Friedrich Nietzsche
Para Nietzsche, la vida no tiene un fundamento exterior a ella, tiene valor en sí misma; y la vida entendida en su dimensión biológica, instintiva, irracional, como creación y destrucción, como ámbito de la alegría y el dolor. Por esta razón, Nietzsche creyó posible medir el valor de la metafísica, la epistemología y la ética a partir de su negación o afirmación de la vida.
La Crítica de Nietzsche a la Cultura Occidental
Nietzsche opone Apolo, la individuación, la forma, el mundo como una totalidad ordenada y racional, y Dionisos, la vida en sus aspectos oscuros, instintivos, irracionales, biológicos. Lo dionisíaco era la auténtica verdad. Sólo con el inicio de la decadencia occidental, con Sócrates y Platón, los griegos ocultan esta faceta inventándose un mundo de legalidad y racionalidad, lo apolíneo. La degeneración de la cultura por la filosofía griega triunfó de tal modo que supuso el triunfo de lo apolíneo sobre lo único real, según Nietzsche, lo dionisíaco.
Las Críticas de Nietzsche a la Cultura Occidental
A la Idea del Conocimiento
Nietzsche rechaza la objetividad de la lógica y de la razón: la filosofía tradicional consideraba que las leyes de la razón (la lógica) son también leyes del mundo y sus principios los principios básicos de la realidad. Frente a ello, Nietzsche afirma el carácter irracional del mundo: la lógica, la razón son invenciones humanas, las cosas no se someten a regularidad alguna. Nietzsche considera que el conocimiento objetivo del mundo descansa en la creencia en algún tipo de realidad absoluta (el Mundo de las Ideas de Platón o el Dios cristiano); sin embargo, si esta realidad absoluta es una fantasía humana, dicha confianza carece de sentido. Pero aceptando su carácter relativo, Nietzsche defiende el perspectivismo.
Para Nietzsche, las leyes científicas son invenciones humanas pues no existen regularidades ni necesidad en el mundo y los hechos que lo pueblan, no hay leyes de la Naturaleza. La razón no se puede justificar a sí misma. Las matemáticas pueden expresar con precisión el comportamiento de las cosas, pero para él esta forma de entender el mundo es errónea pues las matemáticas no describen nada real, son invenciones humanas; en el mundo no existe ninguna de las perfectas figuras de la geometría, ni números, ni unidades. Las matemáticas prescinden de la dimensión cualitativa del mundo, de su riqueza y pluralidad.
A la Metafísica
La filosofía presenta al mundo como un cosmos. La invención del Mundo Racional trae consigo la invención de los conceptos básicos, las categorías metafísicas como sustancia, ser, esencia, unidad son puras invenciones. Pero Nietzsche pone también en la influencia de la gramática otro origen de la metafísica; el lenguaje da lugar a una visión errónea de la realidad: la estructura sujeto-predicado, el empleo de las mismas palabras favorecen una “interpretación substancialista de la realidad, la creencia en entidades dotadas de rasgos permanentes y propios, de esencias y naturalezas universales.” Si nuestra gramática fuese distinta, nuestra forma de entender el mundo sería también distinta.
A la Moral Tradicional
Dice Nietzsche que los valores morales no tienen una existencia objetiva, son proyecciones de nuestra subjetividad, de nuestras pasiones, sentimientos e intereses. Si realmente los valores existiesen en un Mundo Verdadero y Objetivo cabría aceptar su universalidad, pero no existe dicho Mundo, por lo que en realidad los valores se crean, y por ello cambian y son distintos a lo largo del tiempo y en cada cultura.
A la Religión
Para Nietzsche, la religión no es una experiencia verdadera pues Dios no existe; lo que promueve la religión es el resentimiento. El cristianismo es “platonismo para el pueblo”. La moral cristiana: el cristianismo fomenta los valores de la “moral de esclavos” (humildad, sometimiento, debilidad, mediocridad), los valores mezquinos (obediencia, sacrificio, compasión) y la idea de culpabilidad, de pecado; es la moral vulgar, de resentimiento contra lo elevado, noble y singular; es la destrucción de los valores del mundo antiguo. El Dios cristiano representa los valores negativos y contrarios a la vida, mientras que el mundo divino politeísta representa los valores afirmativos, la fidelidad a la Naturaleza. La superación del cristianismo (la “muerte de Dios”) es fundamental para la transmutación de todos los valores y la recuperación de los valores de la antigüedad perdidos tras la aparición de esta religión y de la filosofía.