Teoría del Conocimiento: Descartes
Descartes aborda el problema del método como el camino hacia el conocimiento verdadero. Descarta la experiencia sensorial como fuente fiable debido a su potencial engañoso, y en su lugar, propone la deducción, similar al método matemático, como el camino hacia la certeza.
Para Descartes, la razón es activa e inventiva. El conocimiento válido se caracteriza por su claridad y distinción. La claridad implica una comprensión completa, mientras que la distinción se refiere a la separación clara de un conocimiento de otros.
Las Reglas del Método
Descartes establece cuatro reglas para guiar el proceso deductivo:
- Regla de la Evidencia: Solo se acepta como verdadero aquello que se presenta de manera clara y distinta a la intuición.
- Regla del Análisis: Dividir los problemas complejos en sus partes más simples para facilitar su análisis.
- Regla de la Síntesis: Reconstruir el conocimiento a partir de las partes simples, ascendiendo gradualmente hacia lo complejo.
- Regla de la Enumeración: Revisar exhaustivamente cada paso para garantizar que no se omita nada.
La Duda Metódica y el Cogito
Descartes aplica la duda metódica para encontrar una base sólida para el conocimiento. Duda de todo lo que puede ser puesto en duda, incluyendo la información sensorial y la existencia de un Dios engañador. A través de este proceso, llega a la certeza fundamental del cogito ergo sum: «Pienso, luego existo».
Dios y el Mundo Externo
Descartes argumenta que la idea de un Dios perfecto e infinito no puede provenir de él mismo, ya que es un ser finito e imperfecto. Por lo tanto, Dios debe existir como la fuente de esta idea. Además, Dios, siendo bueno, no permitiría un engaño constante, lo que justifica la confianza en la existencia del mundo externo.
El Problema de Dios en Descartes
Descartes presenta tres argumentos para demostrar la existencia de Dios:
- Argumento Ontológico: La idea de Dios como ser infinito implica su existencia, ya que la existencia es una perfección y Dios posee todas las perfecciones.
- Argumento Cosmológico: La existencia del ser humano, finito e imperfecto, requiere una causa necesaria y perfecta: Dios.
- Argumento de la Causa de las Ideas: La idea de Dios, como ser perfecto, no puede provenir del ser humano, imperfecto. Por lo tanto, Dios debe ser la causa de esta idea.
El Problema del Ser Humano en Descartes
Descartes establece un dualismo antropológico: el ser humano está compuesto por dos sustancias distintas: el cuerpo (res extensa) y el alma (res cogitans). El cuerpo es material y está sujeto a las leyes físicas, mientras que el alma es inmaterial, consciente y libre.
Las Ideas Innatas
Descartes distingue tres tipos de ideas:
- Ideas Adventicias: Provenientes de los sentidos.
- Ideas Facticias: Creadas por la imaginación.
- Ideas Innatas: Presentes en la mente desde el nacimiento, como la idea de Dios y la idea de sustancia.
Teoría del Conocimiento: Hume
Hume, un empirista radical, basa su teoría del conocimiento en la experiencia sensorial. Divide las percepciones mentales en dos categorías:
Impresiones e Ideas
- Impresiones: Percepciones sensoriales vívidas e inmediatas.
- Ideas: Copias debilitadas de las impresiones, menos vívidas y derivadas.
Hume argumenta que todas las ideas provienen de impresiones previas. Su escepticismo se deriva de la incapacidad de conocer más allá de las percepciones.
Relaciones de Ideas y Conocimiento de Hechos
Hume distingue dos tipos de conocimiento:
- Relaciones de Ideas: Verdades analíticas y necesarias, basadas en la lógica y la no contradicción (ej. matemáticas).
- Conocimiento de Hechos: Basado en la experiencia y la causalidad. No son necesarios, sino contingentes.
La Crítica a la Causalidad
Hume argumenta que la causalidad no es una conexión necesaria observable en la experiencia. Solo percibimos la contigüidad y la sucesión temporal entre eventos. La creencia en la causalidad se basa en la costumbre y el hábito, no en la razón.
El Problema del Ser Humano en Hume
Hume cuestiona la noción de un «yo» permanente e inmutable. Argumenta que solo tenemos impresiones e ideas cambiantes, y que el «yo» es simplemente una colección de estas percepciones.
El Problema de Dios en Hume
Hume critica los argumentos tradicionales a favor de la existencia de Dios:
- Argumento Ontológico: La existencia no es una propiedad que pueda deducirse de la definición de Dios.
- Argumento Cosmológico: La causalidad no puede aplicarse al origen del universo, ya que no tenemos experiencia de la creación.
Hume considera que la creencia en Dios se basa en la fe y la costumbre, no en la razón.
La Ética de Hume
Hume rechaza la moral racionalista y propone una ética basada en el sentimiento (emotivismo moral). Argumenta que la razón no puede motivar la acción, solo el sentimiento puede hacerlo. La moralidad se basa en la aprobación o desaprobación emocional que sentimos hacia ciertas acciones.
La Utilidad como Fundamento de la Moral
Hume sostiene que la utilidad social es un factor importante en la moral. Las acciones que promueven el bienestar general tienden a ser aprobadas, mientras que las que lo perjudican son desaprobadas.
Sociedad y Política: Rousseau
Rousseau argumenta que el ser humano es naturalmente bueno, pero la sociedad lo corrompe. La civilización, con sus desigualdades y egoísmo, aleja al hombre de su estado natural de libertad e inocencia.
El Estado de Naturaleza
Rousseau describe el estado de naturaleza como una condición hipotética en la que el ser humano vive en libertad e igualdad, sin las restricciones de la sociedad. Sin embargo, la necesidad de cooperación y seguridad lleva al hombre a formar sociedades.
El Contrato Social y la Voluntad General
Rousseau propone el contrato social como la base de una sociedad justa. En este contrato, los individuos acuerdan renunciar a algunos de sus derechos individuales a cambio de la protección y los beneficios de la vida en sociedad. La voluntad general, que representa el bien común, debe guiar las decisiones políticas.
El Papel del Estado
El Estado, según Rousseau, debe ser la expresión de la voluntad general. Su función es garantizar la libertad e igualdad de los ciudadanos y promover el bien común. La participación ciudadana activa es esencial para el buen funcionamiento del Estado.