1. Los Griegos
El héroe homérico
Antes de surgir la razón filosófica, todo se explicaba a través de los mitos. Eran los poetas (Homero o Hesíodo) quienes hacían comprender no solo la realidad física, sino también la naturaleza humana. Los mitos, además de presentar cómo eran las cosas, decían como debían ser. Los mitos tenían un modelo ideal, los dioses antropomorfos y los héroes, estos eran un ejemplo de virtud que debía ser seguido por los hombres. Quienes más se acercaban a este modelo eran los miembros de la aristocracia.
El hombre en la filosofía griega
El modelo anterior se resquebraja como consecuencia de las quejas sociales y surge un nuevo modelo político, la democracia. Los pensadores dan de lado al mito y se centran en la razón. A todo esto se une el giro antropológico que centra su atención en el ser humano. El hombre es un ser natural que se encuentra dentro de la naturaleza, pero es diferente ya que es superior a los animales, es un animal racional. Para los griegos el hombre está entre los dioses y los animales, tiene instintos naturales que le permiten conocer y comprender tanto lo que le rodea como a sí mismo. Este conjunto le convierte en un ser moral y político capaz de decidir sus propios valores y normas. El hombre griego vivía estrechamente vinculado a su ciudad, ya que esta fue creada para que el hombre pudiera vivir bien, es por ello por lo que se consideraban, ante todo, ciudadanos, y es por esto que participaban activamente en el funcionamiento sociopolítico de la ciudad. Los sofistas tienen posturas diferentes acerca de qué caracteriza al ser humano:
- Para Protágoras la naturaleza humana se caracteriza por su agresividad, aunque el hombre, creador de cultura, desarrolla la justicia y la habilidad para la convivencia social.
- Hippias y Antifón opinan que todos somos libres e iguales, y que las desigualdades son generadas por las convenciones sociales y culturales
- Calicles, Trasímaco, Critias… opinan que la naturaleza humana no es racional, sino que se rige por los instintos y por la ley del más fuerte.
- Finalmente, Sócrates opinó que el hombre es su alma, la razón. Desprecia el cuerpo porque es simplemente un instrumento del alma. El alma y razón se encargan de controlar los instintos e impulsos que el cuerpo necesita. Gracias al autodominio el ser humano puede ser libre, ya que domina su parte animal. El autodominio y la libertad nos hacen un ser autónomo y por esto la felicidad viene de la armonía interior. Es decir, el hombre es artífice de su propia felicidad.
El problema más importante para los griegos es saber cómo se relacionan el alma y el cuerpo. Las respuestas dadas son dos: Monismo antropológico (materialista en el que el cuerpo explica todas las acciones humanas; o el espiritualista que es el alma el que explica al hombre) o Dualismo antropológico (La interacción de cuerpo y mente producen todas las actividades humanas).
La postura dualista fue la más aceptada y defendida por Platón:
- El ser humano se compone de cuerpo y alma, pero el segundo tiene prioridad sobre el primero –el cuerpo solo es el recipiente material del alma.
- El alma es eterna e inmortal.
- El alma posee tres partes: Racional (Fuente del conocimiento y del bien. Prudencia o sabiduría) Irascible o volitiva (Fuente de los sentimientos nobles y la voluntad. Fortaleza y valor) y concupiscible o apetitiva (Fuente de las pasiones y de los placeres sensibles. La templanza)
2. El Helenismo
La última etapa de la gran civilización griega se conoce como Helenismo. Se inicia con Alejandro Magno. Consecuencias de este cambio de mentalidad:
- El nuevo individuo, alejado de la política, asume ante el estado una actividad de desinterés, para Epicuro el hombre sabio si quiere ser feliz, no debe intervenir en la política. Para los estoicos, el sabio sí debe actuar en política, aunque piensan que la verdadera libertad es personal e interior, no pública.
- El hombre, antes considerado como un ser social, es ahora visto como un individuo. Así se descubre la individualidad humana. Se plantea el conflicto entre su papel social, público, y su personalidad íntima, su vida privada.
3. La Visión del Hombre en el Cristianismo
Tres ideas fundamentales:
- Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza. Esto sitúa al ser humano como el centro de la creación, aunque debe vivir por y para Dios, conforme a sus leyes. El hombre es un ser absolutamente contingente y finito, existe por la bondad de Dios, pero podría no haber existido y dejará de existir. El cristianismo defiende la dignidad e igualdad de todos los seres humanos.
- El alma humana es inmortal. Para el cristianismo, si bien todo el individuo es obra de Dios, el alma es el nexo de unión con el creador, la parte espiritual de la persona que permite acceder a la resurrección. Frente al alma sitúa el cuerpo material, la parte que puede incitarla al pecado.
- Al final de los tiempos, el hombre resucitará en cuerpo y alma. Cuando el individuo moría, volvía a reencarnarse en un cuerpo y a vivir en este mundo, y así eternamente. Ese pensamiento se conoce como la doctrina del eterno retorno. El cristianismo propone la idea de resurrección, según la cual los hombres resucitarán, pero en otra dimensión. Al modelo circular griego, el cristianismo opone una concepción lineal de la vida. Ello implica que nuestros actos en esta vida cobran mucha importancia.
En el cristianismo, la moral humana:
- No depende de la razón, sino de las leyes de Dios. El hombre, siendo una criatura de Dios, debe respetar sus leyes. Si no lo hace, cae en el pecado, que realiza por maldad, no por ignorancia.
- Es libre: la posibilidad que tiene el hombre de elegir entre el bien y el mal pone de relieve la libertad humana. El hombre es libre de aceptar o no la palabra de Dios y sus leyes, siendo asimismo responsable único de salvarse o condenarse.
Santo Tomás asume la definición del hombre como animal racional, y considera por ello que es el único ser que, gracias a la razón, puede conocer su propia naturaleza y fijar normas de conducta apropiadas. Ej: la conservación de la vida humana; la obligación de cuidar y educar a los hijos; la obligación moral de buscar la verdad; el respeto a la justicia y a los conciudadanos.
4. El Humanismo
En esta etapa existió en todos los ámbitos culturales un deseo de renovación de la sociedad y del ser humano. Este deseo desembocó en el Humanismo, que trajo consigo una defensa de la libertad de pensamiento y expresión.
Antropocentrismo
El pensamiento humanista aspira a un hombre nuevo, liberado de la ignorancia y la barbarie con la que se identificaba a la época medieval. Los filósofos humanistas promueven como principal herramienta la educación y el desarrollo de la propia personalidad del individuo. Los pensadores de esta época se sitúan en una perspectiva antropocentrista.
- El ser humano es el centro del universo.
- El ser humano es libre. Desde su libertad, el ser humano debe buscar su dignidad.
- El hombre se considera dueño de su propio destino y decide su conducta.
Marsilio Ficino, este pensador describe el mundo como una gran cadena de seres, que va desde las formas materiales más básicas (las plantas) hasta el más puro espíritu (Dios). Los humanos ocupan la posición intermedia, siendo el vínculo entre el mundo material (el cuerpo) y el espiritual (el alma). Este antropocentrismo lo encontramos también en el pensamiento político. Los pensadores del Renacimiento proponen modelos políticos cuyo punto de vista se fundamenta únicamente desde la naturaleza humana. Esto lo hacen desde dos posturas radicalmente opuestas.
- Realismo político: defendido por Maquiavelo, afirma que el hombre tiende por naturaleza a hacer el mal, a la crueldad y a la violencia, aunque también es un ser dueño de su destino y capaz de dominar las circunstancias.
- Utopismo: defendido por Tomás Moro o Francis Bacon, es opuesta a la escuela partidaria del realismo político. Sus partidarios piensan que es posible diseñar y establecer una sociedad perfecta, igualitaria y en la que se respeten todas las ideas, especialmente la libertad religiosa.