Escolástica
El término proviene de la palabra latina ‘Scholasticus’ y se aplicaba a los que ejercitaban en la enseñanza en las escuelas monacales. Se desarrolló entre los s. XI al XIV, aunque como sistema perduró hasta el Renacimiento y el s. XVII. En el siglo XIX se produce un resurgimiento denominado ‘neoescolástica’ y en el XX surgirá un ‘neotomismo’, con J. Maritain y E. Gilson. Los escolásticos se apoyarán en Aristóteles, filósofo que presentaba muchas más dificultades que Platón para armonizarse con los dogmas de la iglesia. Se plantea la discusión en torno a la relación entre la fe y la razón, entre la teleología y la filosofía. A finales del siglo XIV se independizaron ambos saberes. Las síntesis entre aristotelismo y cristianismo es concebida por muchos no como una filosofía propiamente dicha, sino como una teología desarrollada filosóficamente. La escolástica fue el movimiento teológico-filosófico más importante de la Edad Media, distinguiéndose 3 fases en su desarrollo:
- La alta escolástica: tuvo lugar durante los s. XI y XII, época de las grandes cruzadas, el resurgimiento de las ciudades y el centralismo del poder papal que desembocó en una lucha por las investiduras. Destaca Anselmo de Canterbury.
- La gran escolástica: el apogeo de la escolástica coincide con el s. XIII, momento de auge de la Europa medieval cuando se empieza a configurar sus estados. Se fundan las universidades y surgen las órdenes mendicantes (dominicos y franciscanos), cuna de teólogos y filósofos de la época. Los dominicos asimilaron la filosofía de Aristóteles a partir de las traducciones e interpretaciones árabes de Avicena y Averroes. Los franciscanos seguirán la línea abierta por la patrística, marcadamente platónica. Destaca Tomás de Aquino.
- Decadencia de la escolástica: el s. XIV es una época de profunda crisis económica, política y social. Las hambrunas, la peste y una crisis económica agravada por la guerra de los cien años anunciarán el final de la Edad Media y la separación entre iglesia y estado. La escolástica comenzará su decadencia, rompiéndose el acuerdo entre razón y fe o la teología y la filosofía. Destaca J. Duns Escoto y Guillermo de Ockham.
Estoicismo
La escuela estoica se sitúa en el periodo helenístico, que comienza con la muerte de Alejandro Magno (323 a. de C.) y termina con el final de la República Romana (31 a. de C.). En pugna con las otras escuelas helenísticas (epicureísmo y escepticismo) fue fundado por Zenón de Citio. Pensadores estoicos son Crisipo y Panecio de Rodas y Posidonio de Apamea. En la Roma imperial destacaron Séneca y Marco Aurelio. El estoicismo influirá en filósofos posteriores, como los primeros padres de la iglesia, Descartes y Kant.
Física estoica
Es especulativa y deudora de Parménides, Heráclito y Aristóteles. El universo es un todo armonioso que se rige por un principio activo, el logos cósmico y universal. Este logos cósmico, llamado pneuma, es un dios, la mente del mundo que todo lo rige. La naturaleza (physis) es plenamente racional. La teología estoica es panteísta. De un cosmos dotado de un principio rector racional implica una visión determinista del mundo donde nada azaroso puede acontecer: todo está gobernado por una ley racional que es inmanente y necesaria; el destino es una cadena de acontecimientos ligados entre sí. El azar no existe, es desconocimiento casual. La historia del universo es cíclica: los acontecimientos están sujetos a un eterno retorno.
Lógica
En la lógica hicieron importantes aportaciones en lógica proposicional y filosofía del lenguaje. Los estoicos dividieron la lógica en retórica (ciencia del recto decir) y dialéctica (ciencia del recto discurrir). En la teoría del conocimiento fueron empiristas.
Moral
Los acontecimientos del mundo están determinados por el logos universal; la libertad consiste en aceptar nuestro destino, el cual estriba en vivir conforme a la naturaleza. Para ello, el hombre deberá conocer qué hechos son verdaderos y en qué se apoya su verdad. El bien moral y la virtud consisten en vivir de acuerdo con la razón, evitando las pasiones (pathos) que son desviaciones de nuestra naturaleza racional. El placer, el dolor, el temor pueden dominarse a través del autocontrol racional, la impasibilidad (apatheia) y la imperturbabilidad (ataraxia). El cosmopolitismo que defiende la igualdad y solidaridad de los hombres nació en el estoicismo.
Guillermo de Ockham
G. de Ockham (1285-1347) puede ser considerado como el último filósofo medieval o el primero que anticipa ideas renacentistas. Su filosofía se encuentra marcada por el geocentrismo medieval que sería sustituido por el antropocentrismo renacentista. Las esencias no existen. Este monje franciscano de origen inglés adopta una actitud muy crítica hacia la doctrina escolástica, considera que es imposible conciliar la filosofía y la teología. Pero su crítica también alcanza a la filosofía por haber intentado abordar con la razón asuntos que son propios de la fe. De entre las corrientes filosóficas del s. XIV, el pensamiento de Ockham es el más innovador, significa un cambio de perspectiva. La sustitución del geocentrismo medieval por el antropocentrismo tendrá consecuencias en todos los ámbitos de la filosofía medieval: la demostración de la existencia de Dios, los universales, el naturalismo ético y la relación iglesia-estado.
Idea central de su pensamiento: la libertad absoluta de Dios
Toda la filosofía de G. de Ockham bascula en torno a una idea expresada en la primera frase del credo cristiano: ‘Creo en Dios todopoderoso’. La escolástica sostenía que Dios había creado el mundo conforme a unas ideas ejemplares existentes en la misma esencia divina. Para Ockham, no pueden existir ideas, esencias o formas que limiten el poder creador de Dios. Lo único que Dios no puede crear es lo contradictorio por imposible: Dios no puede crear, por ejemplo, un círculo cuadrado, pues eso es contradictorio en sí mismo. Cada realidad existente es única e irrepetible, lo que sería un signo, a juicio de Ockham, de la omnipotencia divina.
Separación entre razón y fe
La primera ruptura del pensamiento de Ockham respecto a toda la filosofía medieval es su defensa de la separación absoluta entre razón y fe. El pensamiento de Ockham se ha caracterizado como agnosticismo fideísta. El agnosticismo niega la capacidad de la razón para alcanzar las verdades de fe; y el fideísmo la medida en que solo un acto de fe permite acceder a este tipo de verdades. Solo la fe puede llevarnos a admitir la existencia de Dios o la inmortalidad del alma. Como consecuencia, la existencia de Dios será indemostrable. Ni las vías tomistas (‘a posteriori’) ni el argumento ontológico (‘a priori’) son demostrativos. Lo que está proponiendo Ockham es que la razón humana es mucho más limitada de lo que cabría esperar. Esta desconfianza respecto a la capacidad de la razón sitúa a Ockham dentro de la tradición empirista. Como consecuencia de la separación entre razón y fe, se negará la subordinación de la filosofía a la teología. Ambas son ciencias distintas. El criticismo es representativo de Ockham, ya que la concepción de la filosofía como disciplina autónoma favoreció la idea de que la filosofía es esencialmente crítica, es decir, un saber que revisa sus presupuestos y conclusiones. Esta particular visión de filosofía y ciencia es la condición necesaria para que en el Renacimiento la filosofía desarrolle temas como la teoría del conocimiento, el pensamiento político o metodología de la ciencia. Efecto de la separación de razón y fe será también la separación de la iglesia respecto al estado. Hasta el s. XIV, el poder político estaba directamente relacionado con el poder religioso. De hecho, la separación del poder político respecto al poder religioso será uno de los acontecimientos que marquen el cisma del cristianismo. Ockham será uno de los primeros filósofos que defenderán la necesidad de la separación de la iglesia respecto al estado. Su comprometida defensa de la pobreza le llevará a criticar el privilegio y la posición de poder que la iglesia había venido ocupando a lo largo de toda la Edad Media. Este proceso culminará en el Renacimiento con la aparición de la política como disciplina autónoma.
Metafísica: el nominalismo
Ockham piensa que lo único que vemos son cosas concretas, y no tenemos por qué ir más allá de los datos que nos presentan nuestros sentidos. Ockham aplica en su argumentación el principio denominado la ‘navaja de Ockham’, que se resume en la máxima ‘no hay que multiplicar los seres sin necesidad’. Quiere una filosofía sencilla. Para Ockham no tendrán sentido las distinciones propias de la escolástica como esencia y existencia, materia o forma, sustancia y accidentes o el principio de individuación. Hasta ahora se habían defendido 2 posibilidades en cuanto a los universales:
- Afirmar que los universales existen de un modo separado, a la manera de las ideas platónicas.
- Afirmar que los universales no existen al margen de las cosas, sino dentro de cada una de ellas.
Aplicando la navaja de Ockham, parece que es capaz de encontrar una teoría aún más sencilla: el universal no existe ni separado de la realidad, ni dentro de la misma. Sencillamente no existe. Para Ockham, solo existe lo particular, lo concreto. Lo real no reside en las esencias, en los universales, ni mucho menos en nuestros conceptos mentales: solo lo particular es real, la cosa concreta es lo único existente. Los universales son solo nombres, ‘nomine’, sin ninguna realidad fuera de la mente. La semejanza entre las cosas se convierte en el único fundamento ontológico de los universales, que no tienen ningún tipo de existencia propia. Por todo esto, la metafísica de Ockham será una metafísica particularista, pues solo admite la existencia de los objetos particulares y concretos, y que son fácilmente perceptibles. La crítica directa a toda la metafísica anterior (agustiniana-neoplatónica o aristotélica-tomista) es evidente.
Teoría del conocimiento
Percibimos por los sentidos todo lo particular, intelectual o social. Las consecuencias del nominalismo metafísico en teoría del conocimiento son fácilmente deducibles: los sentidos perciben las realidades individuales y el entendimiento las conoce de un modo intuitivo e inmediato. A diferencia de la tradición platónica (idealista y racionalista), los sentidos son valorados por Ockham como una fuente válida y necesaria de conocimiento, eliminándose además el complicado proceso de abstracción y de formación de conceptos que plantean Aristóteles y Tomás de Aquino. Al negar la existencia de esencias universales, niega Ockham el proceso de abstracción que defendieron las filosofías aristotélica y tomista. Si hay abstracción, pero en tanto que el intelecto no tiene en cuenta la existencia o inexistencia del objeto al que se refiere. El sujeto se relaciona de un modo directo e inmediato con el objeto. Solo el conocimiento intuitivo, directo, sea sensible o intelectual, del objeto nos proporcionará la existencia y características de las cosas. Las resonancias de esta teoría en el Renacimiento y en la modernidad son cruciales para entender ambos periodos. Por un lado en Ockham encontramos las tesis que forman el empirismo de la filosofía de Hume y Locke. Por otro lado, el antropocentrismo y la valoración positiva del conocimiento empírico, de la ciencia entendida no de un modo especulativo, sino experimental.
Los universales: teoría del signo lingüístico
Antes decíamos que los universales no tenían una existencia real, entonces a qué me estoy refiriendo cuando nombro un objeto o cuando utilizo un universal. La respuesta de Ockham es muy original: el universal no tiene una existencia real, sino que es un signo de carácter lingüístico. La palabra es una señal que ocupa el lugar de la cosa.
Las palabras universales son signos lingüísticos de las cosas individuales, creados por un simple motivo de practicidad. Para no tener que ‘señalar’ siempre la realidad física, las palabras ‘señalan’ las cosas, se convierten en signos o señales de las mismas. Ockham distinguirá 3 clases de términos:
- Oral: es la palabra pronunciada, leída, preferida.
- Escrito: es la palabra que aparece en el texto.
- Concebido: es la imagen mental de las realidades individuales.
Su relación con la realidad es natural, es decir, son generados a partir de la semejanza con las cosas particulares. Los signos lingüísticos son los orales y escritos, pero hay una diferencia muy importante entre el signo lingüístico y el signo concebido. Mientras que los signos concebidos (contenidos mentales) tienen una relación natural con las cosas particulares, los signos orales y escritos son convencionales y arbitrarios, es decir, mantienen una relación artificial con el signo concebido, que se origina naturalmente a partir de las cosas. Los 2 tipos de signos tienen la capacidad de suplantar la cosa designada.
Para explicar los distintos universales, Ockham distingue:
–universal natural: signo unico k podemos predicar de muxas cosas, y k encuentra su fundamento en la realcion de semejanza entre las cosas, o en relacion causal y regular de la naturaleza. No solo es signo natural el mental, sino tmb la relacion de significado k establece x ej el humo y el fuego , el humo significa naturalmente el fuego o la risa y la alegria donde la risa significa la alegria interior. La clave de esta clase de universales es la relacion natural k se establece entre el signo y el significado. K esta relacion sea natural entraña k no sea modificable, ni dependa de la voluntad humana.
-universal x convencion: signo universal natural. Solo la imagen mental o la asociación regular es un universal en sentido primario. El universal x convencion lo es solo de un modo indirecto o secundario y depende del universal natural. Para ockham, el universal es un signo linguistico de carácter convencional, fundado en una relacion establecida de un modo arbitrario entre una imagen mental y una palabra. Fuera del pensamiento existe unicamente el singular, la realidad particular y concreta, a partir de la cual, estableciendo relaciones de semejanza, obtenemos imágenes naturales y universales.
Para ockham todo ser humano, independientemente del idioma k hable, tiene el mismo contenido mental cuando utiliza la palabra k en su lengua designa al perro. En el nominalismo aparece ademas otra de las ideas centrales en el pensamiento de ockham el voluntarismo. El hombre es voluntad capaz de crear significados, de la misma forma k dios es voluntad capaz de crear realidades.
Etica: la etica de ockham se denomina convencionalismo moral. Esta etica es una consecuencia natural del primer rasgo k caracteriza su pensamiento: si la omnipotencia divina esta x encima de todo, y no puede estar limitada x las ideas o esencias, entonces sera tmb inadmisible una ley etica natural, k oblige a dios a someterse a un conjunto de preceptos. Cualkier ley etica de carácter universal podria interpretarse cmo algo k determina al poder creador de dios, lo cual es inadmisible. La ley etica natural, k santo tomas entendia cmo una verdad comun a razon y fe, no existe. Cmo las palabras, tmb las leyes morales son artificiales, creadas de un modo convencional x los seres humanos. Si a la convencionalidad moral le añadimos la separacion del poder politico y el religioso, lo k estamos haciendo en realidad es anticipar las ideas centrales del contractualismo moderno de lo k Hobbes y Locke son ejemplos paradigmaticos. Ockham sigue anticipando ideas k después se convertiran en señas de identidad de nuevas formas de pensamiento.
Politica: La postura k adopta ockham en su teoria politica tiene muxo k ver en gran medida con su pertenencia de la orden franciscana. Esta orden monacal abogada x la pobreza de la iglesia cristianan y la austeridad del papado. Esta concepción de la iglesia chocaba cn la idea k tenia el papado, y k consistia en defender la rikeza de la iglesia cmo un medio para k esta tuviera poder e influencia sobre sus subditos. Ockham defendera la separacion de la iglesia y el estado , del poder civil y el eclesiastico. Ockham considerara k el poder civil reside en el pueblo, de manera k cuando el papa sostiene k su poder es superior al del emperador estaria en un grave error. El emperador, según ockham, recibiria su poder de dios. El poder eclesial y civil son pues independientes y autonomos. Los 2 tienen un mismo origen, k es dios, y un mismo fin, k es el bien comun.