se pueda señalar con el dedo. En segundo lugar, es también “lo que siendo algo determinado es capaz de existencia separada” (forma). Esto dará lugar a la distinción entre sustancia primera (cosas particulares) y sustancia segunda (forma o esencia de las cosas).

Ciencia:

Combinando diversas ideas de Aristóteles sobre la ciencia, podríamos definirla como conocimiento universal y necesario de principios y causas. La ciencia, entonces, se encarga de lo universal, es decir, de lo que vale para todos los casos particulares y esto marca una distancia muy grande respecto a la mera opinión, que suele girar precisamente respecto a alguna circunstancia concreta. Igualmente, aspira a conocer los principios y las causas, movíéndose en el terreno de la abstracción. Aristóteles distingue además tres tipos de ciencias: teóricas, prácticas y productivas.

Materia:

la materia sería aquello de lo que está hecha la sustancia. Coincide por tanto con la causa material. La materia es uno de los componentes necesarios para que haya sustancia: no existe sustancia sin materia, por lo que de una forma indirecta Aristóteles está afirmando frente al desprecio platónico el valor de la misma como objeto de conocimiento.


Forma:


es la esencia de cada cosa, aquello por lo que es lo que es y no otra cosa distinta. Esta presentación del concepto puede parecer abstracta y confusa, pero esto se debe precisamente a que la forma no se da separada de la materia, sino precisamente unida a la misma, dando lugar así a la sustancia. Es decir, las formas no existen separadas de las cosas, tal y como había afirmado Platón.

Potencia:

es el conjunto de capacidades o posibilidades de cada realidad. Para Aristóteles, una cosa no se agota solo en lo que es en el momento actual, sino que encierra de si un cúmulo de opciones, que pueden realizarse o no en el futuro. Estas posibilidades existen “en potencia”. Aristóteles distinguía dos tipos de potencia: activa y pasiva. La activa es aquella cuya realización depende de una acción emprendida por el sujeto, mientras que en la pasiva el objeto recibe la acción. Para referirse a la potencia Aristóteles utiliza la palabra Dýnamis, que también nos evoca el concepto de “fuerza”.

Acto:

es el conjunto de cualidades del objeto que están realizadas en el momento presente. Acto es entonces sinónimo de realización, perfeccionamiento: sería una potencia que deja de serlo para constituirse en realidad palpable. Aristóteles utiliza dos palabras griegas que suelen traducirse como acto: energeia y entelequia. Esta segunda nos da una pista para comprender aún mejor el concepto de acto: sería aquello que ha alcanzado su fin, que se ha realizado en el sentido pleno de la palabra.

Alma:

principio de actividad. El concepto de alma en Aristóteles está muy influenciado por sus escritos biológicos y llegó a diferenciar tres tipos de alma, fijándose precisamente en el tipo de funciones que van asociadas a cada una de ellas: vegetativa, sensitiva y racional.


· Causa:

Aristóteles distingue cuatro sentidos en los que se puede utilizar la palabra causa. Serían los siguientes: material, formal, eficiente y final. Él mismo va desgranando estos sentidos en el libro V de la Metafísica. Es causa material “aquello de-lo-cual se hace algo”. Es causa formal, “la forma y el modelo, es decir, la definición de la esencia y los géneros de esta. Por su parte es causa eficiente “aquello de donde proviene el inicio primero del cambio y del reposo”. Y por último sería causa final el “fin, y éste es aquello para-lo-cual: por ejemplo, el del pasear es la salud. ¿Por qué, en efecto, pasea? Contestamos: para estar sano, y al contestar de este modo pensamos que hemos aducido la causa.”

· Abstracción:

esta palabra resume el proceso de conocimiento del ser humano, tal y como lo concibe Aristóteles. La abstracción es la formación de conceptos que nos sirven para comprender y explicar mejor la realidad. Estos conceptos han de ser tan generales como sea posible, para que de esta forma tengan más capacidad explicativa. El conocimiento parte siempre de lo particular, pero los objetos “imprimen” su forma en el entendimiento del sujeto que se encarga después de construir los conceptos correspondientes. El conocimiento humano es abstracción, pero esto no implica dejar de lado la experiencia empírica que es el punto de partida para la misma. Igualmente, las ideas abstractas de la filosofía aristotélica tienen sentido en la medida en que nos sirven para comprender las cosas. Si no es así, han de verse sometidas a la misma crítica que el estagirita formuló contra las Ideas de Platón.

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