A lo largo de la historia de la filosofía, la ontología se ha asociado a la cuestión de Aristóteles sobre el «estudio filosófico del ser». La palabra ontología significa una parte de la metafísica que trata del ser en general y de sus propiedades trascendentales. Por ello, la metafísica nos explica que el ser es el concepto más general, puede funcionar como verbo y como sustantivo. Como verbo tiene dos funciones: atributiva (atribuimos una propiedad a un sujeto) y existencial (lo empleamos como sinónimo de existir). Como sustantivo, actúa como el sujeto al que se le pueden atribuir propiedades. La sustancia no necesita de otra para existir, estas poseen dos tipos de propiedades: las esenciales (hacen que una sustancia sea lo que es) y las accidentales (pueden ser sustituidas sin que por eso cambie la sustancia). Distinguimos tres tipos de sustancias diferentes: las sustancias materiales, las espirituales y la sustancia absoluta, es decir, Dios es concebido como un ser que no necesita nada para existir. En cuanto a la unidad y la pluralidad, los primeros filósofos se preguntaron por el origen del universo, pensaron que debía haber una sustancia originaria a partir de la cual se genera todo. Heráclito de Éfeso creía que esa sustancia era el fuego, mientras que Tales creía que esa sustancia se encontraba en el agua. Por otra parte, los defensores del monismo postulan el carácter unitario de lo real, en cambio, los defensores del pluralismo consideran esencial la rica diversidad de la realidad y niegan la posibilidad de reducir la pluralidad a una unidad original. Algunas de las posiciones al respecto son: monismo moderado y radical, y pluralismo moderado y radical. Sin embargo, el monismo y el pluralismo carecen de sentido común, por lo que cabe diferenciar entre realidad y apariencia. Para Aristóteles, las sustancias individuales que captamos por nuestros sentidos no son apariencias, sino la verdadera realidad. La metafísica es la rama de la filosofía que estudia la naturaleza, estructura, componentes y principios fundamentales de la realidad. La esencia es la respuesta que damos a la pregunta «¿qué es?». Para que un individuo pueda ser plenamente real, tiene que tener tanto esencia como existencia. A lo largo de la historia de la filosofía, los pensadores se han preguntado por el tipo de existencia que corresponde a la esencia. Podemos sintetizar las diferentes posturas al respecto en tres grandes grupos: los defensores del esencialismo, los partidarios del conceptualismo y los nominalistas. Por otro lado, podemos distinguir dos modos fundamentales de existir: la existencia real, que se corresponde con las entidades que, aun cuando pudieran necesitar de otros seres reales para lograr su existencia, están en el mundo real y la conservan de un modo independiente de otros seres reales; y la existencia ideal, que es la que poseen las ideas en la mente de un sujeto que las piensa. Algunos filósofos vincularon la distinción entre seres contingentes y necesarios con su doctrina de la creación. Según su explicación, la creación es el acto por el que el ser necesario, Dios, proporciona la existencia a los seres creados. Estos son todos contingentes y, por tanto, tienen la posibilidad de existir. Dios, con su acto de creación, hace que dicha posibilidad se realice. Encontramos diferentes posiciones en relación a la existencia de Dios: el teísmo (afirma la existencia de un Dios personal, sobrenatural y trascendente, que no se limita a ser causa de lo real, sino que gobierna la naturaleza), el deísmo (sostiene la existencia de Dios como principio y causa del universo, niega que la razón humana pueda ir más allá de esta noción general y se opone a su caracterización como ser personal), el panteísmo (identifica a Dios con la naturaleza, niega su carácter trascendente que defienden el deísmo y el teísmo, y tampoco acepta su concepción como un ser general), el agnosticismo (no niega la existencia de Dios ni tampoco la afirma, simplemente sostiene que el entendimiento humano no es capaz de resolver la cuestión) y el ateísmo (niega la existencia de Dios y de todo ser sobrenatural). Algunos de los filósofos que defendieron la existencia de Dios plantearon argumentos racionales para intentar demostrar sus teorías. Las pruebas a priori no utilizan los datos de la experiencia ni los supuestos efectos de la acción divina para probar la existencia de Dios. El argumento ontológico es una prueba a priori de la existencia de Dios, se basa en que tengo la idea de lo perfecto y eso significa que es perfecto, lo tiene todo y, por lo tanto, existe. Por eso, San Anselmo se propone brindar una prueba de la existencia de Dios que se base en el análisis del mismo término «Dios». Las pruebas a posteriori conciben la realidad natural como un efecto que necesita de una causa que explique su ser. El argumento cosmológico es como argumentamos en clase, como las fichas de dominó. Los defensores del dualismo ontológico sostienen la existencia de dos tipos de realidad: una material y otra espiritual. Los materialistas, en cambio, niegan la existencia de otra realidad que no sea la propiamente material. El dualismo ontológico defiende la existencia de dos tipos de realidad: una material y una espiritual. Platón fue el primero en hacer esta distinción (mundo inteligible y mundo sensible). La existencia de una realidad espiritual facilita la aceptación de la existencia de Dios, la inmortalidad del ser humano o la existencia de un mundo sobrenatural. Por otro lado, los materialistas consideran las emociones, las ideas, los valores, etc., como manifestaciones de realidades materiales. Existen dos tipos principales de materialismo: el mecanismo mecanicista del siglo XVII, cuyo autor más representativo es Descartes. Según esta corriente, la realidad sigue leyes mecánicas explicables matemáticamente. El materialismo histórico es un modo de concebir al ser humano como un ser natural cuya esencia consiste en producir socialmente las condiciones en las que debe desarrollar su vida.