HUME: Teoría Empirista
Contenido de la Mente: Impresiones e Ideas
Para Hume, el contenido de la mente se compone de percepciones, que se dividen en dos categorías: impresiones, que son datos inmediatos de la experiencia, e ideas, que son copias de las impresiones. Hume niega la existencia de ideas innatas y establece que la diferencia entre impresiones e ideas radica en su intensidad.
Las impresiones se clasifican en impresiones de sensación, de las cuales surgen las ideas, y impresiones de reflexión, que son provocadas por las ideas. Las ideas, a su vez, se dividen en simples, que corresponden a una impresión, y complejas, que son el resultado de la actividad de la memoria o la imaginación.
- Memoria: Mantiene la forma y el orden de las impresiones originales.
- Imaginación: Altera la figura y la secuencia de las impresiones según los principios de asociación: semejanza, contigüidad y causalidad.
Tipos de Conocimiento y Crítica de la Idea de Causa
Hume distingue dos tipos de conocimiento:
- Relaciones de ideas: Proposiciones analíticas y necesarias, como las de la lógica, que no recurren a la experiencia.
- Cuestiones de hecho: Proposiciones sintéticas y probables, basadas en la experiencia.
Una idea será verdadera si procede de una impresión; de lo contrario, es una ficción. La relación causa-efecto se basa en la experiencia, pero nunca podemos descubrir en ella una conexión necesaria entre los hechos. La conexión necesaria que creemos que existe es solo una suposición basada en la costumbre.
Crítica de la Idea de Sustancia
Hume aplica su exigencia de referir las ideas a impresiones para analizar la idea de sustancia del racionalismo. Respecto al mundo corpóreo o sustancia extensa, solo tenemos impresiones, por lo que la idea de una realidad externa que está más allá de ellas no se basa en la experiencia.
En cuanto a la sustancia pensante, Hume reconoce a través de sus ideas e impresiones que nuestras impresiones están unidas por asociación en la imaginación. No deberíamos atribuir una identidad a lo que solo es una sucesión de percepciones diferentes en perpetuo flujo y movimiento.
Tampoco la existencia de Dios (sustancia infinita) se puede demostrar a priori, ya que la existencia es una cuestión de hecho. Tampoco se puede demostrar a posteriori, como pretendía Tomás de Aquino, ya que habría que basar la demostración en la analogía con las obras humanas.
Fenomenismo y Escepticismo
Las tres sustancias cartesianas (mundo, mente y Dios) no se pueden conocer. La realidad queda reducida a impresiones, a meros fenómenos. Esta posición fenomenista parece llevar al escepticismo moderado, al no estar seguros de ningún conocimiento. Este escepticismo también debe servir al iniciar una investigación para librarnos de prejuicios y alcanzar la imparcialidad.
La Moral del Sentimiento
Hume asume que la razón no es el fundamento de los juicios morales, sino que es esclava de las pasiones. La moralidad tiene su origen en los sentimientos. Una acción es virtuosa o viciosa según el agrado o desagrado que produce.
Esta capacidad de simpatizar con la felicidad o desgracias ajenas es común a toda la humanidad y se aleja de sus intereses particulares.
Ideas Políticas
Hume recoge el individualismo de las teorías contractualistas de Hobbes y Locke. Para Hume, vivir en comunidad es mejor que la libertad y la independencia individual. Los gobiernos vigilan para que los individuos no pongan sus intereses particulares por encima del general, y las reglas de justicia son convenios útiles.
Respecto al origen del Estado, es una manera de recurrir a Dios mediante la violencia, que puede ser conocido por la historia.
ROUSSEAU
La figura de Rousseau es ambigua y paradójica. Es uno de los principales representantes de la Ilustración (junto con Voltaire, Diderot y D’Alambert), defendiendo los ideales de tolerancia y libertad. Sin embargo, también es uno de sus críticos más duros, ya que defiende la primacía del sentimiento y sostiene que la ciencia y la cultura no mejoran al hombre, sino que lo corrompen y lo hacen infeliz.
Crítica de la Sociedad
Para Rousseau, el ser humano es bueno por naturaleza y se hace malo porque la sociedad lo degenera y corrompe. El error de los ilustrados es creer en el progreso de la civilización. La ciencia y la cultura no otorgan la felicidad y la moralidad al hombre, sino que corrompen las costumbres y la naturaleza humana.
La sociedad ha uniformado a los hombres y deformado sus sentimientos naturales. Lo artificial ha sustituido a lo natural, y los convencionalismos ahogan la libertad y distorsionan la naturaleza del hombre.
En el estado de naturaleza, anterior a la vida social, los seres humanos eran pocos y vagaban libremente por la naturaleza, que les daba lo que querían. El hombre natural (buen salvaje) es inocente, igualitario, libre y siente amor de sí mismo (que lo hace conservar la vida) y piedad (que lo lleva a colaborar y apenarse con sus iguales).
El fin del estado de naturaleza llegó cuando aumentó la población y crecieron las necesidades, dando lugar a sociedades más complejas. Se instituyó la propiedad privada, que hizo que se pasara del amor a sí mismo al amor propio, que lleva a la ambición, la envidia, el orgullo y la desigualdad social.
El Estado fue creado por los poderosos para dominar a los débiles, causando injusticias y esclavitud. Las ciencias y las artes domestican al ser humano, usando los artificios y sutilezas de la razón. Con la educación, eliminan la naturalidad. Solo el sentimiento moral (en el corazón) habla a través de la conciencia y le recuerda al hombre la libertad y bondad naturales.
El Problema de la Educación
Para Rousseau, es imposible volver a la libertad, igualdad y felicidad originarias, pero se puede volver en parte suprimiendo las barreras. Para regresar a la naturaleza, tenemos que utilizar una educación natural, no represiva.
El sistema ideal de educación está basado en la ausencia de toda imposición externa y la libertad de acción. El niño debe vivir libremente, viviendo en tolerancia. Para eso, hay que liberarlo de falsos prejuicios y de conocimientos inútiles que le inculca la sociedad.
El Contrato Social
El segundo paso para transformar la sociedad es haciendo un pacto que propicie y respete la libertad de los hombres y legitime el poder. Cada individuo no debe obedecer más que a sí mismo, quedando tan libre como antes.
Para esto, Rousseau propone una forma de contrato que vincula a la comunidad con el individuo y viceversa. Es un contrato libre que garantiza el máximo grado posible de libertad civil en un Estado de Derecho. Con el contrato social, el hombre se convierte en ciudadano.
El contrato social crea la voluntad general, que es colectiva, soberana e inalienable, y cuyo objetivo es el bien común. Las leyes y el gobierno hacen posible la voluntad general, es decir, la soberanía del pueblo o asamblea, y deben ejecutar las leyes que emanan de la voluntad general.
Rousseau diferencia entre la voluntad general y la voluntad de todos o de la mayoría: la voluntad general tiende al ideal, al bien común, mientras que la voluntad de todos no siempre lo hace.
La democracia perfecta se consigue con un gobierno estrictamente democrático, propio de dioses. El legislador debe adaptar las leyes a la voluntad general del pueblo en concreto. Lo que da lugar a diferentes formas de gobierno: la monarquía, la aristocracia y la democracia o Estado republicano, que para Rousseau es la mejor forma de gobierno siempre que se dé en un territorio pequeño, ya que así todos los ciudadanos podrán participar en la vida pública.