Los prisioneros y las sombras
Los prisioneros y las sombras tienen un significado alegórico. Los prisioneros simbolizan la situación de ignorancia en la que se encuentra el ser humano antes de iniciar el proceso de educación, estos solo conocen sombras, es decir, sus conocimientos son muy limitados y confusos. Entre estos hay algunos que disciernen las sobras y las voces mejor, los presuntos sabios (sofistas) pero igualmente ignorantes del mundo de arriba.
Las sombras representan el conocimiento sensitivo. Las sombras son el nivel mas bajo de realidad son copias de copias a las que se accede con la imaginación (eikasia).
Platón da a estos términos una connotación negativa. Los prisioneros son esclavos de su propia ignorancia y perciben sombras, porque los verdaderos objetos de los que esta compuesta la realidad (las ideas) están fuera de su alcance. En su lugar capta una copia defectuosa, es decir, nada está más lejos del alcance del hombre como la propia realidad.
En el mito se da una imagen pesimista del ser humano al explicar cómo el prisionero está convencido de que las sombras que ve son la autentica realidad. Sin embargo es una esplendida metáfora de la liberación que supone el saber, pues romper con las cadenas supone romper con nuestra ignorancia. La diversidad de opiniones que existe entre los prisioneros al observar las sombras refleja el concepto de Doxa (opinión) haciendo referencia crítica a que los sentidos nos dan la verdadera realidad y al relativismo sofista. La variedad de figuras refleja la pluralidad del mundo aparente, sensible, cuyo continuo cambio esta influenciado por el principio de devenir de Heráclito.
El ascenso al mundo de arriba y el sol
Estas dos nociones tienen un significado simbólico. El mundo de arriba va a representar desde el punto de vista ontológico, el mundo de las ideas, y desde el punto de vista epistemológico, el verdadero conocimiento. La huida de la caverna figura desde el punto de vista antropológico la liberación del ala racional del cuerpo. Desde el pedagógico la educación. “Ascenso” hace referencia al proceso de educación del filosofo, mediante el cual pasara por cuatro grados de conocimiento. La situación inicial de los prisioneros atrapados simboliza la imaginación (eikasia). La primera etapa es cuando el prisionero es liberado y consigue miara las estatuas y la hoguera esta simboliza la creencia (pistis). Después, fuera de la caverna solo puede percibir las sombras de los objetos y sus reflejos, simbolizando el razonamiento deductivo (dianoia) propio de las matemáticas. Cuando se haya acostumbrado a la luz exterior podrá ver los objetos a la luz del día (ideas) y finalmente mirar directamente al sol, que simboliza la idea de bien. La capacidad que permite conocer es la inteligencia, que debe ejercitar aquel que quiera dedicarse al gobierno de la polis, esta etapa simboliza la noesis.
El Sol, como se ha indicado, representa la idea de bien, que es la cúspide de todas las ideas del mundo inteligible. Así el sol es la idea suprema, sin la cual el resto de ideas se mostrarían insuficientes, este ilumina los objetos y posibilita su conocimiento. En definitiva, el Sol es la causa última de todo lo que ocurre en uno y otro mundo. Pues el bien es causa directa de las demás ideas y éstas, a su vez, son causa de los objetos del mundo sensible. Para explicar esta relación de causalidad Platón recurre al Símil del Sol.
El retorno a la caverna y las tinieblas
El retorno a la caverna y las tinieblas tienen el significado alegórico. El primero de ellos representa la obligación dolorosa del sabio (aquél prisionero liberado) de curar a los prisioneros de su ignorancia. Las tinieblas expresan el contra punto entre las tinieblas de la caverna y la luz exterior, es decir entre la ignorancia y la educación.
Una vez que el prisionero ha contemplado el mundo exterior éste no desea regresar al mundo de la opinión por mucho reconocimiento que recibiera. Sin embargo, debe regresar al interior de la caverna y contar a los demás prisioneros lo que ha visto, es decir, el filósofo debe utilizar esos conocimiento para organizar la ciudad, pues es ésta la que le ha brindado la educación. Aquí encontramos la idea clave de la Republica: los filósofos son los que deben gobernar la ciudad ya que son los únicos que poseen los conocimientos necesarios, si ha conocido el bien y la justicia en sí garantiza un gobierno bueno y justo —influencia del intelectualismo moral de Sócrates—.
La Dialéctica es le método que se requiere para captar las ideas, ya que, a diferencia de la retórica de los sofistas, tiene como objetivo llegar a la verdad. Es un camino doble: en primer lugar ahí que rechazar lo sensible para aprender lo inteligible (camino ascendente) y en segundo lugar, un camino descendente, volver a lo sensible para darle razón. Aunque una vez captada la autentica realidad a uno no le agrada regresar a la oscuridad. Sin embargo, es la obligación moral del sabio, de nada sirve conocer si no podemos trasmitir el conocimiento.
Platón da una imagen negativa de ese retorno que se plasma en las tinieblas. El filósofo, acostumbrado a la luz del mundo exterior, vuelve a tener las mismas dificultades que tuvo al salir al exterior y se muestra torpe, por ello, aquéllos que permanecen en la ignorancia le menosprecian. Cuando el filósofo intenta ayudarles conduciéndoles al bien no lo entienden y lo que este afirma les parecen disparates al estar cegados por su ignorancia, esto les molesta y si pudieran lo matarían. Alusión a Sócrates que fue condenado por los políticos educados por los sofistas (ignorantes).
Contexto histórico – cultural
Platón nace en el 427 a. C., en medio de una confrontación que mantenían Atenas y sus aliados frente a Esparta y los suyos, la Guerra del Peloponeso. La derrota (404) acentúa la crisis ateniense iniciada con la guerra. Aprovechando la derrota y con el apoyo de los espartanos, los aristócratas instauran la Tiranía de los Treinta, encabezada por familiares de Platón. Es un gobierno que acaba con los derechos democráticos y que desemboca en una guerra civil. Reinstaurada la democracia, un jurado popular condena a muerte a Sócrates. Durante la primera mitad del siglo IV a. C., el marco político sigue inestable. Continúa el enfrentamiento entre los tres Estados más poderosos, Esparta, Tebas y Atenas, sin que ninguno sea capaz de imponerse definitivamente. Los conflictos perdurarán hasta que Filipo II de Macedonia acabe con la autonomía política de los Estados griegos. La crisis se extiende al ámbito cultural. Debido a la decadencia económica provocada por la guerra, ya no se acometen proyectos arquitectónicos semejantes a los del siglo V a. C. En literatura sólo las comedias de Aristófanes y la obra historiográfica de Jenofonte se acercan a las grandes producciones del siglo V a. C. Pero la crisis no es completa: Praxíteles, Escopas y Lisipo introducen en escultura un nuevo estilo que rompe con los modelos clásicos. La retórica y la oratoria conocen con Isócrates y Demóstenes su máximo esplendor. Ante esta situación, Platón se pregunta por qué los gobernantes conducen a los Estados al enfrentamiento, por qué ni el sistema democrático ni la tiranía habían mejorado a los ciudadanos, por qué el jurado no fue capaz de ver que tenía frente a sí al hombre más justo y lo condenó a muerte… Platón responde: los ciudadanos no saben qué es la justicia, y sus gobernantes, sean demócratas o aristócratas, tampoco. Por eso, nuestro autor concluye que la política, a la que hasta la muerte de Sócrates tenía intención de dedicarse, no es el modo de superar la crisis, sino la educación de los gobernantes para que sean capaces de organizar un Estado justo.