Teoría del conocimiento
El empirismo es la teoría filosófica según la cual el origen y límite del conocimiento es la experiencia y, en último término, la percepción. Cuando hablamos de ‘experiencia’ en este contexto nos referimos a la experiencia sensible o conjunto de sensaciones.
Crítica al principio de causalidad
Hume está de acuerdo con Locke en que nuestro conocimiento procede de la experiencia. Parte del concepto de percepción. Las percepciones pueden dividirse en impresiones e ideas: Impresiones: son las percepciones que obtenemos a través de los sentidos. Pueden ser de sensación y de reflexión. Ideas: son representaciones, o copias de las impresiones. Las ideas son imágenes débiles que mantenemos en la mente cuando el objeto percibido ya no está presente. Según esto, todas las ideas proceden de las impresiones y son menos intensas, más débiles, que éstas.
De esta distinción que establece Hume entre impresiones e ideas se deduce que, para él, no existen ideas innatas. A continuación, Hume explica los mecanismos psicológicos por los que se asocian las ideas: las facultades de la memoria y de la imaginación. La memoria actúa con mayor fidelidad, relacionando las ideas simples según el orden y la posición con que se han presentado en la experiencia. En cambio, la imaginación actúa de un modo diferente, combinando las ideas libremente. No obstante, la imaginación tiende, de manera natural, a relacionar las ideas según estas tres leyes: Según la ley de semejanza, de la contigüidad y la ley de la causalidad. Estas leyes no se refieren a los objetos, sino que son leyes que describen la actividad psicológica del sujeto. Es decir, reflejan que la mente tiene la costumbre o el hábito de actuar de este modo con las ideas.
Para abordar la crítica al principio de causalidad, debemos primero distinguir dos tipos diferentes de conocimientos complejos: Conocimientos por relación entre ideas. Se construyen conectando entre sí ideas que guardan una determinada relación. Su verdad es independiente de la experiencia, y puede descubrirse mediante operaciones del entendimiento, pertenecen al ámbito de las ciencias formales como la lógica o las matemáticas. Se rigen por el principio de no contradicción. Conocimientos de hechos. Se construyen a partir de los datos obtenidos de la experiencia y su verdad solo puede ser conocida mediante una comprobación experimental, por lo que la verdad o falsedad de un conocimiento de hechos depende de las impresiones, es el conocimiento propio de las ciencias empíricas. La negación de un enunciado que expresa un conocimiento de hechos no implica una contradicción.
A toda idea le ha de corresponder siempre una impresión. Cuando no sea posible hallarla, hemos de concluir que estamos ante una ficción o un concepto carente de significado: si queremos saber si una idea es verdadera, hemos de encontrar la impresión correspondiente; si no la hallamos, entonces es falsa. Según este criterio, nuestro conocimiento de los hechos queda reducido a nuestras impresiones actuales, a lo que estamos captando en este momento a través de los sentidos, y a nuestros recuerdos o ideas de impresiones pasadas. Pero nunca podemos tener conocimiento de lo que va a ocurrir en el futuro, ya que no podemos tener ninguna impresión de lo que aún no ha sucedido. La idea de conexión necesaria es una idea abstracta, sin referencia sensorial alguna. No enuncia una ley de las cosas, sino una ley de nuestro modo de pensar las cosas. Nuestra convicción de que en el futuro siempre se van a producir los mismos hechos se debe al hábito o costumbre. Por tanto, nuestra seguridad en el futuro no puede ser absoluta, puesto que no se sustenta en la razón, sino en la creencia.
Hume lleva hasta sus últimas consecuencias los presupuestos epistemológicos de su filosofía empirista y desemboca en el fenomenismo y en el escepticismo. Hume atiende la metafísica criticando las tres sustancias que planteaba Descartes basándose en la afirmación de que nadie puede tener impresiones de las sustancias, sino tan solo de las cualidades de los objetos. La sustancia es tan solo una colección de ideas simples a la que damos un nombre para agrupar esa colección, que tendemos a unir con la imaginación. Es decir, es solo un conjunto de cualidades que el ser humano unifica en la mente con un nombre común: Crítica a la res extensa o sustancia extensa. Hume afirma que cuando percibimos un objeto físico no se demuestra la existencia del objeto sino que de lo único que podemos tener certeza es de la existencia de la imagen del objeto que aparece en nuestra mente. El paso desde las impresiones a la sustancia como su causa no es posible hacerlo ya que de la causa no hay impresión sensible. Así pues, no solo no hay conocimiento de la realidad exterior, sino que ni siquiera se puede afirmar que tal realidad exterior exista. Toda la realidad de la que tenemos constancia se limita a percepciones subjetivas. Crítica a la res infinita o sustancia infinita (Dios). Hume considera que no es posible comprobar la existencia de Dios, sobre todo, porque Descartes aplica la demostración desde la idea innata de Dios, pero esta no es una idea válida porque carece de una impresión previa. El criterio de validez de las ideas impone la obligación de señalar, para cada idea válida, la impresión de la que procede, y no poseemos impresiones sensibles de Dios. Por tanto, quedan descartadas todas las demostraciones de su existencia que se basan en ideas a priori. Crítica a la res cogitans o sustancia pensante. Hume afirma que cuando analizamos el interior de nuestra mente percibimos una sucesión de impresiones e ideas pero nunca podremos percibir una realidad o sustancia que sea independiente de esas percepciones. Así pues, para Hume no existe el yo en cuanto tal, éste no es más que una creencia a partir de pensamientos, sentimientos o sucesos que recordamos. Lo único cierto es que hay un haz o colección de percepciones diferentes, que se suceden entre sí con rapidez y están en perpetuo flujo y movimiento.
En resumen, nuestras impresiones no proceden ni de Dios ni del mundo. En rigor, no sabemos de dónde proceden; ni podemos saberlo, porque eso nos llevaría a querer conocer lo que hay más allá de las impresiones, lo cual es imposible, ya que las impresiones son el límite de nuestro conocimiento. Y si sólo podemos conocer impresiones, si sólo podemos entender lo que se halla en la conciencia, la realidad queda reducida a puros fenómenos, a simples apariencias. Éste es el sentido del fenomenismo de Hume. No podemos aceptar la existencia de una realidad exterior como causa de nuestras impresiones e ideas, ni tampoco la existencia de una mente sustancial o yo que les sirva de soporte. Fenomenismo el pensamiento de Hume nos lleva a un escepticismo moderado Esteticismo porque no podemos saberlo todo. moderado sí podemos saber algo, Solo podemos saber aquello de lo que tenemos experiencia no podemos saberlo todo. Solo podemos conocer de las cosas lo que se nos aparece y lo que se nos muestra vemos oímos tocamos sentimos, lo que es experiencia.