Sensibilidad y entendimiento Kant

Immanuel  Kant  nacíó el 1724 en Prusia, en  una  familia  de artesanos  de  creencias pietistas. El pietismo era una rama del luteranismo. Comenzó interésándose por la  filosofía  racionalista  de Wolff,  un  seguidor  de  Leibniz,  y  por la  física  de Newton.  Ambos  aspectos,  su  Racionalismo  y  su  interés  por  la  ciencia,  son típicos  de  un  filósofo de la Ilustración. 

Al  acabar  sus  estudios  universitarios, trabajó  como  preceptor  de  los  hijos  de  varios  nobles  de  la  regíón,  hasta  1755,  año  en  que comenzó  a  dar  clases  en  la  universidad,  primero como docente libre,  y  luego  como  profesor  ordinario,  hasta  su  retiro  en  1796. Murió en 1804,  dejando  escritos  varios  libros que cambiarían la filosofía europea. 

Señalán  dos  periodos  en  sus  obras.  Un  periodo  inicial, precrítico,  en  que  sigue  el  Racionalismo  de Wolff,  que  entiende  la  filosofía  como  una  ciencia  deductiva  a  partir  de  primeros  principios. Pero  más  tarde  leyó  a  los  ilustrados,  especialmente  a  Rousseau  y  Hume,  y  la  lectura  de  éste  último “me  sacó  de  mi  sueño dogmático”, el Racionalismo. 

Periodo  crítico. Tras asumir las  críticas  de Hume al  Racionalismo,  trató  de  construir  una  nueva  filosofía,  el  criticismo,  combinación  de  Racionalismo y Empirismo. Kant aceptó que el conocimiento comienza con la  experiencia,  pero  trató  de  superar  el  escepticismo  de  Hume  al  restablecer la  validez absoluta de las leyes científicas.

El  criticismo  parte  de  la  idea de crítica para  el  análisis del conocimiento. Para  Kant, la  filosofía  es más  una  actividad  que  un  saber teórico, por eso afirmaba que no hay que aprender filosofía, sino aprender a  filosofar,  lo  cual  consiste  en  tratar  de  contestar  a  las  preguntas  fundamentales  sobre el ser humano. ¿Cuáles? Según Kant son básicamente tres: 

A)  ¿Qué  puedo  saber?  b) ¿Qué debo hacer? C)  ¿Qué puedo esperar?

Kant dirá posteriormente que estas preguntas pueden reunirse en una sola:  ¿Qué es el hombre?, lo cual resumiría su filosofía como Antropología. 

Teoría del conocimiento: Crítica de la Razón Pura. 

Kant trata de responder a la pregunta: ¿qué podemos saber? 

Todo conocimiento se expresa mediante juicios que  tienen la  forma
S  es  P. Estos  juicios  son  afirmaciones  sobre  la  realidad  que  pueden  ser  verdaderos  o  falsos.  Para  que  estos  juicios  sean  Ciencia,  es  decir,  conocimiento verdadero, los juicios han de ser ‘universales’ y ‘necesarios’. Esto último supone que  el conocimiento científico ha de ser absoluto, como en las matemáticas. 

Hay dos tipos de juicio:

I. Juicios analíticos: son aquellos en que el predicado (P) está implícito en el  sujeto (S). Son juicios ‘explicativos’, o analizan aspectos ya presentes en el sujeto. Lo explican, pero no amplían nuestro conocimiento. Los juicios  analíticos  son  a  priori,  independientes  de  la  experiencia, aunque también se cumplan en ella.

II. Juicios sintéticos: son aquellos en que el predicado no está implícito en el  sujeto. Combinación de un sujeto y un predicado que son independientes.  Por  eso  son  ‘ampliativos’,  amplían  nuestro  conocimiento.

Generalmente los  juicios  sintéticos  son  a  posteriori,  es  decir,  utilizan  la  experiencia para comprobar que efectivamente existe una conexión entre el sujeto  y el predicado. Pero desde la crítica de Hume a la inducción sabemos que a partir  de  la  experiencia  no  podemos  establecer  leyes  universales  y  necesarias.  Por  eso  Kant cree que para poder construir una ciencia, que necesita verdades universales  y  necesarias,  tiene  que  haber  juicios  sintéticos  a  priori,  esto  es,  juicios  que  sean  ampliativos, pero que sean verdaderos al margen de la experiencia. 

El  objetivo  de  la  Crítica  de  la  Razón  Pura es  tratar  de  explicar  cómo  son  posibles  los  ‘juicios  sintéticos  a  priori’,  para  ver  si  es  posible  fundamentar  la  Matemática, la Física  y la Metafísica. Kant,  finalmente,  creyó lograrlo  con las  dos  primeras, pero no con la última.

La  estructura  de  la  Crítica  de  la  Razón  Pura tiene  tres  partes  que  se  corresponden con las tres facultades del conocimiento: A) La Sensibilidad; B) El  Entendimiento y C) La  Razón.

A. ESTÉTICA TRASCENDENTAL (El conocimiento sensible) 

Estética deriva  de sensación),  por eso esta es la parte relacionada con el conocimiento sensible. Según Kant “todo nuestro conocimiento comienza por la  experiencia”  a  través  de  los  sentidos,  aunque  no  todo  en  el  conocimiento  proceda  de  ella.  Llama  Sensibilidad a  la  capacidad  de  recibir  representaciones. Define fenómeno como el objeto  de  una  ‘intuición  empírica’  o  captación  directa  del  objeto  por  la  sensibilidad. 

El  fenómeno es  una  síntesis  de  lo  dado  por  las  cosas y las formas a priori de  nuestra  sensibilidad,  que  ponen  orden en  el  caos  de  los  datos  sensibles.  En  esta  síntesis  vemos  presentes  desde  el  inicio  elementos  del  Empirismo  y  el  Racionalismo.  Por  un  lado  los  datos  empíricos  (sensibles) y por otro las formas a priori, condiciones internas que sustituyen a las  ideas  innatas. Puede  observarse  la  influencia  del  hylemorfismo  de  Aristóteles: 

El estudio de estas formas a priori es trascendental.Estas  formas son las condiciones de  posibilidad  de  la  experiencia  misma,  sin  ellas  es  imposible  el  conocimiento  sensible.

¿Cuáles son las formas a priori de la sensibilidad? Kant sostiene que han de  estar presentes en toda sensación, pero tienen que  estar  dentro  de  nosotros  mismos.  Dice  que  son  dos:  el  espacio,  la  forma  de  la  sensibilidad externa con la que  organizamos las  relaciones, y el  tiempo,  la  forma  de  la  sensibilidad  interna  que  permite  ordenar  los  estados  internos según un antes y un después. 

Kant justifica que el espacio y el tiempo sean internos a partir del criterio de  experiencia  de  Hume:  no  tenemos  ninguna  experiencia  sensible  de  ellos  sin  los  objetos. Veamos: ¿con qué sentido captamos el tiempo? Podemos ver desplazarse  espacialmente  la  aguja  de  un  reloj,  pero  ¿podemos  ver el  tiempo en  sí mismo?
¿podemos  oírlo  o  tocarlo?  La  respuesta es  que no. Lo mismo sucede con el espacio en sí mismo si retiramos todos los objetos  que  nos  sirven  como  referencia  para  pensar  en  él.  Kant  considera  que  espacio  y  tiempo  no  son  conceptos,  sino  ‘intuiciones  puras’. Son el aquí  (espacio) y el  ahora (tiempo) de cada experiencia sensible, pero no existen fuera de nosotros.

Como no dependen de la experiencia, podemos conocer a priori sus leyes de  funcionamiento. De aquí derivan la Geometría, y la Aritmética.

En el conocimiento sensible hay un sujeto que trata de conocer  un  objeto,  para  lo  cual  se  forma  representaciones internas  que  recogen  los  datos  externos de los sentidos y los organiza mediante el espacio y el tiempo. 

El sujeto sólo puede conocer un objeto o cosa como fenómeno, la  cosa como es para él a través de los filtros del espacio y el tiempo, pero no puede  saber cómo  es  el  objeto  en  sí  mismo,  es  decir,  el  nóumeno o  esencia,  este  es  incognoscible. 

B. ANALÍTICA TRASCENDENTAL (Entendimiento) 

La Analítica estudia el entendimiento.
El pensamiento es la elaboración  conceptual  de  las  intuiciones  sensibles. Cada una de estas  sensaciones  particulares  está  determinada  por  un  ‘aquí’  y  ‘ahora’. La  función del entendimiento es  “unificar” lo múltiple de las intuiciones  sensibles  particulares  en  conceptos generales. 

Para Kant hay dos tipos de conceptos: 

B.1  Conceptos  empíricos:  son  generalizaciones  de  la  experiencia, y  son  necesarios para pensar, pero son insuficientes para formar juicios científicos, esto  es,  juicios  universales  y  necesarios,  por  la  insuficiencia  de  la  inducción  para 

fundamentarlos. Necesitamos algunos juicios sintéticos a priori, y para ello  son precisos un segundo tipo de conceptos, las categorías. 

B.2  Conceptos  puros  o  categorías:  son  ‘formas  conceptuales’,  modos  de  relación con validez universal a priori. Según Kant hay 12 categorías, que derivan  de  los  12  tipos  de  juicio  que existen. Las  más  importantes son las categorías de substancia y causalidad.  

La  categoría  de  causalidad es  la  más  importante, permite fundamentar  una  Física  pura, una  Física  que  impone a la naturaleza o mundo fenoménico una serie de leyes necesarias,  como  el  Principio  de  causalidad. Este es un principio universal y necesario que permite establecer la Física empírica  como  ciencia. La  causalidad había  sido  criticada  por Hume  como  verdad  universal. Kant  trata  aquí  de  recuperarla  como  una  verdad  interna,  a  priori,  pues  sabe  que  no  puede  fundamentarla  en  la  experiencia. Pretende  recuperar  las  leyes  de  la  Física  clásica como verdades absolutas. 

C. DIALÉCTICA TRASCENDENTAL (Razón) 

Razón tiene en Kant un uso específico diferente que el Racionalismo. Para Kant,  la  Razón  organiza  todo  el  sistema  de  los  conceptos  del  entendimiento  en  unas  pocas  ideas. La  Razón  ‘unifica’ los  conceptos  en  solo  tres  Ideas  trascendentales de la Razón: Alma, Mundo y Dios. 

-El Alma unifica la totalidad de la experiencia interna. 

-El Mundo unifica la totalidad de la experiencia externa. 

-Dios unifica la totalidad de lo que existe. 

Las ideas trascendentales carecen de contenido, de ellas no podemos tener  intuiciones empíricas, no podemos  tener experiencia  de la totalidad. Por ello la Razón forma estas Ideas al margen de la experiencia y de  ellas no podemos tener propiamente conocimiento. 

A  pesar  de  no  ser  conocimiento estas  Ideas  no  son  inútiles.  Según  Kant tienen un uso regulativo. De  ellas  se  derivan  una  serie  de  Postulados o supuestos, que son un tipo de creencia o fe en la que se basará la Ética  o Razón Práctica.


Los principales Postulados de la Razón Práctica son: la existencia de Dios, la  inmortalidad  del  alma  y  la  libertad  de  la  voluntad.

 Ética: Crítica de la Razón Práctica 

¿Qué  debemos  hacer?

En la Dialéctica trascendental, Kant planteaba  la antinomia de la libertad. Llama antinomia a una contradicción irresoluble. Hay  un argumento  básico para defender la tesis: ‘somos  libres’, que  todos  tenemos a  veces la experiencia interna de  tomar decisiones sin  ser  coaccionados.  Pero  también  hay otro  para la  antítesis:  ‘no  somos libres’,  que  somos seres naturales que seguimos las leyes de la naturaleza.

La libertad de la voluntad es indemostrable, pero se puede justificar por las  consecuencias prácticas absurdas que se derivarían si la sociedad supusiera que no  somos  libres. De aquí deriva Kant su Postulado de la  Razón: somos libres. De hecho, para Kant, la libertad de la voluntad es la esencia  humana,  algo  que  no  es  observable,  porque  si  lo  fuera,  sería  un  fenómeno natural y estaría sujeto a la ley de causalidad. 

Kant  entiende la libertad  como  autonomía,  significa  que  uno  se  da  a  sí  mismo  su  ley  de  acción,  que  decide  cómo  ha  de  actuar. Llama  heteronomía a  actuar  siguiendo lo que otro dice u ordena. Dice que  la ilustración consiste en abandonar la ‘minoría de edad’, y comenzar a  pensar y actuar por uno mismo, es decir, comenzar a ser autónomo. 

Sin embargo la autonomía no significa hacer lo que a cada uno le venga en  gana. Para ser autónomo, la ley de acción que uno se da,  ha  de  tener  realmente  forma  de  ley, ser  la  misma  para  todos. Kant  distingue  entre  éticas  materiales y formales.  

Éticas materiales son aquellas que determinan la voluntad mediante deseos, como buscar el placer o la felicidad. Dado que sus  mandatos son empíricos, no pueden generalizarse en forma de leyes.  De  aquí  derivan imperativos que  son hipotéticos o  condicionales,  porque las  acciones  que  se  proponen  no  se eligen  por  sí mismos,  sino  que  son medios o  condiciones  para conseguir un fin distinto: el placer o la felicidad. Hasta Kant todas las  éticas han sido materiales. 

Éticas formales. Para que una máxima  sea universal , ha de  ser formal, no material, ha de tener la forma de una ley y ser válida para  todos  los  casos. Para  Kant  eso  significa  que  tales  máximas  han  de  ser  imperativos  categóricos.  No  pueden  ser  mandatos  con  un  contenido  concreto que ordenen hacer esto o lo otro, sólo indican qué forma ha de tener una  máxima o prescripción para ser moral: ser universal.

Kant  propone  tres  formulaciones  del  imperativo  categórico.  La  primera:  es  simplemente  el  criterio  formal  de  la  universalidad,  que  sea  válida  para  todos.  La  segunda  lo  conecta  con  la ‘dignidad  humana’,  considerar  a  cada  humano  como  un  fin  en  sí  mismo.  De  aquí  derivará la  universalidad  de los Derechos Humanos.  Finalmente Kant  señala  que  este imperativo está recogido implícitamente en la regla de oro

Esta forma de la ley moral la encuentra cada uno dentro de sí mismo como  deber. Esto  es  realmente  la  ‘autonomía’,  actuar cumpliendo con el deber que encuentro en mi interior. Kant  era  consciente  de  la  elevada  exigencia  del  imperativo  categórico, que algunos han visto emparentado con el rigor moral del pietismo en  que  fue  educado.

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