La Concepción del Ser Humano en la Filosofía Antigua y Cristiana

La Concepción del Ser Humano en la Filosofía Antigua

1. La Reacción Empirista

Aristóteles criticó la idea de la reencarnación del alma de Platón. Interpretó el alma como la organización de la materia que permite la vida, descartando la teoría de que el alma exista antes o pase de un cuerpo a otro. Atribuyó alma a todos los seres vivos, distinguiendo entre:

– Alma vegetativa: funciones de respiración, nutrición y reproducción – Alma sensitiva: capacidad de sensación – Alma racional (exclusiva de humanos): pensamiento y lenguaje

Gracias al alma racional, los humanos disponen de pensamiento y lenguaje, lo que los caracteriza como animales políticos que se hacen humanos en sociedad.

1.1. A la Imagen de la Divinidad

En el politeísmo grecorromano, los dioses se asemejaban a los humanos y su comportamiento reflejaba virtudes y maldades humanas. En cambio, el cristianismo creía en un Dios espiritual, todopoderoso y perfecto, que creó al hombre a su imagen y semejanza, dotándolo de un alma inmortal.

La Concepción del Ser Humano en la Filosofía Cristiana

El cristianismo incorporó el concepto de un Dios personal con el que el hombre puede relacionarse íntimamente a través de la oración. Sin embargo, debido al pecado original, todo ser humano nace con una mancha que debe limpiar mediante el bautismo, manifestando su voluntad de ingresar en la comunidad cristiana y comprometerse a usar bien la libertad otorgada por Dios.

Este sentimiento de amor universal hacia los demás, concebidos como hermanos en tanto que hijos de Dios, dio lugar a la necesidad de perdonar a quienes nos ofenden. El hombre debe imitar a Cristo y perdonar a quienes le causen daño, pues todos nos equivocamos y responder al mal con mal no instaurará el reino de Dios en la Tierra.

Durante la Edad Media, teólogos y filósofos como Agustín de Hipona y Tomás de Aquino elaboraron una filosofía cristiana para comprender cuestiones como la relación entre razón y fe, o la compatibilidad entre libertad humana y el conocimiento divino. En esta época, la filosofía se consideraba al servicio de la teología.

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