Platón, en sus diálogos Critón y La República, aborda la justicia como una relación de alteridad, es decir, como la forma en que las personas se relacionan y el trato que debe existir entre ellas.
La Justicia en Critón: Rechazo a la Venganza
En Critón, Sócrates dialoga con su amigo sobre la posibilidad de escapar de la cárcel. Sócrates argumenta que escapar sería una injusticia. Para él, la máxima del ser humano es vivir bien, sin dañar a otros bajo ninguna circunstancia. Considera que las leyes bajo las cuales fue condenado son legítimas y representan el acuerdo que conforma y mantiene la comunidad. Desobedecerlas y escapar sería dañar a la comunidad entera.
Esta visión de Sócrates rechaza la venganza como forma de justicia. La justicia no es reciprocidad, como en la ley del talión. Cometer un daño, incluso como respuesta a otro, es inaceptable. La justicia implica no cometer injusticias, pero también soportar las injusticias ajenas sin buscar venganza.
La Justicia en La República: El Bien Común por encima del Interés Individual
En La República, Sócrates se enfrenta a Trasímaco, quien afirma que «lo justo es lo que conviene al más fuerte». Trasímaco no ve la justicia como un valor absoluto, sino como algo que depende del interés del gobernante.
Sócrates refuta esta idea argumentando que una comunidad basada en la injusticia no puede subsistir. La desconfianza y el temor a la injusticia impedirían la convivencia. Los hombres se unen en comunidad para vivir mejor, y esto solo es posible si se actúa con justicia.
Sócrates también argumenta que las personas no realizan actividades solo por beneficio propio. Cada individuo tiene un arte o función que beneficia a la comunidad. Los gobernantes, por ejemplo, no gobiernan para sí mismos, sino para el bien común. La retribución que reciben es por su trabajo, no por el poder que ejercen.
La justicia en La República se basa en la alteridad, en considerar al otro y actuar en beneficio de la comunidad. No se trata de usar a los demás para beneficio propio, como propone Trasímaco, sino de que cada individuo contribuya al bien común con su arte o función.