Platón y Nietzsche: Realidad, Conocimiento y Ética

Platón: Realidad y Conocimiento

Para entender la visión de la realidad que tenía Platón es necesario recordar los problemas filosóficos de los que partía: crítica a los presocráticos, ya que considera que no han llegado a la verdadera raíz de la cuestión, ya que se han quedado en una explicación física, material y el verdadero conocimiento, según Platón, ha de alcanzarse con la sola fuerza de la razón. Por otro lado, con respecto a los sofistas, Platón rechaza su relativismo que da pie a la multiplicidad de opiniones y creencias como conocimiento válido de la realidad. Siguiendo a Sócrates opina que hay una verdad última universal. Por ello, Platón decide crear su propia teoría: la teoría de la realidad de Platón es dualista, existen dos mundos:

  • El mundo sensible es aquel que conocemos por los sentidos, es el mundo de las cosas, los objetos cambiantes, imperfectos y perecederos. El conocimiento de este mundo no es el verdadero, ya que sólo da lugar a opiniones y creencias.
  • El mundo inteligible es aquel conocemos por medio de la razón, es el mundo de las ideas (esencias) que son universales, perfectas, inmutables, eternas y trascendentes. El conocimiento de las ideas, episteme, de este mundo es el de la auténtica realidad.

¿Cómo se relacionan estos 2 mundos? Platón considera que lo que existe en el mundo sensible sólo copia o imita al mundo inteligible, esto se conoce como la teoría de la participación. ¿Cómo fueron creados estos mundos? En un principio, existía la materia informe y caótica, la materia es en sí misma imperfecta. La realidad para nosotros es múltiple y ordenada debido a que ha sido modelada por el Demiurgo (una especie de dios) que utilizaba las ideas como guía o modelo. El Demiurgo es un artesano sabio y bueno que se sirve de las ideas, que son perfectas, para modelar la materia, por eso el mundo se nos aparece ordenado, pero a la vez imperfecto, ya que la materia en sí es imperfecta. ¿Cómo se conocen las ideas? Como hemos visto la división de la realidad en dos mundos implica que hay dos formas de conocimiento: El conocimiento sensible que no es un saber de lo verdadero, sino de lo aparente, la realidad sensible imperfecta que captamos por los sentidos (denominado Doxa, opinión). El conocimiento inteligible es el de lo verdadero, ya que su objeto, las ideas, son eternas e inmutables. Se denomina episteme, ‘saber’. Al proceso del conocimiento lo denomina la ascensión dialéctica, ascensión porque hay que elevarse hasta el conocimiento de las ideas y dialéctica porque se necesita una guía, alguien conocedor de las ideas que por medio del diálogo racional nos pueda guiar. Su libro República nos puede servir de guía para entender el ascenso en el conocimiento hasta llegar a la visión universal y verdadera en las ideas que proponía. En el mundo sensible solo existen dos tipos de conocimiento imperfectos que se engloban bajo la opinión: la imaginación y la creencia, comenzamos a subir escalones llegando a las sombras y reflejos, continuando, alcanzamos tras aplicar el saber discursivo a las matemáticas, las ideas de la belleza, la justicia o la verdad, llegando finalmente al conocimiento de la idea del bien.

¿Cómo podemos los seres humanos reconocer esas ideas? La respuesta platónica es la llamada teoría de la reminiscencia, que afirma que conocer es recordar y que, de alguna manera, nuestra alma ya había entrado en contacto con las ideas y por eso puede reconocerlas; pero al entrar en el cuerpo humano hecho de materia imperfecta se habría desdibujado y oscurecido este conocimiento.

Platón: Ser Humano y Ética

La visión del ser humano que tenía Platón era dualista al igual que su visión de la realidad. Los seres humanos estábamos divididos en cuerpo y alma. Nuestro cuerpo era nuestra parte material, cambiante, imperfecta, sede de nuestras pasiones y apetitos que nos apegaban a lo terrenal. Nuestra alma era inmortal y la parte más noble de nosotros por estar ligada a la razón y su similitud con el mundo de las ideas. Platón propone para el ser humano un ideal ascético en el que ocupándonos de nuestra alma (nuestra parte racional) nos acercaremos a la auténtica sabiduría que se identifica con la felicidad. Siempre y cuando nos hayamos desprendido del conocimiento de nuestros sentidos y de nuestros deseos e inclinaciones corporales. Platón justificaba que el alma era inmortal a través de dos argumentos: en primer lugar, por su teoría de la reminiscencia; en segundo lugar, por la simplicidad del alma. Ya que ésta no tiene partes, no se descompondrá o morirá. Además de la división dualista del ser humano nos encontramos en Platón una división del alma en tres partes cuando habita un cuerpo: alma racional (El alma racional tiene su sede en la cabeza su función se refiere al pensamiento, el tipo de persona en la que predomina será racional y tenderá al aprendizaje), alma irascible (se localiza en el pecho y es la sede de las pasiones y sentimientos nobles, cuando predomina las personas serán arrojadas, impulsivas …) y alma apetitiva o concupiscible (se sitúa en el vientre y es la sede de los deseos y apetitos corporales, y predomina en personas dominadas por cuestiones de tipo material y sentimientos innobles). En cada persona predomina una parte del alma y esto da lugar a distintos tipos de persona.

En la teoría ética de Platón se hallaba la Idea trascendental de Bien, el sol era un símil para Platón de esta idea, ya que lo ilumina todo y lo hace inteligible (visible intelectualmente) una ética universalista e intelectualista, los valores morales son universales y objetivos, además pueden conocerse. Aquellos que los conocen serán virtuosos y todo mal procederá de la ignorancia. Así, el Bien y la Justicia existen por sí mismos como ideas, en contra de lo que afirmaban posturas relativistas que reducían estas ideas a meras opiniones y creencias. Sin embargo, el conocimiento del Bien no estaba al alcance de todos, el conocimiento de las ideas precisaba el esfuerzo y la dedicación necesarias para ascender dialécticamente por las etapas necesarias. Aunque no sea un ideal accesible para todos, se proponía una virtud cultivable para cada tipo de persona según su tipo de alma dominante, siendo la virtud más importante la justicia. Esto requería, como ilustra el mito del carro alado en el diálogo Fedro, que el alma racional controle y domine las dimensiones irascibles y apetitivas humanas. Es decir, la justicia reinará en el ser humano que sea capaz de ejercer un autodominio racional.

Platón: Política

La propuesta política de Platón es una ciudad ideal. Platon describe cómo debería organizarse una ciudad-estado perfecta en la que la justicia es la armonía perfecta entre las partes y los gobernantes conocen lo adecuado y lo bueno porque han cultivado su razón y gobernarán siempre con la Idea de Bien como guía. La organización de la ciudad ideal tiene la misma división que el alma individual. Ninguno de nosotros es autárquico, no existe la salvación individual, se necesita de los otros. El lugar que ocupa cada uno dependerá de su tipo de alma y la educación es fundamental para orientar a cada uno al lugar que más le conviene, lo cual repercutirá positivamente en la armonía del todo.  los que gobiernen serán los mejores dotados intelectualmente, independientemente de su género. Las ocupaciones que dependen del tipo de alma de cada una son las siguientes: Campesinos, artesanos y comerciantes, que satisfacen las necesidades materiales, son el fundamento económico de la polis (ciudad)-alma concupiscible, Los guardianes, que custodian y defienden la ciudad, y no pueden tener bienes materiales- alma irascible  y los gobernantes, los que saben gobernar de manera adecuada, elegidos por su sophía, sabiduría (inteligencia con generosidad)- alma racional. La justicia es la armonía que se instaura entre estas tres virtudes. Que cada uno haga lo que le corresponde hacer, los ciudadanos y los estamentos en la ciudad y las partes del alma en el alma. Entonces, la felicidad individual coincidirá con la colectiva. Pero la justicia no surge de manera espontánea, Platón es consciente de que se cultiva y para ello es necesaria una educación perfecta para una ciudad perfecta, que perdure en el tiempo.

NIETZSCHE REALIDAD Y CONOCIMIENTO

Nietzsche quiere llevar una filosofia basada en «filosofia a martillazos», el autor hace referencia a la necesidad de destruir, sin emplear un lenguaje lógico o un discurso racional, todos los elementos y valores que han sostenido la cultura occidental: la metafisica, la religión cristiana y la moral tradicional. Critica las teorias dualistas de la realidad anteriores ya que Nietzsche afirma que esta división de lo real es un síntoma de decadencia y desprecio hacia la vida. Tanto los filósofos como los cristianos han sido incapaces de asumir la naturaleza cambiante de la realidad sensible. Al no poder soportar el caos, la contradicción y el movimiento intrínsecos a la vida, inventan un mundo ficticio, muerto, al que llaman mundo verdadero, pues odian y desprecian el mundo de los sentidos. Contra esta interpretación del mundo, Nietzsche sostiene que la única realidad que existe es esta, la realidad de la vida, aquella que pisamos y habitamos. Lo que la metafísica tradicional había considerado apariencia (el devenir, lo sensible y temporal) es lo único real. La propuesta nietzscheana ante la realidad es el vitalismo, la afirmación de la vida tal y como es. El fin del mundo de las esencias fijas supone la muerte de Dios, el fin del gran error histórico que ha renegado de nuestro mundo imperfecto y temporal. Para Nietzsche dios a muerto y no existen las verdades absolutas, no hay verdaderos y falsos, solo existe la perspectiva, el punto de vista individual. Los filósofos habían creído en la posibilidad de captar la verdad mediante conceptos, de encerrar lo real en un lenguaje racional. Pero el lenguaje es una convención humana que no nos permite capturar la esencia de lo real. El problema es que olvidamos el carácter convencional del lenguaje y pensamos que lo que expresamos con él es la realidad, cuando el lenguaje solo puede ser metafórico. Los conceptos solo son metáforas (imágenes) que se han olvidado que lo son. La única actitud que cabe adoptar ante el conocimiento y la verdad es la del artista, que no oculta, sino que exalta este carácter metafórico del lenguaje. Frente al científico, Nietzsche propone la actitud del hombre intuitivo, que comprende la vida a través del arte.
NIETZSCHE MORAL Y LA RELIGIÓN 
La critica de Nietzsche a la cultura occidental culmina con el diagnóstico de la muerte de Dios. «Dios ha muerto» es la expresión con la que Nietzsche describe el derrumbe de todos los valores que han sostenido la cultura occidental. Ha muerto el Dios
de los cristianos, pero también el Dios de los filósofos: la razón, la verdad, los valores morales tradicionales y el mundo de conceptos inmutables de la metafisica. La muerte de Dios es, a la vez, un diagnóstico de la realidad europea de su tiempo, en la que los avances científicos y técnicos aumentan la desconfianza hacia la religión; y el resultado de la propia crítica de Nietzsche, que ha destruido todo lo que sostenía nuestra cultura. Puesto que toda la cultura se sostenía sobre una ficción, en realidad, cuando creíamos estar creyendo en lo más importante, estábamos creyendo en nada. Por tanto, la consecuencia inmediata de la muerte de Dios es el nihilismo, término procedente de la palabra latina nihil (nada). Es preciso entender el nihilismo nietzscheano en varios sentidos. En primer lugar, el nihilismo es la situación en la que la historia de la metafisica y el cristianismo han mantenido a la cultura occidental. En este sentido, la cultura, desde Platón, ha sido nihilista, pues siempre ha creído en realidades que no existen, ha creído en nada. Es este un nihilismo entendido como decadencia vital. Pero el nihilismo no es solo la situación en que nos coloca la cultura, sino también la crítica filosófica de Nietzsche, y su propio tiempo. La crítica, como hemos visto, ha provocado la destrucción de todas las ideas y valores vigentes hasta el momento, por lo que nos ha dejado sin nada en lo que creer. Este nihilismo negativo nos deja desorientados y sin amarras, pero puede entenderse como una oportunidad como una etapa necesaria hacia la construcción de nuevos valores, de un nuevo mundo. El nihilismo negativo sería el momento crepuscular, oscuro, que estaba viviendo Europa en la época
de Nietzsche, pero también es el anuncio de una mueva aurora. La construcción de un nuevo mundo y un nuevo sistema de valores es el momento del nihilismo positivo y activo. En este momento descubrimos que el nihilismo solo es un punto de inflexión para crear una nueva moral. Ahora bien, la creación de la nueva moral tiene que alterar por completo la moral anterior, que había sido negadora de la vida. Para crear una moral nueva hace falta, por tanto, llevar a cabo una transvaloración de
todos los valores.


SOCIEDAD Y POLÍTICA HABERMAS
La democracia deliberativa es el proyecto político de Habermas, desarrollado a partir de su ética del discurso. Se trata de un proyecto democrático que toma como modelo la comunidad de dialogo ideal de su ética del discurso, que es la situación en la que se
juntan dos condiciones ideales para que se produzca un diálogo ético: la libertad de la expresión y la igualdad de todos los hablantes. Siguiendo este modelo, la democracia deliberativa sería el sistema en que todos los ciudadanos, sin coacción y en igualdad de condiciones, puedan participar en el diálogo para alcanzar un consenso racional acerca de los intereses de la comunidad. Para caracterizar su propuesta de una democracia deliberativa o participativa, Habermas, en su texto
«Tres modelos normativos de democracia», la distingue de los dos modelos teóricos existentes hasta la fecha: la
democracia liberal y la republicana. La democracia liberal entiende la sociedad en términos individualistas y económicos y, por tanto, concibe al ciudadano como un sujeto de derechos subjetivos o privados. El ciudadano posee una libertad negativa, entendida como ausencia de coacción externa para perseguir sus intereses privados. El derecho en una democracia liberal debe estar principalmente orientado a proteger estos derechos individuales, que pertenecen al individuo al margen de la comunidad política. Por último, el proceso político debe timitarse a la gestión de los conflictos de intereses de los ciudadanos y al control de las
administraciones públicas. La visión liberal de la democracia, por tanto, se acerca al modelo del mercado, pues la política es vista como negociación entre intereses privados. Por su parte, la visión republicana concibe la sociedad como una comunidad con fines colectivos en la que el ciudadano es un sujeto que participa en los asuntos del Estado y que tiene un compromiso ético con el bien común. Su concepción de lavlibertad no es negativa sino positiva: el ciudadano debe ser libre para participar en la búsqueda del bien
común. En esta democracia, el derecho es indisociable de la comunidad política a la que se pertenece. Por último, la acción política es una acción comunicativa que tiene el objetivo de construir una comunidad política que mire por el interés común. Con su propuesta de una democracia deliberativa, Habermas pretende sintetizar ambas perspectivas, superando sus carencias. Por un lado, reprocha al modelo liberal el poco peso otorgado al espacio de lo común y a la participación ciudadana en los asuntos públicos. Su modelo político es un modelo de gestión cercano a la razón instrumental, que toma como modelo el mercado y despolitiza a la sociedad civil. Por otro, reprocha a la visión republicana su idealismo, su excesiva carga normativa (aproxima demasiado la política a la ética) y el escaso peso otorgado a la administración. Habermas propone un modelo de democracia que, por un lado, defienda los intereses del individuo y, por otro, defienda la importancia de la sociedad como una comunidad de convivencia. Del modelo liberal destaca su realismo, por el hecho de diferenciar el Estado de la sociedad civil. Así, para Habermas en una democracia moderna son importantes las instituciones formales
que se ocupan de llevar a cabo una política instrumental. No obstante, toma de la visión republicana- la importancia otorgada al diálogo y a la esfera pública. La democracia deliberativa se caracteriza por una esfera pública en la que se crea la opinión pública, que es la que va a definir la voluntad común. En esta política dialógica van a ser muy importantes los espacios informales de deliberación. En definitiva, para Habermas la esfera pública está tanto en las instituciones y la administración, como en la sociedad civil. Ambos deben estar en permanente diálogo con el fin de encontrar consensos que permitan dirimir los conflictos de intereses entre los distintos grupos sociales, debiendo siempre respetarse los derechos humanos.
ETICA Y MORAL HABERMAS
Jürgen Habermas propone una ética del discurso basada en su Teoría de la acción. comunicativa, que defiende un modelo de razón discursiva, comunicativa o dialógica. Este modelo de racionalidad se opone a la razón instrumental propia del capitalismo (siempre orientada por un interés técnico) y a la razón subjetiva propia de la Modernidad. Para Habermas, la razón se da siempre en la  comunicación entre dos sujetos. La razón comunicativa se basa en el uso del lenguaje para buscar el entendimiento y el acuerdo
intersubjetivo, y consiste en dar argumentos racionales y en entender y cuestionar los del otro. Esta forma de comunicación se llama discurso, que se caracteriza por la argumentación racional con el objetivo de alcanzar acuerdos intersubjetivos. En el discurso, los hablantes deben dar y exigir razones de cualquier pretensión de validez de sus afirmaciones. El discurso es la base de la teoría ética y política habermasiana. La ética del discurso de Habermas es una reelaboración de la ética formal de Kant, pues tiene como objetivo encontrar normas o imperativos universalmente válidos. Ahora bien, los imperativos éticos no son individuales, sino que son el fruto de un diálogo racional que debe producirse en determinadas condiciones. El sujeto no puede encontrar en soledad las normas éticas a las que debe atenerse, sino que estas son el resultado del ejercicio de la razón comunicativa. Un imperativo ético será aquel que todos los seres humanos, de común acuerdo y mediante la argumentación racional, acepten como norma universal. El objetivo de la ética comunicativa es alcanzar un consenso, un acuerdo racional entre todos los participantes en la conversación. Habermas, por tanto, defiende una teoría consensual del bien. Para que este diálogo ético se produzca deben respetarse dos condiciones universales: la primera es la libertad de expresión de los hablantes, que no renuncian a sus intereses y deben poder expresarlos en libertad. La segunda es la igualdad de todos los participantes en la conversación. Cuando estas dos condiciones se cumplen se da lo que Habermas considera que es una comunidad de diálogo ideal o una situación ideal de habla. Es importante tener en cuenta que estas son condiciones ideales, y en ningún Caso una situación empirica q se produzca de hecho. Estas condiciones funcionan comoun horizonte normativo (deseable) aunque pocas veces se cumplan efectivamente. .La transvaloración de los valores supone transformar por completo los valores de la moral cristiana, que era una moral de esclavos. Esta moral de esclavos identificaba lo bueno con la debilidad, la humildad, la culpa y la sumisión. Consideraba bueno lo que en realidad es malo, pues son valores que nos debilitan, que niegan y desprecian la vida. Es preciso sustituir esta moral de esclavos por una moral de señores que ponga en primer término la vida, la fuerza, el valor, el heroísmo, Nietzsche, para diseñar esta nueva moral, se inspira de la épica y las sociedades antiguas. La nueva moral debe decir «si» a la vida y debe estar basada en la voluntad de poder, concepto central de la filosofía
nietzscheana. La voluntad de poder se identifica con la voluntad de vivir, con el deseo de superación, con la energía vital y la tuerza para crear nuevos valores y afirmar la intensidad de la vida Implica la capacidad de gobernarse a sí mismo, de ser el dueño de la propia vida y seguir los propios impulsos vitales. Esta nueva moral de aquel que es capaz de entrentarse a su destino requiere superar al hombre anterior, requiere un nuevo hombre al que Nietzsche llamará «superhombre». 


SER HUMANO ORTEGA
Para Ortega, la vida humana es la realidad radical de la que debe ocuparse el saber filosófico. La realidad primera de la filosofia no es solo el mundo separado de mi (como lo era para el realismo) ni solamente el «yo» o la conciencia y sus ideas (como lo
era para el idealismo), sino la coexistencia de ambos. Esta coexistencia, esta interdependencia entre el mundo y el yo, es lo que Ortega llama vida. Para Ortega, por tanto, la vida es la realidad radical (la realidad primera o fundamental) a partir de la cual todo lo demás debe ser pensado.Ahora es el momento de definir esta realidad radical que es la vida. La vida para Ortega no es una cosa, una naturaleza, una sustancia o una realidad biológica. Tampoco es solo cuerpo o solo mente. La vida no es algo acabado, dado de una vez por todas, sino que es una realidad que está siempre haciéndose, en permanente construcción. La vida es el conjunto de vivencias que constituyen nuestro existir. es nuesio-inodo de experimentar la realidad, la coexistencia entre la mente (mi manera de experimentar el mundo) y el mundo externo. Así, cuando Ortega habla de vida, habla de «mi vida», «la vida de cada cual», el modo específico en que cada ser humano experimenta el mundo. Puesto que carece de naturaleza o esencia, la vida no resulta un objeto filosófico fácilmente definible en términos absolutos. Sin embargo, Ortega enumera una serie de atributos o características a los que llama categorías de la vida. Algunas de las categorías fundamentales son las siguientes:
1. Vivir es ser consciente, saberse uno mismo y comprenderse. Explica Ortega que todo vivir es vivirse, sentirse vivir, saberse existiendo». Las cosas de la naturaleza no son conscientes de sí mismas, no comprenden su propio vivir. Lo que caracteriza a la vida humana, en cambio, es que es capaz de experimentarse a sí misma: mientras vivo, me vivo a mí misma y al mundo, y a mí misma en el mundo. La comprensión, la conciencia de mi vivir, es específica de la vida humana, y es lo que da sentido al ejercicio de la filosofía. Esta autoconciencia que nos caracteriza tiene una consecuencia fundamental, y es la responsabilidad ante la propia vida. Aquello de loque el ser humano es consciente no es de la vida en general, sino de su propia vida personal, por lo que somos responsables de lo que hacemos con ella.
2. Vivir es encontrarse en el mundo. Ortega afirma que vivir es hallarse frente al mundo, con el mundo, dentro del mundo. El mundo no es algo separado del yo ni de mi vida, es su elemento fundamental. Vivir es encontrarse entre las cosas, ocuparse de las cosas del mundo (amarlas, odiarlas, desearlas, pensarlas, percibirlas), convivir con una circunstancia,
3, La vida es fatalidad: No podemos escoger el mundo en el que nos ha tocado nacer, puesto que el contexto en el que nacemos, nuestra circunstancia (la época, la sociedad, nuestro cuerpo o los rasgos básicos de nuestra personalidad), es una realidad que ya está dada, que no elegimos y que tampoco podemos cambiar. Tampoco el hecho de nacer depende de un acto de decisión; somos arrojados a la vida. Nuestra vida es, por lo tanto, libertad en la fatalidad. Porque la fatalidad de la circunstancia en la que se inscribe la vida no impide completamente la libertad, sino que en cierto modo la hace posible. Sin-la concreción que implica la circunstancia, no podríamos ser ni actuar, pues solo es posible tomar una decisión en un contexto determinado. Una vez en el mundo, tenemos la responsabilidad y la obligación de decidir lo que haremos de nuestra vida. Como sostiene el existencialismo, estamos obligados» a ser libres. Tenemos que tomar decisiones constantemente: nuestra vida es un problema que nadie, salvo nosotros mismos, puede resolver.
4. Por todo ello la vida es futurición. Las cosas materiales viven en un presente absoluto o proceden del pasado, pero el ser humano es el único ser que vive proyectado hacia adelante, volcado hacia el futuro. Frente a las cosas del mundo, que son lo que son, el ser humano presenta una realidad paradójica, pues su ser consiste en ser lo que anima no es. La vida es pensada por Ortega como proyeoto, y esto es así en virtud de la libertad, que es la característica esencial del ser humano? el ser humano debe decidir lo que quiere ser. Desde el punto de vista de la vida humana, el futuro tiene primacía con respecto al presente, puesto que lo que hacemos en el presente, lo hacemos para ser lo que queremos ser en el futuro, El ser humano concluye Ortega, es un proyecto de futuros

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