4. ALMA Y CUERPO (RES COGITANS Y RES EXTENSA) (nociones) En su intento de construir un sistema científico en el que todas las verdades estén concatenadas de forma deductiva, después del descubrimiento de la primera verdad (cogito ergo sum), Descartes pasa a explicitar todo lo que puede conocer a partir de esa primera verdad. La siguiente verdad, vinculada con la primera es que el yo es una substancia pensante (res cogitans). Descartes argumenta que podría fingir que no tenía cuerpo alguno, que no había mundo, pero que no podría suponer que dejara de pensar, pues si dejara de pensar, no existiría, aunque todo lo demás existiera. Por tanto, concluye Descartes: “Conocí por ello que yo era una sustancia cuya esencia y naturaleza toda es pensar, y que no necesita, para ser, de lugar alguno, ni depende de cosa alguna material; de suerte que este yo, es decir, el alma, por la cual yo soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo y hasta más fácil de conocer que éste y, aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejaría de ser cuanto es”. 9 ¡Es Matrix! En filosofía, Hilary Putnam ha expuesto la idea de que podríamos ser cerebros en cubetas, para ilustrar la tesis de que podría no haber mundo. Sería como si fuésemos cerebros sin cuerpo conectados a un ordenador que nos hacer ver el mundo y creer que en él realizamos actividades, cuando en realidad no hay nada de eso. Vid. Figura de la última página, tomada de Wikipedia, Cerebro_en_una_cubeta. ISABEL ZÚNICA (Enero, 2017) TEMA: Descartes, EL COGITO Y EL CRITERIO DE VERDAD 11 Descartes considera que el hombre es fundamentalmente una substancia pensante. Pero, ¿qué es substancia? En sus obras, Descartes usa de modo ambiguo el concepto de substancia (substance, substantia). En sus Principia philosophiae, escribe: “Por substancia no podemos entender ninguna otra cosa sino la que existe de tal manera que no necesita de ninguna otra cosa para existir. Y, en verdad, substancia que no necesite en absoluto de ninguna otra sólo puede concebirse una: Dios”. Según esta definición y la explícita aclaración de Descartes, substancia sólo puede ser Dios, pues es el único autosuficiente. Sin embargo, como Descartes también sostiene que el cogito es una substancia, aunque dependa de Dios (lo ha creado y mantiene), considera también que, en sentido lato, substancia es aquello que no necesita de nada para existir, excepto de Dios. Por tanto, considera al yo como substancia: “Por eso, entendí que yo era una realidad (res) o substancia (substantia), cuya toda naturaleza o esencia consiste en pensar”. Tenemos, pues, una res cogitans, totalmente inmaterial, pues “no necesita, para existir, de lugar alguno, ni depende de ninguna realidad material o corpórea”. Es un “yo, o sea, un alma”, que es nuestra propia realidad “por la cual yo soy lo que soy”. Es, por tanto, “totalmente distinta del cuerpo” e independiente de él: “Aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejaría de ser cuanto es”. Es, pues, un alma inmortal. Es, además, más cognoscible que el cuerpo. En suma, es una realidad totalmente espiritual, cuya esencia es puro pensamiento. A diferencia de la res cogitans tenemos la res extensa. Según Descartes, la idea de cuerpo es lo mismo que la idea de extensión: los cuerpos son realidades extensas. Descartes concibe la extensión como los geómetras: la extensión es un continuo o espacio indefinidamente extenso en longitud, anchura y profundidad. La extensión es la única idea clara y distinta, innata, que tenemos acerca de los cuerpos; las ideas de las cualidades corpóreas son oscuras y confusas. Por eso, un cuerpo no es más que una pura extensión matemática: tiene longitud, anchura y profundidad. Y como tal extensión tiene tres propiedades: cantidad, figura y movimiento. Descartes las llama modos de la extensión, pues ciertamente presuponen la extensión y son como sus determinaciones. A diferencias de esas, están las cualidades secundarias (color, sonido, gusto, olor, cualidades táctiles), que no pertenecen realmente a las cosas, sino al sujeto que las percibe; son, pues, subjetivas. En una palabra: Descartes concibe las cosas físicas como si fuesen realidades puramente matemáticas. En consecuencia, toda la naturaleza es pura extensión. Los animales carecen de mente o propiedades psicológicas: son cosas meramente extensas, iguales a las demás, y con movimiento puramente mecánico. O sea, no tienen sensibilidad ni conocimiento sensible ni nada que no sea tamaño, figura y movimiento mecánico. En suma, los animales no son más que máquinas, como las que fabrica el hombre, aunque más complejas por haber sido diseñadas por Dios. En el texto que comentamos, Descartes aún no ha probado la existencia de los cuerpos, pero puede afirmar que, si existen, son pura extensión: ésa es su naturaleza o esencia. Para probar la existencia de los cuerpos, Descartes necesita probar previamente la existencia de Dios, de un Dios bueno que no permite que siempre me engañen los sentidos, haciéndome ver un mundo inexistente. De este modo, Descartes puede concluir que hay tres tipos de substancias: Dios o substancia infinita, el alma humana o res cogitans y el cuerpo o res extensa. Ahora bien, tenemos un caso peculiar, el ser humano, que parece que tiene alma y cuerpo. Como consecuencia de sus presupuestos, Descartes afirma un dualismo: el hombre no es una única realidad, sino simplemente dos realidades totalmente distintas en sí mismas y en sus propiedades. En sentido estricto, el hombre es su alma, su res cogitans, que se halla unida a un cuerpo a través de la glándula pineal, localizada en el cerebro. En verdad, la solución que intenta Descartes para la uníón es absurda, pues dicha glándula es material y, por tanto, totalmente distinta del alma e imposible que se una a ella. En este punto, la tesis de Descartes depende de la tradición platónica: la afirmación de un dualismo radical. Así pues, el dualismo en Descartes es total. Tenemos dos substancias totalmente distintas. En cuanto substancia pensante, el hombre está dotado de voluntad, es libre y autónomo respecto a la materia, pero su cuerpo es pura extensión regido por las leyes de la mecánica y totalmente determinado. Señalemos, por último, la crítica que Hobbes († 1679) y Kant († 1804) hacen a las tesis de Descartes: le acusan de pasar arbitrariamente del fenómeno psicológico del pensamiento al pensamiento como substancia: el hecho de que pensemos no implica que seamos una substancia cuya naturaleza sea pensar.