La aportación judeocristiana: En la antigüedad griega, lo bueno era lo noble, constitución vigorosa, saludables, libres, basados en la moral de los señores, aman la tierra y dicen sí a la vida. El judaísmo y el cristianismo invirtieron esos valores, se basaron en un miedo a la vida, un espíritu de venganza propio de los débiles, basada en una moral de esclavos. Nietzsche llamó señores a los que buscan su voluntad de poder por encima de todo, sin mirar a los demás y se reservan definir lo bueno y lo malo. Los cristianos eran esclavos y estaban imposibilitados para ser señores, elevando la piedad a virtud imponían reprimir su voluntad en atención a los débiles, y así todos se debilitaban. El cristianismo prestigiaba la libertad y el amor para protegerse de los hombres superiores, era la religión de los resentidos. Su moral obligaba a la renuncia de los instintos poderosos, era una venganza contra la vida. Era preciso elevarse más allá de todo juicio moral, del bien y el mal, la moral era una ficción. Haciendo caso a la moral que imponían se considera a todos los demás hombres como a sí mismo, el hombre dejaba de seguir sus deseos e impulsos.
La Muerte de Dios: Se denomina nihilismo a la corriente de pensamiento filosófico que niega toda creencia, principio o dogma, bien sea de carácter religioso, político o social. La palabra, como tal, proviene del latín nihil, que significa ‘nada’, y se compone con el sufijo -ismo, que significa ‘doctrina’ o ‘sistema’. Por tanto, el nihilismo sostiene que la existencia carece de sentido, y que no hay, como tal, ninguna entidad superior o sobrenatural que la dote de significado, objetivo o propósito en sí. No hay, pues, un sentido superior para la vida, pues este carece de explicación verificable. En este sentido, el nihilismo contiene una profunda crítica a los valores, costumbres y creencias sobre los que se erige nuestra cultura, en la medida en que estos participan en el sentido de la vida negado por esta corriente filosófica. Por el contrario, el nihilismo postula la idea de una existencia concebida como un devenir constante de la historia objetiva, en el cual no existe ninguna finalidad superior. Así, el nihilismo es favorable a la idea de una existencia que no gire, simplemente, en torno a determinado sentido superior de las cosas, sino que se mantenga abierta a las múltiples posibilidades de la existencia.
Como tal, antecedentes del pensamiento nihilista se pueden rastrear hasta la Antigua Grecia, en la escuela de los cínicos fundada por Antístenes en el sigo IV a. de C., así como en la doctrina del escepticismo. En el siglo XIX, los intelectuales rusos tomaron el concepto del nihilismo como reacción al romanticismo y ciertas concepciones religiosas, metafísicas e idealistas imperantes en su época. No obstante, sería el filósofo alemán Friedrich Nietzsche quien dotaría al nihilismo de una articulación formal en el ámbito del pensamiento filosófico. A finales del siglo XX, se gesta la posmodernidad que toma el pensamiento de Friedrich Nietzsche con una perspectiva actual definido como nihilismo moderno. El hombre se ha creído que existe una finalidad que daría un significado a todo. Pero nada tiene sentido, no hay finalidad: la interpretación moral del mundo ha concluido en el nihilismo. Las categorías de finalidad, verdad o mundo verdadero son falsas, el nihilismo pasivo renuncia a la existencia y muestra un sentimiento de pérdida y odio frente a la vida. Nietzsche anuncia la muerte de Dios, lo que significa reconocer la falsedad de los valores de la virtud, la justicia o el amor al prójimo. Nietzsche sin embargo propone el nihilismo activo, que busca crear unos valores nuevos sin resignarse a la nada, buscar todo lo que fortalece a los valores. Esto se debe realizar desde la voluntad de poder que rechaza la moral de los esclavos y prepara la llegada del superhombre.
Eterno retorno: La doctrina del eterno retorno es la forma en la que Nietzsche vislumbra que el superhombre santificará la vida y el mundo sensible, sin recurrir a un mundo transcendente. La concepción del tiempo asociada al judeocristianismo es una concepción lineal y progresiva. Sin embargo vuelve a sus ojos a una idea antiquísima, y distinta a la judía, en la que el tiempo toma un modo circular de ser y será en esa forma de ver el tiempo con la que consiga expresar el máximo de amor a la vida. Es decir, el mundo, todo lo que ha sido y lo que será , se repite eternamente una y otra vez. Se repite del mismo modo, sin ningún cambio. Lo que hoy pase y todo lo que alguna vez haya pasado volverá a pasar una y otra vez, eternamente y lo hará de un modo idéntico a como lo hizo. Así como la visión cristiana rechaza este mundo terrenal quiere otro, otro mundo y, por tanto, otro tiempo, la metafísica del superhombre sólo puede ser expresión de su amor por este mundo, de un amor sin condiciones. Por eso el superhombre ama el mundo tal y como es, porque lo quiere sin correcciones ni mejoras que lo hagan distinto de cómo es, y lo ama así de modo infinito, porque lo quiere para siempre idéntico a sí mismo. El mundo retornara exactamente tal y como ha sido, en ciclos infinitos e iguales. Un eterno retorno que es expresión de amor a la vida y al mundo del superhombre. Y de hecho, solo el superhombre, puede amar como el ama. El superhombre no es un personaje concreto, es la meta del hombre, y se presenta como decisión de los más fuertes, de los lúcidos, porque él será el sentido de la tierra, el que será capaz de aceptar el eterno retorno.
CRITICA A LA MORAL: Con independencia de cuál sea el contenido de la moral, Nietzsche criticará, los fundamentos psicológicos de ésta. Habitualmente los valores morales son vividos como si tuvieran una existencia objetiva e independiente del hombre; a esto lo denomina dogmatismo moral. Sin embargo, los mandatos morales sólo son creaciones humanas. La moral no es más que expresión de los instintos que nos conforman, ya sean estos instintos de vida o de muerte. En el segundo caso la moral intentará erradicar los propios instintos, y por tanto se convertirá en una moral que niega la vida. Que Nietzsche se oponga a la erradicación de los instintos no significa que esté proponiendo la vuelta al salvajismo moral. Su idea más bien pasa por considerar que los instintos que el cristianismo ha intentado extirpar, deben ser encauzados, y utilizados como lo que son; expresión de la vida. Nietzsche es vitalista. Eso significa que considerará que es la vida la que debe establecerse como el centro vital desde el que juzgar qué sea realmente bueno y malo. «Bueno» será lo que favorezca la vida, la expanda, la ame, la desee y la quiera, mientras que «malo» se convertirá en todo aquello que la odie, la niegue, la deteste y, en definitiva, la rechace.
CRÍTICA A LA METAFÍSICA: La metafísica, especialmente la ontología, la instauró Platón al hablar de ese mundo verdadero de las Ideas, inmutable, y contrapuesto al mundo fenoménico del devenir que es mundo de las apariencias y que apenas tiene ontología ya que recibe su ser del otro. Ahora bien, siendo más bien cierto que sólo existe un mundo; el mundo sensible que podemos ver y conocer a través de los sentidos y que se caracteriza por su continuo y perpetuo devenir, queda la cuestión de por qué Platón, y tras él la mayor parte de los pensadores, se inventan ese otro mundo inmutable, declarando, además, que el mundo sensible es pura apariencia. El conocimiento teórico que creemos y mantenemos, como ocurría con la moral, no son más que la expresión de los instintos que nos constituyen. Y así, aquellos cuyos instintos sienten vértigo ante el espectáculo de la continua mutación del mundo real, expresan su miedo ideando un mundo distinto, inmutable, al que presentan como el verdadero mundo real. Y al hacer esto inventan las categorías ontológicas, como las de sustancia, universal, ser, esencia, yo, alma…, que tienen en común afirmar realidades que no cambian, que se presentan como inmóviles frente al cambio sensible del mundo y que, por ello, les proporcionan calma, reposo y tranquilidad.
El mundo real no tiene un ser definitivo, no consiste en «ser», sino en un devenir que está continuamente «siendo». Es puro fenómeno que se nos muestra a través de los sentidos, pero no fenómeno de algo imperceptible, como la «cosa en sí» de la que sea apariencia. Más bien, aquello que está detrás de los fenómenos, consiste en algo que ni es fijo ni permanente, sino que consiste en ir siendo, y que es a lo que Nietzsche denomina, voluntad de poder La voluntad de poder no se refiera a la facultad psicológica de un alma de hecho, no existe una cosa tal como el alma sino que se refiere a un compendio de todas las fuerzas, impulsos, emociones, pasiones y, sobre todo, instintos. Esa cosa que es el mundo, esa voluntad de poder, es lo que en la consciencia del hombre se manifiesta bajo la forma de «querer», de la voluntad propia. Pero no debe entenderse ese querer como la expresión de una voluntad libre; eso no es más que una ilusión. La sensación de libertad no es más que la sensación que obtiene la fuerza de voluntad que logra imponerse, que logra ser lo que ella es frente a la resistencia de las demás.
CRÍTICA AL CONOCIMIENTO: La epistemología de la fe que occidente muestra en la razón responde a la fe que se tiene en que los conceptos realmente alcancen el mundo; pero el concepto es, de hecho un error. El mundo real no es inteligible desde la racionalidad. Los conceptos en los que nos basamos para expresar en proposiciones cómo es el mundo, no consiguen su propósito porque los conceptos están pensados para estabilizar, para establecer la ilusión de que existe la identidad, en uno mismo y en las cosas, y así, por su uso, hablamos de seres estables y permanentes que existen idénticos a sí mismos a través del devenir y de conceptos universales que conforman una realidad común tras los seres particulares que vemos. Además criticará la ciencia. El motivo para crearla fue también el miedo al caos y al devenir. Afirmar que las cosas se comportan según leyes o con necesidad implicaría que hubiese algo, o alguien(Dios) que las obligara a dicha regularidad, pero esto es falso. Las leyes son inventos de los científicos. Otro tanto respecto a dar mayor importancia a lo cuantitativo que a lo cualitativo, a la matematización de lo real. Además la verdad absoluta y objetiva qque existe con independencia del propio ser humano. Esta manera de planear la existencia de la verdad como algo ajeno al ser humano no es más que una expresión de la decadencia y del miedo al devenir, que intenta parar la realidad sosteniendo que existe un punto de vista privilegiado y absoluto desde el que decir qué es realmente real y que apariencia. no es una verdad absoluta sino una verdad de expresión de perspectiva, perspectivismo.