Descartes y su contexto histórico
Descartes fue un hombre polifacético e inquieto. Cultivó las ciencias y participó activamente en los sucesos de su tiempo, como la Geometría Analítica, seguidor de las tesis heliocéntricas de Copérnico y Galileo y soldado en los frentes de batalla en los que se enfrentaron a lo largo del siglo XVII católicos y protestantes.
La figura de Descartes representa ejemplarmente el ambiente que se vivía en el siglo XVII. Después de la crisis que había representado el Renacimiento, Europa se enfrenta con graves problemas que exigen nuevos métodos para solucionarlos. Los conflictos sociales se agudizan: la sociedad estamental de la Edad Media se muestra impotente para responder a la nueva realidad. La nobleza aún conserva el poder, pero cada vez resulta más cuestionada por continuas revueltas campesinas y conflictos con la burguesía.
El contexto económico y cultural
Desde el punto de vista económico estamos en el momento en el que el capitalismo trata de abrirse paso en una estructura aún feudal. El hambre resulta una amenaza permanente; las continuas guerras exigen el continuo aumento de los impuestos. En el siglo XVII se asiste al esfuerzo por encontrar nuevos métodos que sean capaces de reemplazar a la estructura medieval que se aferra al poder.
Culturalmente hablando, es la época del Barroco, en el que predomina una actitud pesimista. El tiempo pasa a convertirse en una obsesión. Todo es percibido como apariencia y la esencia de las cosas parece permanecer oculta. Así, la búsqueda de Descartes de la certeza en medio de las dudas y de los engaños no parece una mera actitud retórica, más bien parece constituir la máscara que adopta Descartes para desenmascarar las contradicciones de su tiempo.
El impacto en la filosofía
Filosóficamente hablando, las ideas sufren una crisis tan profunda como todos los aspectos de la cultura. La filosofía “oficial” de la época seguía siendo la Escolástica medieval; pero el nuevo enfoque de la ciencia, representado por Copérnico y Galileo, revolucionaron la manera de entender no sólo el mundo, sino también el Universo. La Inquisición se muestra muy activa y a Galileo casi le cuestan la vida sus descubrimientos científicos.
La filosofía de Descartes se constituirá en franca oposición a esta postura e, incluso, el recurso a la duda por parte de Descartes no representa sino el mismo intento de combatirla y desarmarla en su propia raíz.
El método cartesiano
Descartes estaba en contra del empirismo, ya que este no tiene ideas innatas y que considera que todos los conocimientos vienen de la experiencia. Sin embargo, Descartes era racionalista que es aquel que considera que las ideas innatas nos llevan a la verdad.
En el campo de la física, destaca la figura de Gassendi, revitalizador a su vez del antiguo atomismo griego.
Tampoco podemos entender el pensamiento cartesiano sin hablar de la tradición escolástica, de la que, en un principio partió, y de la que se presenta como su alternativa más completa. La relación de Descartes con la escolástica es ciertamente ambigua: toma de ella alguno de sus conceptos claves, pero, al mismo tiempo, reniega firmemente de la validez de sus métodos.
La importancia de Descartes consiste, además, en que él inicia la corriente del racionalismo, caracterizada básicamente por la afirmación de la existencia de ideas innatas y por concebir a la razón de modo autónomo.
El método cartesiano en acción
El fragmento que vamos a comentar pertenece a la II Parte del Discurso de Método, en el cual Descartes se centra en una serie de reflexiones sobre la arquitectura, el urbanismo, la política y las ciencias. Se observa el ideal de una ciencia única, de un único método para dirigir todos los asuntos. Descartes señala que busca un método para alcanzar las ideas verdaderas al nivel de la razón y conseguir así dirigir mejor sus pensamientos y su vida.
La primera parte del Discurso se nos presenta a un hombre cansado de los errores. En este sentido podemos considerar a la filosofía de Descartes como una filosofía de la cautela. De ahí la enorme importancia al problema del método. Ello trae consigo que el problema del conocimiento ocupe ahora el primer plano en la filosofía. La metafísica y ontología cede el puesto privilegiado que tenía a la gnoseología.
Las reglas del método cartesiano
Para Descartes el éxito de las matemáticas radica en el método deductivo. Descartes alumbrar una nueva filosofía, que toma como referencia el buen uso que de la razón. Descartes tiene en mente un proyecto de reforma sistemática del conocimiento.
Reglas del método; la razón tiene capacidad suficiente para realizar adecuadamente la intuición y la deducción, es conveniente ayudarla a través de las reglas del método.
- Regla I: Criterio de evidencia afirma: La evidencia como criterio de verdad y la precaución para evitar caer en el error. Mediante esta regla, que identifica verdad con evidencia, Descartes está cambiando el concepto clásico de verdad. La verdad consiste en la claridad y distinción
- Regla II: Análisis. Esta regla supone el inicio de un proceso de análisis con el objeto de encontrar los elementos más simples.
- Regla III: Síntesis. Supone un proceso ordenado de deducción
- Regla IV: Enumeración. Consiste en examinar con todo cuidado la cadena deductiva para estar seguro de que: No se ha omitido nada, Ni se ha cometido ningún error.
PARTE IV; el filósofo ha de tratar de establecer su saber sobre unos cimientos indudables. Para ello, lo ha de encontrar una verdad primera establecida por intuición intelectual. La búsqueda de tal verdad primera ha de hacerse de acuerdo con las reglas del método.
Hemos de someter a examen todo lo que hasta ahora hemos considerado verdadero, hemos de empezar dudando de todos nuestros saberes. Descartes comienza dudando absolutamente de todos los conocimientos. Descartes se sirve de la duda como método para llegar a la verdad; la duda es, pues, metódica y no escéptica. La duda practicada por Descartes es universal, es metódica, radical y teorética.
El cogito cartesiano
La duda metódica es el resultado de la aplicación del primer precepto del método. Primero, duda del conocimiento que nos proporcionan los sentidos que son un conocimiento muy poco fiable, luego debemos rechazarlo. La duda la hace sobre dos argumentaciones distintas: En primer lugar: sé que los sentidos me engañan en alguna ocasión. En segundo lugar: el argumento anterior me previene que no debo tomar por verdadero todo conocimiento que venga de los sentidos.
Descartes rechaza la validez del conocimiento que proviene de los sentidos.
“COGITO, ERGO SUM”, es una verdad tan firme que ni las más extravagantes de las dudas escépticas podrían atentar contra ella. La duda puede alcanzar el contenido de mi pensamiento, pero no al pensamiento mismo. La función del cogito es doble: señala el tipo ejemplar de proposición verdadera y prepara el camino para la radical distinción entre el cuerpo y el alma. La consecuencia más importante de esta primera certeza es el dualismo antropológico. La primera verdad y la primera certeza es también el prototipo de toda verdad y de toda certeza, es decir, es el criterio de todo lo que hayamos de considerar como verdadero.
Las ideas. El yo sólo existe como ser pensante, que tiene ideas. Mediante la intuición se llega al conocimiento del Yo, a partir de esta verdad, Descartes DEDUCE todo lo relativo al mundo y a Dios. Para hacer esta deducción Descartes cuenta con dos elementos: el pensamiento como actividad y las ideas que piensa el yo.
Descartes concluye que el pensamiento recae directamente sobre ideas, es decir, que el pensamiento piensa siempre ideas. Descartes distingue tres tipos de ideas: ideas adventicias, las que parecen provenir de nuestra experiencia externa, ideas facticias, las que construye la mente a partir de otras ideas. Las ideas más importantes son innatas. Esta es la segunda de las afirmaciones básicas del racionalismo.
Descartes demuestra la existencia de Dios mediante tres argumentos: dos causales y el tercero ontológico; Argumento de la infinitud, de Dios como causa de mi ser y Argumento ontológico. Dios es el fundamento último del criterio de verdad cartesiano.