La política era un capítulo de la moral, sometida a la moral desde el punto de vista teórico como valoración práctica. Se llevaban a cabo manuales para que el príncipe llegara a cumplir las normas, se trataba de normas morales y religiosas dirigidas a enseñar al príncipe a punto de constituirse como rey o emperador. Había una normativa específica para enseñar al político cómo debía comportarse en su actividad como alteza. Esto se buscaba en el período premoral y no cabía hablar de normativa autónoma porque era un capítulo de la normativa moral. Es una adaptación de la moral ordinaria para que el individuo empezara a emprender cómo comportarse, como un verdadero político.
A partir de un determinado momento, bajo la modernidad y la pluma y ocurrencia de Maquiavelo (natural de Florencia y dedicado a la política, pero ¿a qué tipo de política? Era diplomático) escribe “El Príncipe”. En esta obra Maquiavelo aporta una nueva concepción de la política, inaugura la modernidad, en la cual la política que hasta entonces era un capítulo de la moral cristiana, trata de desgajarla de ese moralismo del que estaba impregnada. Maquiavelo fue entonces el que imprimió un giro copernicano (giro de 180º) a la perspectiva de la política en cuanto al conjunto de actuaciones, de ejercicios relacionados con la naturaleza humana. Escoger qué hay que entender por naturaleza humana es donde se situaba la base de las ideas modernas de la política que entró a conocer. Maquiavelo es el primer moderno de la teoría política en el sentido en el que hoy lo estudiamos. Se ha dicho que todo político tiene su actividad política reflejada en “El Príncipe”.
La naturaleza humana según Maquiavelo
Maquiavelo quiere deducir normas de la política manteniendo la naturaleza humana (gran Aristotélico), pero tal y como es y no como debería ser. La naturaleza humana de Aristóteles es como debería ser y no tal y como es. Para saber qué es lo que se hace en la política y cómo triunfar en la misma, dice Maquiavelo que hay que olvidarse de tal como debería ser para atender a tal como es. Hay una concepción pesimista de la naturaleza humana, pues para Maquiavelo el humano es el propio mal. Esto hay que tenerlo presente para saber cómo debería ser la política, pero no como una serie de principios, sino como una serie de prácticas que van a estar respondiendo a la maldad esencial de la naturaleza.
La leyenda maquiavélica
La leyenda maquiavélica más extendida parte de actuar valiéndose del mal, del engaño para lograr determinadas finalidades políticas, hasta puntos problemáticos. Se ha dicho que teniendo en cuenta el engaño Maquiavelo ha sido incongruente con su propio punto de partida, pues ha engañado a sus propios lectores a través de la obra “El Príncipe”, pues ha escrito un libro positivo. Maquiavelo en realidad trata de inaugurar una técnica amoral de la política, esta es, la política como técnica fundamentada sobre una moral, pero esta moral sería lo que hoy llamaríamos una moral concreta o de situación, que tiene en cuenta una moral variable y prescinde de toda normativa moral. Hubo una época donde esta moral de situación y concreta se puso de moda. La moral Maquiavélica es algo de esto, difiere de la moral idealista, religiosa y cristiana; en este caso, se trata de una moral convulsa donde reinaba la moral cristiana. Tenemos que tener como referencia esta moral ideal para estudiar la moral en la actividad política.
El fin justifica los medios
Maquiavelo se desprende de la maldad humana, el hombre es malo pero además es incapaz de aprovecharse de su preferencia por el mal, lo ideal sería que tuviera una técnica para llevar a cabo utilidades propias. Para Maquiavelo la idea central es que el fin justifica los medios; un medio es bueno en la medida en que es bueno el fin. La moral es lo que hace factible todo aquello que desea el monarca. Se trata de un mundo donde lo que impera es la maldad y la moral tiene que ser la concreta o en situación donde trata de aprovecharse todo lo posible a favor del príncipe que es un político profesional. El fin justifica los medios, pero sólo cuando se justifica por el principio de utilidad colectiva.
La virtud del príncipe
Todo esto va punto por punto sobre lo que se consideraba moral y es lo que podemos denominar ética profesional del político tal y como define Maquiavelo, habría por tanto, una normativa moral que se informa de todos estos principios en los cuales domina cualquier fin por perverso que sea. Todo esto se sintetiza con una palabra que utiliza Maquiavelo para comportarse de una determinada manera y es la palabra “virtud”. Para Maquiavelo el príncipe es buen príncipe dotado de la virtud, entendida como capacidad técnica de hacer todo esto que convenga para el éxito político. Entendiendo por política la institución para conseguir los fines por muy malos y horrendos que sean, por muy moralmente malos que sean. Se trata de una destreza profesional del príncipe. El príncipe será un buen príncipe si está dotado de virtud en el sentido que hemos visto. Su capacidad profesional se mide por el grado de virtud que ostente, pues debe regir una determinada comunidad política. Este mundo es un mundo de seres humanos donde hay que tener en cuenta esto para obtener éxitos.
Maquiavelo y Carl Schmitt
En nuestro tiempo, en el siglo XX, un jurista del que hemos hablado ya, Carl Schmitt, tiene unas ideas por lo que respecta a la concepción política que podemos colocar al lado de Maquiavelo o como resultado de la modernización de la teoría política.