1. La ética formal de Kant frente a las éticas materiales:
1.1 Las éticas materiales o teleológicas:
La ética kantiana es novedosa dentro de la historia de la filosofía: las éticas anteriores eran
materiales pero la ética de Kant es formal. Las éticas materiales son las que fijan un bien supremo
para el ser humano como criterio de bondad de su conducta. Tiene contenido porque establece un
bien supremo y dice lo que ha de hacerse para conseguirlo.
1.2 Crítica de Kant a las éticas materiales:
Kant rechazó las éticas materiales porque presentan una serie de deficiencias. En primer lugar
son empíricas (a posteriori), su contenido está extraído de la experiencia. A Kant esto le
preocupa porque pretende formular una ética cuyos imperativos sean universales y de la
experiencia no pueden extraerse principios universales. En segundo lugar, los preceptos de las
éticas materiales son hipotéticos, sólo valen de modo condicional, como medios para
conseguir un fin. En tercer lugar, las éticas son heterónomas, es decir, el hombre recibe la ley
desde fuera de la razón, por lo que no está actuando libremente; la voluntad está determinada a
obrar por el deseo o la inclinación.
En consecuencia, una ética universal tiene que ser a priori, con imperativos categóricos y
autónomos. Por tanto, no puede ser material, sino formal. Una ética formal está vacía de
contenido, porque no establece ningún fin ni nos dice lo que debemos hacer.
2. La ética formal de Kant:
2.1 El concepto de “deber” y de “voluntad buena”:
El interés de Kant es hallar el fundamento de la moralidad. Comienza refiriéndose al concepto de
voluntad buena, aquello que es bueno por sí mismo, no por las acciones que realiza ni por su
adecuación a los fines que persigue; es el bien supremo y la condición de cualquier otro fin.
El fundamento del deber hay que buscarlo a priori: los juicios morales son universales y
necesarios y nada que dependa de la experiencia puede ser fuente de universalidad y necesidad.
Kant distingue entre obrar conforme al deber (legalmente) y obrar por deber (moralmente). Una
acción tiene valor moral si es realizada por deber y no porque sea realizada conforme al deber, ya
que ningún móvil empírico puede servir de fundamento de la moralidad. El deber es la necesidad
de una acción que debe ser realizada por respeto a la ley o de acuerdo con la ley. Por tanto, obrar
por deber es obrar por respeto a la ley o tener como fundamento de nuestra voluntad únicamente
la representación de la ley moral. Una voluntad es buena cuando obra por deber.
2.2 El principio formal práctico o ley moral:
Esta ley moral se puede enunciar así: yo debo obrar siempre de tal manera que la máxima de mi
acción se convierta en ley universal del obrar. La máxima son las razones que mueven al sujeto a
obrar cuando realiza una determinada acción. La máxima de un sujeto que obra por deber es
querer que su máxima se convierta en ley universal. Es un principio formal, ya que se trata
simplemente de la forma que deben adoptar todas las máximas. Además esta ley moral no es a
posteriori porque se obtiene a priori de la razón humana.
2.3 La ley moral adopta para los hombres la forma de imperativo:
Kant denomina voluntad santa a aquella que es en sí misma conforme con la ley moral de la razón
práctica. Sin embargo, la voluntad humana no está constituida de tal manera que coincida
siempre con la ley moral de la razón práctica, sino que está también bajo la influencia de
inclinaciones. Por ello la ley moral se presenta a la voluntad humana en la forma de imperativos.
Estos se expresan en forma de un “deber ser” y sólo tienen lugar en el caso de una voluntad que
no coincide totalmente con la ley moral.
2.3.1 Clases de imperativos:
Kant distingue entre los imperativos hipotéticos y los categóricos. Los primeros son aquellos que
consideran una acción como buena si sirve para conseguir algún propósito. Los imperativos
categóricos declaran una acción como buena en sí misma y no por referencia a ningún fin.
Sólo el imperativo categórico es moral porque es el único que vale de modo necesario e
incondicionado. Las tres formulaciones más importantes del imperativo categórico son las
siguientes: obra siempre sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se
torne en ley universal; obra como si la máxima de tu acción debiera volverse por tu voluntad ley
universal de la naturaleza; obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en
la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca sólo como un medio. Las dos primeras se
centran en la forma que debe adoptar la máxima de la acción pero según la tercera hay que obrar
de tal manera que el uso que se haga tanto de sí mismo como de los demás sea siempre como
fines en sí mismos y nunca solamente como medios. Según Kant, los hombres no son seres que
tengan solamente un valor relativo, sino que tienen un valor absoluto como fines en sí mismos,
porque tienen dignidad. Por ello la ley moral es la de obrar según máximas que puedan ser
universales.
3. La autonomía de voluntad:
Cuando la voluntad se somete a la ley moral expresada con el imperativo categórico, está
sometíéndose a la ley que ella misma se da. Por tanto, es una voluntad autónoma. La autonomía
de la voluntad, la libertad, es el principio de la moralidad, mientras que la heteronomía de la
voluntad es el origen de todos los principios ilegítimos de la moralidad.
4. Los postulados de la razón:
En conclusión, la Crítica de la Razón Pura conducía a la distinción general de todos los objetos
en fenómenos y noúmenos. En cuanto fenómenos todos los objetos están sometidos a las leyes
de la naturaleza, que son deterministas, excluyendo la libertad. En cuanto fenómeno el hombre no
es libre. Por otra parte, la posibilidad de conocer los noúmenos quedaba rechazada en la dialéctica
trascendental por lo que la posibilidad de conocer algo acerca del alma quedaba limitada. Sin la
libertad de la voluntad la moral quedaría arruinada. Por otro lado, se espera que el hombre
virtuoso pueda ser feliz, pero esto no ocurre, lo que haría de la vida del hombre un absurdo si no
fuera posible que ocurriera. Por ello la razón práctica necesita de los objetos de la metafísica: el
alma debe ser inmortal para disponer de una vida futura como garantía de realización de la
perfección moral y tiene que existir un Dios que garantice esto.