Teoría de las Ideas de Platón
Las ideas platónicas poseen una serie de características que las definen:
Características de las Ideas
- Inmateriales e inteligibles: Solo la inteligencia humana puede captarlas. El conocimiento de las ideas es intelectual, un acto de pensamiento (noesis) o una intuición intelectual que supone el método dialéctico.
- Trascendentes: Separadas de las cosas.
- Eternas, intemporales, inalterables e incorpóreas: No sufren cambio ni transformación alguna, permaneciendo siempre idénticas a sí mismas.
- Únicas: A cada término general corresponde una y solo una idea o forma. Cada una de las ideas es una unidad (que unifica la multiplicidad de las cosas que participan de ellas).
- Objeto del conocimiento pleno y verdadero.
Relación entre las Cosas y las Ideas
Las cosas (sensibles) se relacionan con las ideas (inteligibles) mediante participación o imitación. Es decir, las cosas participan de las ideas o las imitan. Más aún, se puede decir que las cosas del mundo sensible son en la medida en que imitan a las ideas o participan de ellas. Y las cosas participan de las ideas en tanto que son copia de ellas. El parecido con la idea constituye su participación en ella. Es la forma (inteligible) y no la materia (sensible) la que constituye la auténtica esencia de la cosa. Ahora bien, dado que la idea permanece inmutable en sí misma, podría decirse que la esencia de la cosa no se encuentra en la cosa misma, sino fuera de ella. El tema de la relación entre el mundo sensible y el inteligible será uno de los puntos más conflictivos de toda la teoría platónica. De hecho, Platón explica esta relación de diversas maneras:
- Lo sensible es mímesis de lo inteligible porque lo imita, aunque nunca consiga igualarlo (en su devenir continuo, se aproxima al modelo ideal y se aleja de él).
- En la medida en que realiza su propia esencia, lo sensible participa o tiene parte de lo inteligible (participación = methexis) precisamente por tener parte de la idea, existe (ámbito ontológico) y es cognoscible (ámbito epistemológico).
- Puede decirse también que lo sensible tiene una comunidad o tangencia con lo inteligible, es decir, que de alguna manera «lo toca», y que lo inteligible es causa y fundamento de lo sensible (comunidad = koinōnía).
- Además, lo inteligible está presente en lo sensible de la misma manera que la causa está en lo causado (presencia = parousía).
- En el mito de la caverna, expuesto en La República, Platón expresa de manera literaria la relación entre el mundo sensible (el interior de la caverna) y el inteligible (el exterior), representando el sol la Idea de Bien, la salida del prisionero la liberación de las cadenas del error y la ignorancia, así como la superación de la doxa (opinión) que le permite, tras un camino largo y en ocasiones penoso, alcanzar el verdadero conocimiento (episteme).
- Por otra parte, en el diálogo Timeo, Platón introducirá la figura del Demiurgo, que viene a ser algo como un arquitecto o constructor encargado de hacer o construir el mundo sensible siguiendo el modelo de las ideas del mundo inteligible.
- Las ideas son, asimismo, causa, modelo y paradigma de las cosas sensibles.
- Tienen un carácter normativo, esto es, describen cómo deben ser las cosas.
- Existe una jerarquía, un orden entre las ideas. La clase o especie más elevada contiene a las subordinadas, hasta llegar a la especie ínfima, por debajo de la cual se encuentran los individuos particulares. Hay, así, una «comunión» entre algunas ideas (el concepto-clase «animal» contiene las subclases de «lobo», «pez», etc.). La relación entre las ideas sería entonces la de un entretejimiento, symplokē o comunidad (con relaciones de subordinación, independencia…) que hacen que en ciertas ocasiones la opinión (doxa) sea verdadera y el pensamiento mismo (noesis) falso. Eso matizaría el supuesto estricto dualismo y tendería puentes entre el mundo sensible y el inteligible. A la cabeza de la jerarquía de las ideas Platón sitúa, como idea suprema, la Idea de Bien, estrechamente relacionada en algunos diálogos (como el Banquete) con la Idea de Belleza.
La Idea de Bien
- Es la idea o forma suprema, la suprema realidad. Posee plenitud del ser (ontología) y de perfección. No es esencia, «sino algo que se eleva más allá de la esencia». Con ella es la primera vez que aparece lo que podríamos llamar un principio trascendente en la historia del pensamiento occidental (trascendencia propia luego, también, del Primer Motor Inmóvil de Aristóteles o del Dios del cristianismo).
- Es, de esta forma, el fundamento ontológico y epistemológico de todos los seres, la causa y razón última del ser y de la verdad. Si algo existe es justamente gracias a la Idea de Bien, que es la que hace también inteligible cualquier realidad (es decir, que si algo se puede conocer o es cognoscible es también, en último término, gracias a ella).
- Es el principio unificador del mundo inteligible o mundo de las ideas.
- Es igualmente el fundamento último de todas las normas morales y políticas, el término último del proceso de conocimiento, el fin del proceso dialéctico y la norma suprema del comportamiento moral y político. El estado ideal lo será precisamente por referencia al Bien y a las virtudes «superiores» que con este se relacionan: la prudencia o phrónesis, que debe regir el alma racional y es propia de los gobernantes, la fortaleza o andreía, que regirá el alma irascible y será la propia de los guerreros o guardianes, y la templanza, o sophrosýnē, encargada de moderar el alma apetitiva o concupiscible y virtud propia de los artesanos, campesinos y mercaderes.
- Su contemplación supone un conocimiento teórico y práctico a la vez.