METAFÍSICA DE NIETZSCHE
Frente al optimismo ilustrado, Nietzsche desarrolla una filosofía de la sospecha para desenmascarar los fundamentos del racionalismo y la moral. Su obra abraza el vitalismo y el valor del individuo, acercándose al Romanticismo al enfatizar los sentimientos y pasiones sobre la razón. Influenciado por Schopenhauer y Richard Wagner, Nietzsche postula que la realidad es esencialmente voluntad: una fuerza primordial e irracional que impulsa la vida hacia la perpetuación. Esta voluntad cósmica se manifiesta en todo lo vivo, con la música y el arte como expresiones privilegiadas.
Para Nietzsche, la existencia humana está marcada por un constante deseo insatisfecho que lleva al sufrimiento, arraigado en la voluntad cósmica. Propone dos caminos para mitigar este dolor: entregarse al arte o practicar el ascetismo y renunciar a los deseos. Sin embargo, solo con la muerte se supera este sufrimiento, lo que lleva a Nietzsche a un profundo pesimismo sobre la posibilidad de alcanzar la plenitud y la felicidad.
El pensamiento de Nietzsche se inspira en el mundo griego clásico, donde la tragedia reflejaba una vida trágica y heroica, marcada por el rigor y la intensidad. La y se expresan en el arte griego, especialmente en la tragedia, donde la unión del coro refleja la conexión primordial de todas las cosas.
Nietzsche critica la interpretación del conocimiento en Occidente, que busca una realidad verdadera más allá de las apariencias. Rechaza la metafísica, la religión y la moral occidental, argumentando que han menospreciado la vida. Contrapone la intuición al uso de conceptos racionales, enfatizando la realidad como un flujo constante de cambios individuales.
Para Nietzsche, la ciencia es solo una vía de conocimiento entre muchas, siendo el arte y la música formas más directas de comprender la realidad cambiante. Critica el dualismo platónico y la ontología occidental, que distingue entre una realidad aparente y una ideal, argumentando que la verdadera realidad es la que percibimos con los sentidos.
DIOS
El ataque de Nietzsche al cristianismo se entrelaza con su crítica a la metafísica occidental, ya que tanto el cristianismo como el dualismo de Platón dividen la realidad en dos esferas radicalmente opuestas. Según esta visión, el mundo terrenal es transitorio y secundario en comparación con la realidad divina representada por Dios en el cielo. La esfera divina se considera infinitamente superior a la terrenal, y alcanzarla implica vencer la tentación y someterse al ascetismo para purificar el alma.
Nietzsche rechaza esta perspectiva cristiana debido a su desprecio por el valor de la vida. En contraste con el vitalismo nietzscheano, que aboga por una vida plena e intensa, el cristianismo promueve la salvación eterna a través de la dominación de los instintos y pasiones terrenales. Este conflicto de valores lleva a Nietzsche a oponerse al cristianismo como responsable de la pérdida de confianza en la vida y la decadencia de Occidente.
El filósofo rastrea los orígenes de los valores y creencias mediante un método genealógico, argumentando que la moral tradicional europea ha experimentado una transformación a lo largo del tiempo. Mientras que la moral de los señores valora la nobleza, la fuerza y el vigor, la moral de los esclavos considera virtudes la humildad y la resignación.
La democracia y el socialismo son criticados por Nietzsche debido a su supuesta igualación de las diferencias naturales entre los individuos, lo que, según él, conduce a una mediocridad generalizada. Esta igualdad devaluada surgió como respuesta al resentimiento de los débiles hacia los fuertes, quienes lograron invertir la escala de valores en su favor.
El ascetismo, desde Sócrates hasta el cristianismo, revirtió valores: de la fuerza homérica a la humildad cristiana, marcando un cambio radical en la moral occidental.
Nietzsche sostiene la demolición de la moral cristiana para revitalizar la vida, proponiendo una reevaluación de valores donde lo bueno sea lo que fortalezca y enriquezca la existencia. La simboliza la crisis de creencias y el nihilismo, pero también señala la oportunidad de un renacimiento al liberarse de las viejas falsedades y abrirse a nuevas perspectivas.
MORAL Y ANTROPOLOGÍA
Nietzsche plantea en su obra una reflexión profunda sobre la moral y la antropología, delineando un camino hacia una vida auténticamente plena. Argumenta que esta plenitud solo puede alcanzarse mediante la afirmación de la voluntad de poder, un concepto reservado para el superhombre, aquel que es capaz de trascender las limitaciones convencionales.
Tras la muerte de Dios y la superación del nihilismo, el hombre se encuentra en una encrucijada donde puede reinventar su futuro, buscando una mayor plenitud y vitalidad. Esta nueva forma de vivir se basa en la intensificación de la vida individual, en contraposición a la tradición platónico-cristiana, marcada por la voluntad de verdad.
La voluntad de poder implica un deseo de incrementar la plenitud vital, representado por aquellos que dicen «sí a la vida», aspiran a la excelencia y enfrentan riesgos. Este poder se refiere no al dominio sobre otros, sino al control sobre uno mismo y la propia existencia.
El amor fati, o amor al destino, implica aceptar la vida en su totalidad, incluso su lado doloroso y absurdo. Nietzsche plantea la idea del eterno retorno, donde cada momento vital adquiere un valor extraordinario al repetirse infinitamente, desafiando la visión lineal del tiempo.
Este pensamiento puede resultar abrumador, llevando a una responsabilidad monumental sobre nuestras acciones. El superhombre, un ser aún por venir, representa la culminación de este proceso de transformación, capaz de afirmar la vida de manera plena y libre de ataduras.
El camino hacia el superhombre pasa por tres transformaciones:
- El camello, sometido a cargas impuestas por valores contrarios a la vida.
- El león, que busca la libertad destruyendo antiguos valores pero aún no crea nuevos.
- El niño, símbolo de la capacidad de inventar una nueva forma de vivir, libre de cargas y capaz de proponer valores basados en la afirmación de la vida.
En última instancia, la tarea del superhombre es afirmar la vida con un «santo decir sí» a la realidad, trascendiendo las limitaciones y alcanzando una plenitud existencial única.