La filosofía medieval centrará su interés en Dios. Es el periodo entre el fin del Imperio Romano y la caída de Constantinopla en poder de los Turcos, los continuadores de la filosofía encuentran en la filosofía, especialmente a partir del desarrollo del neoplatonismo de Plotino, un instrumento útil no solo para combatir otras religiones o sistemas filosóficos, sino también para comprender los misterios revelados. La fe que suministra las creencias dejará paso a una mayor autonomía propugnada, entre otros, por Santo Tomás de Aquino, que conducirá a la crisis y a la reclamación de la independencia de la razón con la que se iniciará la filosofía moderna. En el marco de lo práctico, la cuestión a la que se da prioridad es la relación entre libertad humana y gracia divina. Se intenta cristianizar lo pagano del pensamiento antiguo, la cristianización está vinculada a la helenización del cristianismo. Las obras más destacadas son Las confesiones y La ciudad de Dios, El Proslogion, etc.

Contexto Histórico Filosófico

Epicureísmo: escuela filosófica preocupada principalmente por cuestiones éticas y fundada por Epicuro, que proponía la realización de la vida buena y feliz mediante la administración inteligente de placeres y dolores, era un equilibrio perfecto entre la mente y el cuerpo que proporcionaba la serenidad que ellos denominaban ataraxia.

Estoicismo: proclamaron que se pueda alcanzar la libertad y la tranquilidad tan solo siendo ajeno a las comodidades materiales, la fortuna externa y dedicando es una vida guiada por los principios de la razón y la virtud. Siguieron a Heráclito en la creencia de que la sustancia primera es el fuego y la veneración del logos.

Escepticismo: entienden el sosiego del alma como modestia que Epicuro cultiva, una serenidad distante frente a la felicidad y se contentan con una emotividad moderada para alcanzar la proponen tres preguntas: primero, ¿cómo son realmente las cosas? segundo, ¿qué actitud debemos adoptar frente a ellas? y tercero, ¿cuál es el resultado de esa actitud?

Tesis Del Averroísmo: eternidad del mundo – al contrario de la filosofía platónica, el pensamiento aristotélico no postula ningún demiurgo que pudiera interpretarse en términos creacionistas. Para Aristóteles, Dios es el motor inmóvil que mueve un nuevo mundo interno que ha existido siempre y al que Dios ni siquiera conoce porque Dios solo se conoce a sí mismo. Alma – según el averroísmo aristotélico, el alma de cada hombre es mortal, perecedera y corruptible. Solamente es inmortal el entendimiento que está presente en todos los hombres, pero que es único y el mismo para toda la humanidad, pero este entendimiento no es Dios. Teoría de la doble verdad – Averroes afirma la doble verdad, verdad de la fe y verdad de la razón. Así, una afirmación puede ser verdad teológica y su contrario puede ser verdad filosófica. Con esto intenta defender la autonomía de la razón frente a la fe.

Respuesta de Santo Tomás: Eternidad del Mundo – dice que el mundo puede ser eterno y creado a la vez, pero que conociendo bien la filosofía de Aristóteles no hay que afirmar que para él el mundo es eterno. Alma – no acepta que haya un solo entendimiento para todos y a la vez, ¿cómo entonces no se entienden las cosas iguales? Afirma que el entendimiento es una facultad del alma personal e individual y que es inmortal. Santo Tomás considera inadmisible la teoría de la doble verdad, y también lo había dicho Aristóteles por el principio de la no contradicción: una cosa no puede ser al mismo tiempo verdad y mentira. Esta posición no existiría ni en los averroístas, sino que solo la querían para defender las dos primeras: eternidad del mundo y alma mortal.

La propuesta de la razón y fe en Santo Tomás se concreta en los siguientes puntos:

• Fe y razón son distintas: la razón conoce solo a partir de la experiencia de abajo arriba, no puede ir más allá de la misma sin la ayuda de la fe. Esta conoce de arriba abajo, partiendo de la revelación.
• Existen verdades comunes: una muestra de la posible colaboración de razón y fe es la existencia de verdades comunes. Estas son, para Santo Tomás, la existencia de Dios, la inmortalidad del alma y la ley ética natural. Estos son lo que el filósofo italiano llama preámbulos de la fe.
• El conflicto entre ambas es imposible: en caso de que surja un conflicto entre una verdad de fe y una verdad de razón, tal enfrentamiento es solo aparente. Para disolver esta posición, solo existen dos posibilidades: o bien la razón se ha excedido en sus funciones o la fe ha sido mal interpretada.

Esquema común vías: Punto de partida – un hecho de experiencia. El fundamento de las vías está siempre en los sentidos, cuya información se considera completamente fiable: los datos que los sentidos proporcionan se corresponden con la realidad. Recorrido – en primer lugar se aplica el principio de causalidad, después se niega la posibilidad de que exista una cadena infinita de causas hacia atrás. Esta serie infinita de causas subordinadas entre sí podría explicar la transmisión del movimiento, la finalidad, la existencia, pero no puede justificar cómo han surgido cada uno de estos fenómenos. Es necesario, por tanto, afirmar la existencia de una causa primera que tiene que estar en el origen de esta cadena infinita de causas. Término – aceptación de una causa primera que se identifica con Dios como motor inmóvil, causa incausada, ser necesario, perfecto o inteligencia ordenadora.

Vías:

La primera vía es la del movimiento: «es innegable y consta por los sentidos, en el mundo hay cosas que se mueven». A este hecho de experiencia se le aplica el principio de causalidad que ya formulaba Aristóteles: «todo lo que se mueve es movido por otro», pero no es posible un proceso causal ad infinitum. No es posible seguir indefinidamente porque así no habrá un primer motor. Es necesario llegar a un primer motor que no se ha movido por ninguno y todos entienden que tal motor es Dios.

La segunda es la vía de la causalidad: hallamos que en este mundo de lo sensible hay un orden determinado entre las causas eficientes.