El contexto histórico de la Revolución Industrial
La Revolución Industrial fue un cambio histórico en Europa que transformó la economía agraria y artesanal en una dominada por la industria y la mecanización. Los cambios tecnológicos incluyeron el uso de nuevos materiales, fuentes de energía y máquinas, así como una nueva forma de organización del trabajo y mejoras en los transportes. También hubo mejoras en la agricultura y un crecimiento de la población urbana, consolidando la burguesía como clase dominante y el desarrollo de la clase obrera y sus movimientos de protesta. La industrialización fue el mayor cambio para la humanidad desde la Revolución Neolítica.
El conflicto de clases: la burguesía y el proletariado
Las revoluciones del siglo XVIII llevaron al triunfo de la burguesía, quienes establecieron una jerarquía social basada en el éxito económico en lugar de la aristocracia. El orden político, económico y social se basó en la posesión de riqueza en lugar de privilegios de nacimiento. La burguesía comercial, industrial y financiera lideraron el desarrollo del capitalismo, lo que resultó en la creación de una nueva clase de trabajadores, los proletarios. La segunda mitad del siglo XIX fue la época dorada de la burguesía.
El taller artesano fue reemplazado por la fábrica, lo que llevó a la concentración de la propiedad agrícola y la mecanización de la explotación, liberando a la mano de obra campesina que pasó a ser empleada en la industria. Las instalaciones fabriles se concentraron en lugares geográficamente favorables y los obreros tenían horarios excesivamente largos y una disciplina laboral dura, sin coberturas sociales ni seguridad en el trabajo. El trabajo infantil era común y las viviendas de los obreros carecían de condiciones mínimas de habitabilidad, lo que llevó a la miseria material y espiritual del proletariado.
Las primeras manifestaciones del movimiento obrero
Entre 1811 y 1820 en Gran Bretaña, el descontento obrero se manifestó con la destrucción de máquinas conocida como «ludismo». A pesar de ser una lucha estéril contra el progreso técnico, en 1825 se levantó la prohibición de formar sindicatos. Se constituyeron sindicatos de todos los sectores, que se unieron en 1834 en la Great Trade Union, y se ideó un proyecto político propio que reclamaba el sufragio universal y otras medidas democratizadoras, lo que inició el camino hacia la formación de un partido político obrero.
El liberalismo económico
El liberalismo es una doctrina elaborada por la burguesía para justificar su enriquecimiento y la miseria de la clase trabajadora. Adam Smith, su principal representante, defiende que el Estado no debe intervenir en la economía del país, dejando a los empresarios la libertad para actuar como quieran. Esto provocó el empeoramiento de la situación del proletariado, lo que propició la consolidación del capitalismo, caracterizado por la propiedad privada de los medios de producción y la desigualdad entre clases sociales. El movimiento obrero y las revoluciones sociales surgieron como respuesta a estas diferencias. Este contexto socioeconómico y cultural es importante para entender el pensamiento de Marx en su triple vertiente filosófica, política y científica.
La filosofía como praxis
Marx critica la filosofía anterior como mera contemplación de la realidad y propone su concepción de filosofía como praxis, es decir, como construcción y transformación de la realidad. Según él, la teoría debe estar asentada en la realidad y orientada a su transformación. La verdad de un pensamiento depende de su eficacia práctica, y todos los pensamientos del hombre están guiados por necesidades prácticas.
Economía e ideología en Marx
La palabra «ideología» fue creada por Destutt Tracy para referirse al estudio de las ideas y creencias de una época, grupo o movimiento. Sin embargo, durante la época napoleónica adquirió un significado peyorativo, siendo asociada a la falta de sentido práctico. En la obra de Marx, la ideología es vista como una falsa conciencia que depende de la realidad económica. Marx sostiene que las clases económicamente dominantes controlan la ideología a través de su control sobre la economía. La infraestructura (economía) y la superestructura (ideología) están relacionadas, siendo la última dependiente de la primera.
La lucha de clases y la dictadura del proletariado
El marxismo tiene como objetivo transformar radicalmente la situación injusta de la explotación y dominación de clases a través de la acción revolucionaria. Marx cree que la economía burguesa será reemplazada por una economía socialista, que eventualmente conducirá a una economía comunista mediante la lucha de clases. Las clases oprimidas se organizarán y lucharán por liberarse de las condiciones económicas y sociales impuestas por las clases dominantes. Este programa revolucionario fue desarrollado por Marx en colaboración con otros pensadores y activistas en la Primera Internacional de Trabajadores.
La teoría marxista de la alienación
El marxismo no es solo una teoría, sino también una voluntad de transformación social. Para lograr esta transformación, Marx denunció las injusticias del sistema capitalista, que aliena al hombre y lo lleva a un estado de miseria. La alienación puede ser económica, ideológica, social, política y religiosa.
La alienación económica
En la sociedad capitalista, el trabajador no se reconoce a sí mismo como un ser humano capaz de transformar creativa y socialmente la naturaleza, lo que hace que se sienta ajeno a los demás y a la sociedad en general. La cosificación de las relaciones humanas y objetos, así como la deshumanización del trabajador y del mundo en el que vive, son mayores a medida que el capitalismo se vuelve más maduro. La alienación se produce tanto en el nivel del producto, ya que el trabajador no se reconoce en lo que crea, como en el acto de trabajar, que se le impone en condiciones infrahumanas y limita su desarrollo intelectual y espiritual. Marx propone abolir la propiedad privada de los medios de producción para superar esta forma de alienación.
La alienación ideológica
Marx identifica tres formas de alienación social: económica, política y religiosa. La alienación económica se produce cuando el objeto producido no pertenece al trabajador, creando dos clases sociales antagónicas: proletariado y capitalista. El objetivo de Marx es eliminar todas las clases. La alienación política se refiere al Estado que se estructura en una clase política que manda y en otra que obedece, administrando la explotación del proletariado. La aspiración de Marx es eliminar todo tipo de Estados y convertir el mundo en patria de la humanidad. La alienación religiosa consiste en la evasión de la realidad hacia un mundo trascendental que sirve de consuelo y esperanza en una situación mundana injusta. Marx rechaza las religiones y niega toda trascendencia, afirmando que la religión es el opio del pueblo, ya que adormece la lucha revolucionaria y la liberación de los seres humanos.
- Bienes de uso y mercancías
Todo el proceso productivo del sistema capitalista se centra sobre el concepto de mercancía; todo es mercancía, pues todo se compra y se vende, las máquinas el suelo, los edificios, la fuerza del trabajo, cuyo valor de mercancía depende únicamente de la ley del mercado; la ley de la oferta y la demanda.
A este respecto, Marx distingue entre valores de uso y valores de cambio o mercancía. Los valores de uso consisten en lo que una cosa o un objeto vale en sí mismo o en relación con la necesidad humana que satisface. Los valores de cambio consisten en el precio que dichos objetos o actividades adquieren en tanto que se hallan sometidos a la ley de la oferta y la demanda o, lo que es lo mismo, en lo que valen como mercancías.
Según Marx, a lo largo de la historia se ha desarrollado un proceso cada vez más extenso y omniabarcante, mediante el cual se ha tendido a anular los valores de los objetos, animales y actividades de los seres humanos en mercancía. De este modo, dichas cosas no valen lo que realmente valen y, por supuesto, tampoco se encuentran subordinadas a los valores e intereses humanos, sino que sus valores dependen de las fuerzas impersonales del mercado. Por otra parte, su transformación en mercancía ha facilitado a la clase dominante la apropiación y la administración de todas ellas, la obtención de plusvalías y su aprovechamiento en beneficio propio, es decir, la acumulación de riquezas y la explotación del proletariado.
El materialismo histórico
El materialismo histórico es la teoría marxista de la historia que supone la transformación material de la filosofía de la historia hegeliana. Para Marx, la historia también tiene que ser concebida dialécticamente, pero donde Hegel habla de «idea», se tiene que poner la materia. El materialismo de Marx es la afirmación del hombre como protagonista de la historia. El materialismo consiste en dos ideas: las relaciones que el hombre establece con la naturaleza y con otros hombres son relaciones materiales, y los hombres producen e intercambian bienes materiales para satisfacer sus necesidades materiales. Esto se llama producción social de la vida. Estas relaciones dan lugar, en última instancia, a la ideología y a la estructura jurídico-política del Estado. El materialismo de Marx es un materialismo dialéctico e histórico. No es mecanicista, idealista, filosófico o metafísico. El materialismo de Marx es la interpretación de la historia a través de la materia. Significa que el modo de producción de bienes materiales es lo que determina el proceso de la vida social, política y espiritual. El materialismo de Marx es una teoría científica sobre la formación y el desarrollo de la sociedad, y la base de todo orden social es la producción. Todo desarrollo de la sociedad se explica desde la perspectiva económica.
El materialismo dialéctico
Marx es conocido por su materialismo histórico, también se acepta el materialismo dialéctico de Engels. El materialismo dialéctico es descrito como una visión dialéctica de la realidad material, donde la materia es un conjunto de contradicciones y va engendrando formas superiores de realidad a través de cambios en su seno. La dialéctica está sujeta a leyes como la ley de la conexión universal, la ley del salto cualitativo y la ley de la unidad y lucha de contrarios. La realidad es vista como una lucha de contrarios, donde cada objeto tiene su lado positivo y negativo, su pasado y futuro, y su realidad interna es una lucha de contrarios. El movimiento se basa en contradicciones que están en el interior de cada cosa y se exteriorizan en el cambio y el devenir.
Los desarrollos del marxismo durante el siglo XX
Lenin, discípulo de Plejánov e inspirado por Engels, critica el idealismo implícito en varios grupos marxistas rusos en «Materialismo y Empiriocriticismo» (1909). Lukács intenta superar las limitaciones del enfoque mecánico y reduccionista de los socialdemócratas sobre la dialéctica marxista, argumentando que estudiar a Hegel es necesario para liberarla de distorsiones. Gramsci cree que el marxismo es una síntesis de materialismo e idealismo, y destaca la importancia de la teoría en la creación de una nueva élite cultural que pueda crear una filosofía de la praxis. Bloch cree en el poder transformador de la utopía y la importancia de la filosofía de la transformación, interpretando el concepto aristotélico de materia como potencial activo-creativo. También destaca la importancia del conocimiento creativo y transformador.