Alienación
Según Karl Marx, la alienación implica la separación del individuo de su actividad laboral, el producto de su trabajo, la sociedad y su esencia humana. En el ámbito económico, esto se manifiesta cuando el trabajo deja de ser una expresión creativa para convertirse en un medio de subsistencia controlado por el capitalista. Además, el trabajador se ve privado de la propiedad del fruto de su trabajo, lo que enriquece al capitalista a expensas del trabajador. La alienación social surge de la división entre clases, generando conflictos y relaciones desiguales. En el ámbito político, se observa la separación entre la sociedad civil y el Estado. La alienación religiosa proporciona estabilidad y justificación ideológica al sistema socioeconómico. Por último, la alienación ideológica se refiere a la interpretación errónea de la realidad, perpetuada por ideas que no contribuyen a transformarla ni a liberar al individuo.
Plusvalía
La fuerza de trabajo tiene un valor de cambio (el sueldo que recibe el trabajador) y un valor de uso (su valor para producir otras mercancías). A su vez, estas mercancías creadas por dicho trabajo tienen, claro está, valor de uso y valor de cambio; pero el valor de cambio que éstas tienen siempre es superior al valor de cambio que tiene la fuerza productiva que las ha creado, el salario. Veámoslo con un ejemplo: un albañil trabaja haciendo una casa; su fuerza de trabajo tiene un valor de cambio (el sueldo) y un valor de uso (esa fuerza de trabajo se usa para hacer la casa). La mercancía creada por el albañil (la casa) tiene un valor de uso (se usa para vivir, por ejemplo) y un valor de cambio (el precio de la casa). Pues bien: el valor de cambio de la casa siempre es superior al valor de cambio de las mercancías empleadas para producir dicha casa: el sueldo y el valor de las materias primas y maquinarias empleadas. A la diferencia entre el valor de cambio del dinero desembolsado por el capitalista y el valor de cambio de lo que se ha producido (la casa) es lo que se denomina plusvalía. La plusvalía es el beneficio del capitalista. El capitalista ha tenido que desembolsar un capital constante (para pagar las materias primas –cemento, bloques, hierro…- y maquinaria) y un
capital variable (los sueldos de los trabajadores). El valor de cambio de la mercancía producida siempre será mayor que la suma de capital constante y capital variable: esto es la plusvalía. Esto es posible porque el capitalista no paga al obrero el equivalente al valor de cambio de su trabajo; la plusvalía es, simple y llanamente, trabajo no pagado, trabajo robado.
Capital
El término de capital se refiere a los medios de producción y a la acumulación de riqueza que se utiliza para generar más riqueza. En el contexto del sistema capitalista, el capital se compone de activos financieros, maquinaria, tecnología, materias primas y otros recursos que se utilizan en el proceso de producción. El capital es controlado por la clase burguesa, que posee los medios de producción, y es empleado para obtener ganancias a través de la explotación de la fuerza de trabajo del proletariado. Marx analiza la dinámica del capitalismo y la acumulación de capital como un proceso que conduce a la desigualdad social y a la alienación de los trabajadores. Además, el capital es un elemento central en la teoría marxista, ya que representa la base material sobre la que descansa el sistema económico y social capitalista.
Hegel
La relación entre Marx y Hegel se fundamenta en una profunda influencia y simultánea crítica por parte de Marx hacia el sistema filosófico hegeliano. Hegel, influido por la Revolución Francesa y el pensamiento de Kant, desarrolló una filosofía que concedía un papel central al sujeto y al progreso, integrando la historicidad como elemento clave para la comprensión de la realidad. Su máxima»todo lo racional es real y todo lo real es raciona» refleja una visión de la realidad como manifestación del espíritu humano y de la razón. Sin embargo, Marx critica esta concepción por considerar que ignora las contradicciones materiales y sociales existentes, especialmente la situación del proletariado, la cual desmiente la supuesta racionalidad de la estructura socio-política vigente. Marx, partiendo de su pertenencia a la izquierda hegeliana, realiza una crítica sustancial al idealismo hegeliano, proponiendo en su lugar una concepción materialista de la historia y la sociedad. Rechaza la noción hegeliana de la realidad como desarrollo del espíritu y argumenta que es, en cambio, la base material y económica de la sociedad la que determina las estructuras políticas y jurídicas, así como la conciencia social. Esta inversión del idealismo hegeliano al materialismo histórico marca el núcleo de la crítica marxista. Además, Marx cuestiona el carácter abstracto y teórico de la filosofía hegeliana, la cual veía en la reflexión filosófica la máxima realización del espíritu. Frente a esto, Marx propone una filosofía práctica, orientada a la transformación de la realidad social a través de la praxis revolucionaria. Considera que la verdadera tarea de la filosofía no es solo comprender el mundo, sino cambiarlo, en contraposición a la postura de Hegel, que veía en la comprensión filosófica un fin en sí mismo.
Kant
La relación entre Marx y Kant se articula en torno a la crítica marxista a la filosofía política y ética kantiana, fundamentada en los principios de libertad, igualdad, y la moralidad. Kant aboga por un Estado republicano con división de poderes y representación ciudadana, condicionando la participación política a la propiedad y al género masculino, limitaciones que Marx cuestiona profundamente. Marx argumenta que la verdadera libertad y igualdad no pueden coexistir con las desigualdades económicas y el sometimiento que éstas generan, crítica que extiende a la concepción kantiana de la moralidad, basada en imperativos categóricos que, para Marx, ignoran la realidad material y la alienación bajo el capitalismo. La crítica marxista revela un desacuerdo fundamental con la filosofía kantiana, centrado en la necesidad de una transformación social y política que supere las restricciones impuestas por las condiciones económicas y la estructura de poder de la sociedad capitalista.
Rosa Luxemburgo
La relación entre Marx y Rosa Luxemburgo refleja una continuidad teórica y a la vez una expansión crítica del marxismo original. Luxemburgo, una destacada figura del marxismo ortodoxo, compartía con Marx la importancia fundamental de la dialéctica y la visión de que el capitalismo, por sus contradicciones internas, estaba destinado a colapsar, dando paso a una sociedad socialista. Sin embargo, Luxemburgo introduce críticas y expansiones significativas al análisis marxista, particularmente en lo referente a la dinámica del capitalismo y su capacidad de sobrevivir mediante el imperialismo. Mientras Marx enfatizaba la inevitabilidad de la revolución proletaria como resultado de las crisis internas del capitalismo, Luxemburgo señalaba que el capitalismo podía prolongar su existencia explotando economías no capitalistas a través del imperialismo. Esta expansión externa permitiría al capitalismo encontrar nuevos mercados para sus bienes excedentes y exportar sus crisis económicas, mitigando temporalmente sus contradicciones internas. Luxemburgo argumentaba que esta dinámica de expansión imperialista no solo atrasaba el colapso del capitalismo sino que también intensificaba los conflictos entre las potencias capitalistas, llevando a guerras por el control de mercados y territorios. La crítica de Luxemburgo se centraba en cómo el capitalismo, en su búsqueda de mercados rentables, desplaza su propia crisis a través del imperialismo, una fase que ella consideraba como un estadio previo pero necesario dentro de la marcha hacia el socialismo.
Este análisis introdujo una comprensión más profunda de la dinámica global del capitalismo y sus efectos en la lucha de clases internacional, ampliando el marco teórico marxista para incluir la dimensión imperialista del capital. Aunque Luxemburgo mantenía una lealtad fundamental a las teorías de Marx, su trabajo representaba un avance crítico y una expansión de la teoría marxista, subrayando la importancia de la lucha antiimperialista como componente integral de la lucha por el socialismo. En este sentido, Luxemburgo contribuyó significativamente a enriquecer el marxismo con una perspectiva más global y con un análisis más detallado de las estrategias capitalistas para mantener su dominio.
Como producimos determina a como vivimos en el sentido espiritual y político de la palabra. Esto se relaciona con el trabajo que Marx quería mejorar, ya que es la finalidad máxima del hombre. Cal afirma que no es la conciencia del hombre que determina a su ser, sino al revés. Ni él mismo sabía qué quería decir con esta frase. Al llegar a un punto determinado, el clímax del capitalismo, se podría decir, se colapsa todo y la semilla que está dentro del sistema que causará su propia destrucción penetra la superficie. Esto genera una revolución social que mola bastante. Este cambio lleva consigo cambios en todos los aspectos de la vida, como en los ámbitos social y económico. Al llevarse a cabo los cambios empieza a cambiar la superestructura,
es decir, la ideología que está por encima y que rige a las personas. Así, empieza el camino hacia el socialismo, un sistema que busca darle más poder al proletariado, deshacerse de las grandes desigualdades y crear una sociedad trabajadora en perfecta armonía