Análisis Comparativo del Pensamiento de Ortega y Gasset y Hannah Arendt sobre Conocimiento y Política

El Problema del Conocimiento según Ortega y Gasset

Para comprender la perspectiva de Ortega y Gasset sobre el conocimiento, es crucial analizar las etapas iniciales de su pensamiento: el objetivismo y el perspectivismo.

Objetivismo en Ortega y Gasset

Hasta 1914, año de publicación de su obra Meditaciones del Quijote, el pensamiento de Ortega se ve marcado por el objetivismo. En este periodo, la intelectualidad española se enfrentaba a dos grandes preocupaciones: la decadencia de España tras la pérdida de sus últimas colonias y el atraso científico y tecnológico en comparación con otros países europeos, y la incertidumbre sobre la existencia de una filosofía propiamente española, como en el caso de Grecia o Alemania.

Ante la primera cuestión, Unamuno abogaba por que España se centrara en el arte, mientras que un grupo de intelectuales se inclinaba por adoptar el krausismo, una filosofía de origen alemán. Ortega, por su parte, defendía la necesidad de una filosofía objetiva, fundamentada en la ciencia y la tecnología. Para él, el progreso científico requería la aplicación del método científico, y el objetivismo implicaba un acercamiento directo a las cosas para conocerlas de manera imparcial. Esto implicaba tomar distancia y perspectiva para convertir los casos particulares en objetos de estudio, analizarlos para desentrañar sus verdades y formular teorías sobre su composición y comportamiento. Ortega sostenía que era esencial conectar y articular estas teorías en un sistema coherente, donde las verdades no se contradijeran, permitiéndonos así alcanzar la verdad absoluta.

Perspectivismo en Ortega y Gasset

El perspectivismo surge con la publicación de Meditaciones del Quijote, donde Ortega acuña su famosa frase: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo”. Con esta afirmación, Ortega destaca la importancia de la circunstancia, entendida como todo aquello que nos rodea y nos influye. Distingue dos tipos de circunstancias: las mayúsculas y las minúsculas.

  • Las circunstancias mayúsculas sitúan al individuo en un contexto cultural amplio. En el caso de España, Ortega identifica dos circunstancias mayúsculas: el judeocristianismo y la filosofía griega.
  • Las circunstancias minúsculas son individuales y cercanas, y son las que dan sentido a la persona.

Ortega desarrolla una teoría del conocimiento de carácter social, el “Circunstancialismo”, que propone que el conocimiento debe partir de las circunstancias minúsculas y extenderse hacia las más complejas y lejanas, las circunstancias mayúsculas. Al conocer las circunstancias, cada individuo lo hace desde su propio punto de vista. Para Ortega, cada perspectiva aporta una parte de la verdad absoluta, siendo esta la suma de todas las perspectivas. Sin embargo, esto hace imposible que los seres humanos alcancen la verdad absoluta, ya que solo Dios, un ser omnisciente, tiene acceso a todas las perspectivas posibles.

El circunstancialismo se contrapone a otras teorías del conocimiento como el racionalismo y el escepticismo. Mientras que el racionalismo defiende la existencia de una única perspectiva y método válido para alcanzar la verdad, el matemático-racional, Ortega argumenta que no existe una perspectiva privilegiada, sino que todas son necesarias para acercarse a la verdad absoluta. Por otro lado, el escepticismo niega la existencia de una verdad absoluta, ya que las verdades desde cada punto de vista son contradictorias. Ortega, en cambio, sostiene que no se trata de verdades contradictorias, sino complementarias.

El Problema de la Política según Hannah Arendt

Para comprender la visión de Hannah Arendt sobre la política, es fundamental tener en cuenta las influencias que marcaron su pensamiento. Arendt se vio profundamente influenciada por la fenomenología de Husserl, que aboga por “ir a las cosas mismas” y dejar de lado los conceptos preconcebidos que las ocultan o distorsionan. También recibió la influencia de la filosofía de Heidegger, quien instaba a romper con los conceptos tradicionales para comprender el ser auténtico. Arendt buscaba entender la política a partir de la experiencia, aplicando el método fenomenológico para estudiar cómo se desarrollaba la política en la antigua Grecia. Su objetivo era criticar los conceptos políticos modernos que, según ella, distorsionaban la verdadera naturaleza de la política.

Entre sus obras más destacadas se encuentran Los orígenes del totalitarismo, La condición humana y Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal.

Análisis de los Totalitarismos

En Los orígenes del totalitarismo, Arendt analiza los regímenes totalitarios del siglo XX, el nazismo y el comunismo soviético. Argumenta que estos regímenes surgieron como consecuencia de la degradación del espacio político, causada por eventos como la Primera Guerra Mundial y la crisis del 29 en el caso del nazismo, y la Revolución Rusa en el caso del estalinismo. Arendt distingue estos regímenes de cualquier otro en la historia porque el terror no es un medio para mantener el poder, sino un fin en sí mismo.

La Condición Humana y la Acción Política

En La condición humana, Arendt busca comprender las condiciones que hacen posible la actividad política. Para ello, establece una comparación entre la antigua Grecia y la actualidad, centrándose en la política y dejando de lado los conceptos que la distorsionan. Según Arendt, la “Vita activa o práctica”, que se opone a la “Vita contemplativa o teórica”, es la condición fundamental del ser humano. Esta “Vita activa” se compone de la labor, el trabajo y la acción.

  • La labor se refiere a las actividades que satisfacen nuestras necesidades básicas para la supervivencia. Son actividades efímeras, que no crean nada duradero y que, por lo tanto, deben repetirse constantemente. Al ser necesarias, no son libres y nos esclavizan. En la antigua Grecia, la labor recaía en los esclavos, mientras que en la modernidad, el Estado se encarga de garantizar la supervivencia de los ciudadanos, dejando poco espacio para la actividad política.
  • El trabajo consiste en la creación de objetos e instituciones duraderas, necesarias para la actividad política. Son condiciones de posibilidad de la política. Es una actividad humana porque transforma la naturaleza y conlleva cierta libertad, ya que los objetos creados son producto de la intervención humana. En la modernidad, el trabajo tiende a ser efímero, lo que dificulta la construcción de las bases materiales necesarias para la actividad política.
  • La acción es la actividad más libre, ya que es pura creación y fin en sí misma. Introduce novedad en el mundo y sus consecuencias son impredecibles e irreversibles. Es a través de la acción, especialmente del habla, que nos diferenciamos de los demás y nos mostramos al mundo.

Arendt defiende la necesidad de reivindicar la política frente a la “Vita contemplativa”, ya que, desde Platón, la “Vita activa” ha sido subordinada a la “Vita contemplativa”, impidiéndonos comprender la verdadera realidad, que es el mundo de las Ideas. En la modernidad, el espacio político se ha visto sofocado por diversas alienaciones:

  • La alienación del mundo: pérdida de un mundo intersubjetivo que configura nuestra identidad y percepción de la realidad.
  • La alienación de la tierra: intento de escapar de la Tierra mediante la ciencia y la tecnología para recrear la vida y prolongar la esperanza de vida.
  • El surgimiento de lo social: la expansión del mercado y la acumulación de capital convierten todo en objeto de producción y consumo, difuminando la línea entre lo privado y lo público.
  • La victoria del animal laborans: se da más importancia a la producción y al consumo que a la creación y la acción política.

La Banalidad del Mal

En Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal, Arendt analiza el juicio a Adolf Eichmann, un funcionario nazi responsable de la logística del Holocausto. Arendt argumenta que el comportamiento de Eichmann no respondía a una maldad patológica, ni a un mal diabólico o sobrenatural, sino a una falta de pensamiento crítico y autonomía moral. Eichmann no reflexionó sobre las consecuencias de sus actos, limitándose a cumplir las órdenes de sus superiores sin cuestionarlas. Para Arendt, el mal reside en la falta de empatía y reflexión, ya que la ética surge de la autorreflexión interior, no de normas externas.

Raciovitalismo: La Síntesis de Ortega y Gasset

En su última etapa de pensamiento, Ortega y Gasset desarrolla el raciovitalismo, también conocido como “Razón vital” o “Razón histórica”. Según esta corriente, la vida está condicionada por circunstancias y se caracteriza por su libertad y carácter personal. Podemos conocer la vida a través de nuestros pensamientos, que se presentan en forma de ideas o creencias.

  • Las ideas son pensamientos conscientes que podemos criticar.
  • Las creencias son pensamientos inconscientes que no podemos criticar.

Ortega sostiene que es fundamental armonizar nuestras ideas y creencias, lo que implica tomar conciencia de nuestras creencias y cuestionarlas. Esta armonización no solo es individual, sino también social. Los países más armonizados son aquellos cuyas ideas y creencias están en mayor sintonía.

Ortega identifica tres generaciones en cada sociedad: la vieja, la adulta y la joven. También distingue dos tipos de épocas: la época acumulativa, donde se aceptan las creencias de la generación vieja, y la época polémica, caracterizada por una crisis que cada generación intenta resolver con sus propias ideas y creencias. Ortega defiende la importancia de apoyar las convicciones e ideas de las generaciones jóvenes para afrontar los problemas del presente. El raciovitalismo busca una síntesis entre la vida y la razón, donde ambos conceptos se complementan para lograr una comprensión más completa de la realidad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *