Lógica
La lógica es una ciencia formal, junto con las matemáticas, que estudia la forma, validez y conexión de los razonamientos o argumentos. Su objetivo es establecer los principios fundamentales de las inferencias productivas.
Inferencia
Una inferencia es un razonamiento en el cual deducimos una conclusión o resultado a través de otras afirmaciones llamadas premisas.
Diferencias entre lenguaje formal y natural
El lenguaje formal es propio de las ciencias formales (lógica y matemáticas). Se utiliza para resolver los problemas que plantea el lenguaje ordinario o natural, evitando así ciertas ambigüedades. Es un lenguaje preciso y rico, utilizado para expresar conocimientos científicos, y consta de cálculo e interpretación.
El lenguaje natural es el que se utiliza normalmente. Tiene una gran riqueza que puede generar ambigüedad e imprecisión, lo que puede ser perjudicial para el conocimiento científico, pero es resoluble con el lenguaje formal. El cálculo del lenguaje formal equivale a la gramática en el lenguaje natural, mientras que el vocabulario es variable.
Elementos que conforman el cálculo
- Símbolos variables o constantes lógicas
- Conjunto de reglas para la formación de fórmulas: indica cómo combinar los símbolos para crear expresiones bien construidas
- Conjunto de reglas de transformación del cálculo
Inferencia deductiva
Un razonamiento en el cual deducimos una conclusión a partir de las premisas. No hay que confundir validez con verdad. La validez depende de la estructura del razonamiento, mientras que la verdad es una propiedad de los enunciados. El razonamiento será válido cuando se deduzca de las premisas sin recurrir a los hechos. Para comprobar la validez de un razonamiento, hay que fijarse en su estructura.
Relativismo y universalismo moral
Uno de los principales debates en el ámbito de la ética está relacionado con el grado y aceptación que se exigen que tengan los valores morales.
Relativismo moral
Es una doctrina que afirma que los valores morales y los juicios sobre la moral varían de unas sociedades a otras y de unas épocas a otras. Nada es bueno o malo de manera absoluta. Cada grupo tiene sus propios valores y juzga las conductas en función de ellos. Por lo tanto, no se pueden juzgar las normas ni las acciones individuales o colectivas desde fuera de una determinada sociedad.
DOCTRINAS DEL RELATIVISMO
- Sofistas: Defendieron que las normas morales son convencionales, fruto de acuerdos adoptados por los miembros de una sociedad.
- Nietzsche: Para él, es necesario superar la vieja moral e inventar valores nuevos más allá del bien y del mal. Esos valores deben cumplir un requisito fundamental: favorecer la vida.
Universalismo moral
Sostiene que existen valores morales absolutos que sirven de criterio último para juzgar cualquier acción, norma o código de conducta.
SÓCRATES Y PLATÓN
Sócrates fue el primero en defender abiertamente la existencia de valores morales absolutos. Propuso la doctrina del intelectualismo moral, según la cual, para obrar bien, es preciso primero conocer qué es el bien. Platón definió dos ámbitos de realidad: el mundo sensible de los objetos que captamos por los sentidos y el mundo inteligible. Este último se percibe solo con el entendimiento y está compuesto por entidades perfectas ordenadas jerárquicamente. En lo más alto de la jerarquía, se encuentran los valores morales. Para Platón, cada norma buena, cada decisión justa o cada acción generosa imita al bien en sí, a la justicia en sí o a la generosidad en sí, que son los modelos perfectos e inmutables que existen en el mundo inteligible.
Eudemonismo
El defensor más importante de esta teoría fue Aristóteles, quien sostuvo que todos los seres naturales experimentan cambios que están orientados hacia un fin predeterminado. Ese fin es siempre la perfección de su esencia, es decir, de aquello que los hace ser lo que son. Los eudemonistas sostienen que la felicidad consiste en la autorrealización personal. Para el ser humano, la perfección de su esencia consiste en su autorrealización. La felicidad surge de la satisfacción de llegar a ser aquello que uno debe ser.
La esencia humana, según Aristóteles, se define por dos características principales: la racionalidad y la animalidad. El ser humano es un animal racional. Por ser racional, aspira a contemplar la verdad y, por tanto, el conocimiento. De hecho, la dedicación activa para llegar a adquirir ese conocimiento le produce felicidad.
El hedonismo y el utilitarismo
Identifican la felicidad con el placer. El hedonismo busca un placer individual, mientras que el utilitarismo persigue un placer o bienestar social.
La teoría hedonista
La teoría hedonista más célebre fue la propuesta por Epicuro, en el siglo a. C., quien sostuvo que la felicidad consiste en la ausencia de dolor corporal y de perturbación en el alma. El camino para lograrla es el placer. Epicuro reflexionó sobre los distintos tipos de placer para, posteriormente, elegir aquellos que mejor podrían llevarnos a la felicidad. Así, según su origen, distinguió tres tipos:
- Placeres naturales necesarios: Están ligados a la conservación del individuo. Por ejemplo, el placer de comer, cuando se tiene hambre, o el de beber, cuando se tiene sed.
- Placeres naturales no necesarios: Son variaciones superfluas de los primeros. Por ejemplo, degustar manjares o beber vinos muy finos.
- Placeres no naturales ni necesarios: Sirven para alimentar la vanidad de los seres humanos. Por ejemplo, los placeres que proporcionan la riqueza, el poder y la fama.
De estos tres tipos de placeres, Epicuro recomendó satisfacer sin límites los primeros, disfrutar con medida de los segundos y evitar los terceros.
El utilitarismo
Se desarrolló como corriente ética en el siglo XX. Los ingleses Jeremy Bentham y John Stuart Mill fueron sus principales representantes. Para decidir sobre la moralidad de las acciones, estos propusieron el criterio de utilidad. De acuerdo con él, una acción es moralmente buena si proporciona la mayor cantidad de placer al mayor número posible de personas.
Diferencias entre Bentham y Mill
La principal diferencia entre la propuesta es que cuando el primero aplica el criterio de utilidad, tiene en cuenta únicamente la cantidad de placer en juego porque considera que todos los placeres son cualitativamente idénticos. Stuart Mill, en cambio, considera que sí existen diferencias de cualidad entre ellos, que son fundamentales para la moral.
Éticas de la justicia
Kant afirma que una ética de este tipo únicamente nos debe decir cómo debemos actuar, no qué objetivo debemos perseguir ni qué debemos hacer para conseguirlo. Es decir, debe ser una ética vacía de contenido, una ética puramente formal.
¿Cómo debemos actuar según esto?
- Acción contraria al deber
- Acción conforme con el deber
- Acción por deber
A juicio de Kant, para determinar el valor moral de una acción, no importa qué se haga, sino cómo se haga. Lo determinante, entonces, es la voluntad, que es la que nos mueve a actuar de un modo u otro. Así, la voluntad que nos anima a actuar por deber es la buena voluntad, que es la única que puede considerarse moralmente correcta sin ningún tipo de condicionantes.
¿Cómo descubre la voluntad cuál es su deber?
Ahí es donde interviene la razón práctica, descubriendo el único mandato que tiene carácter universal y que Kant denomina imperativo categórico. Este dice así: «Cobra de tal modo que quieras por tu voluntad que el principio de tu acción se convierta en ley universal». La ética formal kantiana considera que lo único que puede ser considerado moral- mente bueno sin restricciones es la buena voluntad. Una voluntad de este tipo se caracteriza por actuar siempre por deber, es decir, por respeto a la ley moral universal que obliga a hacer aquello que querríamos que todos hicieran si estuvieran en nuestro lugar.
La ética dialógica: La ética dialógica o ética del discurso surge en la segunda mitad del siglo xx como una revisión de la propuesta kantiana. Sus principales defensores son Jürgen Habermas y Karl-Otto Apel. Estos autores sostienen que, para decidir sobra la moralidad de una acción y sobre la de los principios que la inspiran, no basta con tener en cuenta lo que un individuo aislado descubre empleando su razón práctica. Los seres humanos vivimos en sociedad: nuestras acciones y nuestras decisiones afectan a los tanto, se trata de convertir en dialogo lo que en Kant era un monólogo. Para la ética dialógica, las decisiones morales deben adoptarse teniendo en cuenta a todos los afectados por ellas. La importancia del diálogo en la moral llevo a Apel y Habermas a establecer unas condiciones ideales a las que debe tratar de aproximarse cualquier dialogo real en donde se debatan asuntos relacionados con la moral. Estas condiciones son dos: *Principio de universalización. Para que una norma sea válida, es necesario que todos los afectados por ella puedan aceptar las consecuencias y los efectos secundarios que, presumiblemente, se derivarían de su aplicación universal. *Principio de la ética del discurso. Para que una norma sea válida, es necesario que sea fruto de un en el que hayan podido participar todos los que de algún modo se puedan ver por ella y que, como consecuencia de ese diálogo, todos acepten cumplir esa norma.