1.- La metafísica aristotélica:
er». Con estas palabras se inicia el libro primero de la Metafísica de Aristóteles. Ese deseo de saber culmina en la adquisición de la sabiduría que consiste, para Aristóteles, en el conocimiento de las causas y los principios del ser. Y ese conocimiento es el objeto de la metafísica, de la ciencia de las primeras causas y principios del ser, el conocimiento del ser «en cuanto ser» y que él llamó “ontología”.La metafísica aristotélica se elabora en buena medida como reacción a la teoría de las Ideas de Platón. Aristóteles estará de acuerdo con Platón en que hay un elemento común entre todos los objetos de la misma clase, el universal,la Idea, que es la causa de que apliquemos la misma denominación a todos los objetos del mismo género,que ese universal es real, pero no que tenga existencia independiente de las cosas. La teoría de las Ideas, al dotar de realidad subsistente al universal, a la Idea, duplica sin motivo el mundo de las cosas visibles, estableciendo un mundo paralelo que necesitaría a su vez de explicación.Tampoco es capaz de explicar el movimiento de las cosas: siendo las Ideas inmóviles e inmutables, si las cosas son una imitación de las ideas habrían de ser también inmóviles e inmutables. Aristóteles considera que la teoría de las Ideas es imposible, ya que establece una separación entre el mundo visible y el mundo inteligible.En esta crítica aristotélica a la teoría de las Ideas se vislumbran ya los fundamentos de su propia.
Lainconsistencia de la explicación platónica del cambio, por lo demás, le llevará a proponer la distinción entre ser en acto y ser en potencia. Ante la imposibilidad de que Ideas expliquen coherentemente la causa de lo real propondrá la teoría de las cuatro causas del ser.
La sustancia es en Aristóteles la forma privilegiada de ser.La sustancia es ante todo sujeto, lo que hace que cada cosa sea lo que es, sirviendo por lo tanto de sustrato en el que se instalan los accidentes. Los accidentes se dan necesariamente en la sustancia y no se pueden considerar como un elemento esencial. Junto con la sustancia, constituyen las categorías del ser: cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo, posición, estado, acción y pasión.La sustancia es el individuo concreto y particular, lo que ordinariamente llamamos «cosas» u «objetos», aquello en lo que existen las otras formas de ser, los accidentes. La sustancia primera, la sustancia propiamente es el individuo; la esencia, aquello por lo que conocemos el ser, es llamada por Aristóteles sustancia segunda.
La sustancia es para Aristóteles un compuesto de materia (hyle) y forma (morphé). De ahí el término hilemorfismo con el que tradicionalmente se ha designado la teoría de la sustancia aristotélica.Para poder explicar el problema del cambio o movimiento Aristóteles necesitará recurrir a otra estructura metafísica que permite distinguir dos nuevas formas de ser: el ser en acto y el ser en potencia.Por ser en acto se refiere Aristóteles a la sustancia tal como en unmomento determinado se nospresenta y la conocemos; por ser en potencia entiende el conjunto de posibilidades de la sustanciapara llegar a ser algo distinto de lo que actualmente es. Un niño tiene la capacidad de serhombre: es, por lo tanto, un niño en acto, pero un hombre en potencia. Es decir, no es un hombre, pero puede llegar a serlo.Que la potencia representa una cierta forma de no-ser relativo se comprende mejor con la noción de privación, a la que recurre Aristóteles para aclarar el significado de potencia.
Que una sustancia tenga una determinada capacidad,significa simplemente que actualmente está privada de esa forma de ser y no de un modo absoluto.El cambio o movimiento lo define como el paso de la potencia al acto, por razón de un agente, para conseguir un fin. Diferencia también dos tipos fundamentales de cambio: sustancial y accidental. Los cambios sustanciales modifican la sustancia y pueden ser por generación.El conocimiento del ser no puede estar completo si no responde a sus cuatro causas: Causa eficiente: En la filosofía aristotélico-tomista, aquello que ha producido algo, el sujeto que provoca la modificación de una substancia.
Causa final: La filosofía aristotélico-tomista utiliza este título para referirse a aquello para lo que existe algo, la meta a la cual tiende o puede llegar a ser.
Causa formal: Aristóteles llama así a lo que un objeto es, al conjunto de sus rasgos o determinaciones. Causa material:
Si la ciencia busca las primeras causas y “principios”, es evidente que un principio ha de ser eterno e inmóvil.El ser inmóvil y separado que se basta a sí mismo y que es principio de existencia y de movimiento de todas las demás cosas, Si todo ser en la naturaleza tiene su causa en otro anterior, Aristóteles dice que no es posible establecer una serie infinita de causas, sino que tiene que haber un “primer principio” un “motor inmóvil”, una “causa última” a su vez no causada y que se convierte en el principio de existencia de todas las cosas, que reciben su ser por analogía con respecto a Dios.
2.- Teoría del conocimiento:
Aristóteles distingue varios niveles de conocimiento. El conocimiento sensible deriva directamente de la sensación y es un tipo de conocimiento inmediato desapareciendo con la sensación que lo ha generado. El conocimiento sensible es propio de los animales inferiores. En los animales superiores, sin embargo, al mezclarse con la memoria sensitiva y con
la imaginación puede dar lugar a un tipo de conocimiento más persistente.El nivel más elevado de conocimiento vendría representado por la actividad del entendimiento este saber ha de surgir necesariamente de la experiencia, pero en la medida en que es capaz de explicar la causa de lo que existe se constituye en el verdadero conocimiento:El conocimiento sensible es el punto de partida de todo conocimiento, que culmina en el saber. Y Aristóteles distingue tres tipos de saber: – El saber productivo que es el que tiene por objeto la producción o fabricación, el saber técnico. El saber práctico remite a la capacidad de ordenar racionalmente la conducta, tanto pública como privada. El saber contemplativo no responde a ningún tipo de interés, ni y representa la forma de conocimiento más elevado, que conduce a la sabiduría. Pero el verdadero conocimiento es obra del entendimiento y consiste en el conocimiento de las sustancias por sus causas y principios, entre las que se encuentra la causa formal, la esencia. Al igual que para Platón, para Aristóteles conocer, propiamente hablando, supone estar en condiciones de dar cuenta de la esencia del objeto conocido. De ahí que el conocimiento lo sea propiamente de lo universal.Cuando el hombre nace no dispone de ningún contenido mental, es a través de un proceso en el que intervienen la sensibilidad, la memoria .
Mediante la acción de los sentidos, captamos la realidad de una sustánciales que, mediante la imaginación, elaboramos una imagen sensible,que contiene los elementos materiales y sensibles de la sustancia, pero también los formales. Es sobre esta imagen sobre la que actúa el entendimiento, separando en ella lo que hay de material de lo formal. Aristóteles distingue dos tipos de entendimiento, el agente y el paciente; el entendimiento paciente esla capacidad de recoger los conceptos, entrando en contacto con la imagen sensible; el entendimiento agente realiza propiamente el proceso de abstracción, la separación de la forma y la materia, quedándose con el elemento formal que expresa a través de un concepto en el que se manifiestan las carácterísticas esenciales del objeto.Las diferencias con Platón son considerables, tanto respecto al valor atribuido al conocimiento sensible, como respecto a la actividad misma del entendimiento que ha de ser necesariamente discursivo, siendo imposible llegar a conocer los universales a no ser mediante la inducción; además, Aristóteles rechaza el innatismo del conocimiento, y nos lo presenta como el resultado del aprendizaje, es decir, por la coordinación racional de los elementos procedentes de la sensación, a través de la experiencia. Coinciden, sin embargo, en la consideración de que el verdadero conocimiento ha de serlo de lo universal, y no de los objetos singulares.
3.- Antropología:
La teoría de la sustancia mantenida por Aristóteles le apartará también de la interpretación platónica del hombre. Platón había concebido al hombre como el resultado de una uníón accidental entre el alma y el cuerpo, dos entidades de naturaleza diferente que se veían obligadas a convivir provisionalmente, hallándose el alma en el cuerpo como un piloto en su nave o como un prisionero en su celda. La muerte significa para el hombre la separación del alma y el cuerpo.Aristóteles, ha de concebir el hombre de acuerdo con su teoría de la sustancia,en consonancia con la idea de que no es posibl la existencia de formas separadas: la sustancia es un compuesto indisoluble de materia y forma. El hombre, pues, ha de ser una sustancia compuesta de materia y forma: la materiadel hombre es el cuerpo y su forma el alma. Aristóteles acepta, como era admitido entre los filósofos griegos, la
existencia del alma como principio vital: todos los seres vivos, por el hecho de serlo, están dotados de alma, tanto los vegetales como los animales. Pero interpreta también que esa alma es la forma de la sustancia, es decir, el acto del hombre, en la medida en que la forma representa la actualización o la realización de una sustancia. Coincidirá pues, con Platón, en la concepción de que el hombre es un compuesto de alma y cuerpo; pero se separará de Platón al concebir esa uníón no como accidental, sino como sustancial. No existen el alma por un lado y el cuerpo por otro lado, sino que ambos existen exclusivamente en la sustancia «hombre»; la distinción entre alma y cuerpo es real, pero sólo puede ser pensada.
Aristóteles distinguirá tres tipos de alma: la vegetativa, la sensitiva y la racional.
El alma vegetativa ejerce las funciones de asimilación y de reproducción y es el tipo de alma propio de las plantas; asume, por lo tanto, las funciones propias del mantenimiento de la vida.El segundo tipo de alma, superior al alma vegetativa, es el alma sensitiva, el alma propia de los animales. No sólo está capacitada para ejercer las funciones vegetativas o nutritivas, sino que controla la percepción sensible, el deseo y el movimiento local. El tercer tipo de alma, superior a las dos anteriores, es el alma racional. Además de las funciones propias de las almas inferiores, la vegetativa y la sensitiva, el alma racional está capacitada para ejercer funciones intelectivas. Es el tipo de alma propia del hombre. Las funciones racionales o intelectivas son el conocimiento de la verdad en sí misma y el conocimiento de la verdad con fines.Prácticos (la capacidad deliberativa). Para Aristóteles, pues, el alma es no sólo principio vital, sino, al igual que para Platón, principio de conocimiento. De hecho, Aristóteles definirá el hombre como animal racional, atendiendo precisamente al tipo de alma que le es propia; aunque en la Política lo defina, atendiendo también a las carácterísticas de su naturaleza, como animal social o «político».
4.- La Ética:
su obra «Ética a Nicómaco”. En ella comienza afirmando que toda acción humana se realiza en vistas a un fin , y el fin de la acción es el bien que se busca. Pero muchas de esas acciones emprendidas por el hombre son un «instrumento» para conseguir, otro bien. Por ejemplo, nos alimentamos adecuadamente para gozar de salud, por lo que la correcta alimentación, que es un fin, es también un instrumento para conseguir otro finAristóteles nos dice que la felicidad es el bien último al que aspiran todos los hombres por naturaleza (ética eudemonista). Pero no todos los hombres tienen la misma concepción de lo que es una vida buena, de la felicidad: para unos la felicidad consiste en el placer, para otros en las riquezas, etc. No se trata de buscar una definición de felicidad al modo en que Platón busca la Idea de Bien, toda vez que el intelectualismo moral platónico ha sido ya rechazado. La ética no es, ni puede ser, una ciencia que dependa del conocimiento de la definición universal del Bien, sino una reflexión práctica encaminada a la acción, por lo que ha de ser en la actividad humana donde encontremos los elementos que nos permitan responder a esta pregunta. Cada sustancia tiene una función propia que viene determinada por su naturaleza; actuar en contra de esa funciónequivale a actuar en contra de la propia naturaleza. Por ejemplo: una cama ha de servir para dormir, y un cuchillo para cortar: si no cumplen su función diremos que son una «mala» cama o un «mal» cuchillo. Si la cumplen, diremos que tienen la «virtud» (areté) que le es propia: permitir el descanso o cortar, respectivamente; y por lo tanto diremos que son una «buena» cama y un «buen» cuchillo.
La virtud, pues, se identifica con cierta capacidad o excelencia propia de una sustancia, o de una actividad Del mismo modo, el hombre ha de tener una función propia: si actúa conforme a esa función será un «buen» hombre; en caso contrario será un «mal» hombre. La felicidad consistirá por lo tanto en actuar en conformidad con la función propia del hombre. Y en la medida en que esa función se realice, podrá el hombre alcanzar la felicidad.El hombre es una sustancia compuesta de alma y cuerpo; por lo tanto, junto a las tendencias apetitivas propias de su naturaleza animal encontraremos tendencias intelectivas propias de su naturaleza racional. Habrá, pues, dos formas propias de comportamiento y, por lo tanto, dos tipos de virtudes: las virtudes éticas y las virtudes dianoética. A lo largos de nuestra vida nos vamos forjando una forma de ser, un carácter (éthos), a través de nuestras acciones, en relación con la parte apetitiva y volitiva de nuestra naturaleza. Para determinar cuáles son las virtudes propias de ella, Aristóteles procederá al análisis de la acción humana, determinando que hay tres aspectos fundamentales que intervienen en ella: la volición, la deliberación . Es decir, queremos algo, deliberamos sobre la mejor manera de conseguirlo y tomamos una decisión acerca de la acción de debemos emprender para alcanzar el fin propuesto.Es la repetición de las buenas decisiones lo que genera en el hombre el hábito de comportarseadecuadamente; y en éste hábito consiste la virtud para Aristóteles,define la virtud ética como un hábito, el hábito de decidir bien y conforme a una regla, la de la elección del término medio óptimo entre dos extremos. «La virtud es, un hábito selectivo, consistente en una posición intermedia para nosotros, determinada por la razón y como la determinaría el hombre.
Si para determinar las virtudes éticas partía Aristóteles del análisis de la acción humana, para determinar las virtudes dianoéticas partirá del análisis de las funciones de la parte
racional del alma. Ya nos hemos referido estas funciones al hablar del tema del conocimiento: la función productiva, la función práctica y la función contemplativa o teórica. A cada una de ellas le corresponderá una virtud propia que vendrá representada por la realización del saber correspondiente.
El conocimiento de un arte significa la realización de la función productiva. A la función práctica, la actividad del pensamiento que reflexiona sobre la vida ética y política del hombre tratando de dirigirla, le corresponde la virtud de la prudencia (phrónesis). Mediante ella estamos en condiciones de elegir las reglas correctas de comportamiento por las que regular nuestra conducta.Por lo que respecta a las funciones contemplativas o teóricas, propias del conocimiento científico, la virtud que les corresponde es la sabiduría (sophía). La sabiduría representa el grado más elevado de virtud, ya que tiene por objeto la determinación de lo verdadero y lo falso, El hábito de captar la verdad a través de la demostración, representa el nivel más elevado de virtud al que puede aspirar el hombre, y Aristóteles la identifica con la verdadera felicidad., el saber teórico no «sirve» , sino que es un fin en sí mismo; sin embargo, el hombre debe atender a todas las facetas de su naturaleza, por lo que necesariamente ha de gozar de un determinado grado de bienestar material si quiere estar en condiciones de acceder a la sabiduría. Será un deber del Estado, garantizar que la mayoría de los ciudadanos estén en condiciones de acceder a los bienes
5.- Sociedad y política:
Respecto al origen y constitución de la sociedad mantendrá, al igual que Platón, la teoría de la «sociabilidad natural» del hombre. El hombre es un animal social , es decir, un ser que necesita de los otros de su especie para sobrevivir; no es posible pensar que el individuo sea anterior a la sociedad, ni que la sociedad sea el resultado de una convencíón establecida entre individuos que vivían independientemente unos de otros en estado natural.Aristóteles utiliza también el argumento del lenguaje para reforzar su interpretación de la sociabilidad natural del hombre: a diferencia de otros animales el hombre dispone del lenguaje, un instrumento de comunicación, por ejemplo, que requiere necesariamente del otro para poder ejercitarse; sería absurdo que lanaturaleza nos hubiera dotado de algo superfluo. El núcleo originario de la comunidad social o política es la familia. «La familia es así la comunidad establecida por la naturaleza para la convivencia de todos los días». Las pequeñas asociaciones de grupos familiares dan lugar al surgimiento de la aldea; y la asociación de aldeas da lugar a la constitución de la ciudad. Así, respecto a la comunidad doméstica, considera naturales las relaciones hombre- mujer, padres-hijos y amo-esclavos; de esa naturalidad se deduce la preeminencia del hombre sobre la mujer en el seno de la familia, la de los padres sobre los hijos y la del amo sobre los esclavos; en este sentido no hace más que reflejar las condiciones de la sociedad ateniense de la época aunque nos resulte chocante en la actualidad.Aristóteles, como Platón, considera que el fin de la sociedad y del Estado es garantizar el bien supremo de los hombres, su vida moral e intelectual.
De ahí que tanto uno como otro consideren injusto todo Estado que se olvide de este fin supremo y que vele más por sus propios intereses que por los de la sociedad en su conjunto. Por eso es necesario que el Estado sea capaz de establecer leyes justas, es decir, leyes encaminadas a garantizar la consecución de su fin.La justicia es entendida en una doble dimensión por Aristóteles: entre los distintos
ciudadanos entre sí y del ciudadano con respecto al estado. En la primera, la justicia se expresa como equidad, es decir que todos reciban lo mismo y se refiere por lo tanto a la justicia en su propiedad conmutativa. En la segunda, la justicia es entendida en su propiedad distributiva, y por lo tanto se debe aplicar de manera diferenciada respetando el criterio de proporcionalidad.En su teoría de las formas de gobierno establece una clasificación que toma como referencia si el gobierno procura el interés común o busca su propio interés. Las consideradas buenas formas de gobierno son la Monarquía, la Aristocracia y la Democracia; las consideradas malas, y que representan la degeneración de aquellas son la Tiranía, la Oligarquía y la Demagogia. La Monarquía, el gobierno del más noble con la aceptación del pueblo y el respeto de las leyes, se opone a la Tiranía, donde uno se hace con el poder violentamente y gobierna sin respetar las leyes; La Aristocracia, el gobierno de los mejores, se opone a la Oligarquía, el gobierno de los más ricos; La Democracia, el gobierno de todos según las leyes establecidas, se opone
a la Demagogia, el gobierno de todos sin respeto de las leyes, donde prevalece la demagogia sobre el interés común.