La razón de su rechazo es que implica dolor y sobre todo por su falta de sentido; cuando sufrimos lo que realmente nos atormenta es no entender el porqué de este sufrimiento.
La religión ofrece una respuesta y un consuelo al afirmar que podremos superar el dolor cuando, al morir alcanzamos la otra vida plena en la que no tiene cabida el sufrimiento. La vida verdadera que es ésta, según Nietzsche, pierde su valor al tener sólo carácter transitorio, como preparación para alcanzar la otra vida tras la muerte, que es sólo una ilusión porque no existe. De este modo se proporciona un falso consuelo.
Otra razón que explica que se haya creído durante tiempo en la ilusión de un más allá es la siguiente: la religión se origina además por el miedo que siente el hombre por su incapacidad para asumir su propio destino y darse unos valores.
Nietzsche en su análisis de la moral diferencia dos tipos básicos: moral de señores y moral de esclavos. La moral de esclavos tiende a igualar al todo el mundo, eliminando las diferencias reales entre los hombres, y su raíz está en el instinto de venganza contra forma de vida superior (la noble) aunque se disfrace con sentimientos de piedad y amor al prójimo. No crean valores, sino que reaccionan, invirtiendo los valores originarios; Nietzsche considera que el cristianismo y el judaísmo que forman la moral tradicional fomentan valores contranaturales por defender la renuncia a esta vida, a los instintos y sentimientos que la afirman. La moral de esclavos fomenta la obediencia, el sacrificio, la humildad, la culpa, el pecado.
La moral de señores o noble nace de los estados anímicos elevados, es una moral activa que crea valores.
Al principio, en la cultura griega, la virtud era equivalente a la fuerza y el bueno era el poderoso y el mejor. Sin embargo, los decadentes para la vida (que son mayoría) se agrupan y rebelan invirtiendo los conceptos morales y la virtud se asocia a la renuncia de los placeres, de las pasiones y ambiciones humanas y se identifica la virtud con el saber, relegando el cuerpo para fomentar el cultivo del alma.
La moral de esclavos se mantiene tanto tiempo por la incapacidad de la mayoría de los seres humanos de aceptar la vida tal y como es.
Nietzsche habla de la muerte de Dios y con esta expresión se hace referencia al creciente abandono de la visión religiosa y cristiana del mundo (secularización).
La muerte de Dios simboliza la pérdida de los valores y referentes absolutos. Y la consecuencia inmediata e inevitable de la muerte de Dios es el Nihilismo.
Si Dios no existe, y era el fundamento de las normas y usos tradicionales, entonces el hombre se encuentra desorientado y perdido.
Para Nietzsche existen dos tipos fundamentales de Nihilismo:
Nihilismo pasivo: está en la raíz de la tradición metafísica y religiosa e implica un pesimismo ante esta vida. Cuando se toma conciencia de la pérdida de referentes absolutos por la muerte de Dios se sigue optando por la inactividad y por lo nocivo para esta vida
Nihilismo activo: este Nihilismo es propenso a permitir llenar el vacío que ha dejado la pérdida de valores absolutos creando nuevos valores. Este tipo de Nihilismo sí permite su superación.
El Nihilismo es necesario para que el ser humano conquiste su libertad.
La muerte de Dios debería haber provocado una exaltación de la vida, pero sólo ha dado lugar, según Nietzsche, a “débiles temblores”.
EL SUPERHOMBRE
Para Nietzsche el hombre es un ser incompleto porque no comprende el verdadero sentido de pertenencia a la tierra. Es un ser intermedio entre la bestia y el superhombre.
En la primera parte de Así habló Zaratustra se incluye la narración donde se muestra las tres transformaciones del espíritu://En primer lugar, el espíritu se convierte en camello y se resigna a la pesada carga de negar la única vida existente y se inclina ante los valores trascendentes que niegan la vida.
Posteriormente el camello se transforma en león que posee la valentía necesaria para rebelarse contra las cadenas del pasado.
Este animal simboliza la destrucción de los valores establecidos.
Al final el león se transforma en niño que, desde el ejercicio pleno de su libertad, ya puede crear y proyectar nuevos valores a partir del juego. Desde la inocencia plena, libre de odio, el niño (que simboliza el superhombre).
Con la llegada del superhombre se consolida las fuerzas vitales individuales. El superhombre prioriza la vida terrena para afirmarla. Es un espíritu libre que se caracteriza por la audacia y el afán de superación a través de la proyección de los nuevos valores. Además, lo conduzca al superhombre se considerará ascendente para la vida, mientras que lo que se aparte de él será decadente.
Para el superhombre lo único que posee carácter obligatorio es la propia vida que no debe eludirse y la afirma sin recurrir a nada externo. No hay que olvidar que afirmar la vida es quererla tal y como es. Nietzsche afirma que el superhombre encuentra sentido al sufrimiento en esta vida porque hace posible manifestar las virtudes heroicas.
Sólo el superhombre comprenderá la esencia de la vida como voluntad de poder y sólo su fuerte amor por la vida hará posible la aceptación del eterno retorno.
LA VOLUNTAD DE PODER
La voluntad de poder no es un simple poder de conservación de la vida. Esta clase de voluntad debe considerarse como una fuerza o energía vital que tiende a afirmarse. La voluntad se caracteriza por ser creadora de valores y por su modo de ser independiente. La voluntad de poder, en su afán de superación, implica un crecimiento vital hacia una mayor fuerza, capacidad y desarrollo.
Desde un punto de vista cosmológico, afirma que toda fuerza activa posee un impulso de lucha hasta llegar el límite de su poder. Desde un punto de vista vital, cada hombre está formado por un conjunto de fuerzas pasionales y genuinas que tienden a desarrollarse y que se manifiestan como voluntades.
EL ETERNO RETORNO
El concepto nietzscheano del eterno retorno está vinculado a su afán de afirmar la vida en su totalidad.
Nietzsche, al elaborar esta doctrina, lo que hace es romper la concepción lineal del tiempo que diferencia entre pasado, presente y futuro. La interpretación lineal del tiempo se conforma a partir de momentos irrepetibles.
El eterno retorno significa que todo se repetirá de nuevo en sucesivos ciclos cósmicos. Así, la repetibilidad sería la esencia oculta del transcurso del tiempo. El eterno retorno implica que todo volverá a suceder de nuevo y simboliza la aceptación plena de esta vida terrenal.