Ética, Moral y Política en el Pensamiento de Hannah Arendt y Ortega y Gasset

Ética

Hannah Arendt (1906-1975)

Hannah Arendt fue una teórica política de ascendencia judía, discípula de Heidegger y Jaspers, que en su análisis abordó cuestiones claves de su tiempo como el antisemitismo, el totalitarismo, el problema del mal y la crisis de la autoridad.

La dimensión humana, para Arendt, presenta dos características fundamentales: la acción teórica y la actividad práctica. En la actividad práctica, Arendt cree que se desarrolla auténticamente la persona a través de sus tres dimensiones: la labor, el trabajo y, especialmente, la acción, donde el ser humano constituye una nueva realidad social y política a través de la relación con los otros. Si esta última actividad tiene importancia fundamental, resulta lógico deducir la importancia que tendrán para Hannah Arendt tanto la moral como la política, ya que será aquí donde esa acción cobre mayor sentido.

En primer lugar, la acción es el ámbito de la libertad pues es precisamente al actuar en relación a otras conciencias donde se manifiesta y se da la capacidad de obrar de una manera u otra. La acción humana es, por lo tanto:

  • Libre: pues nada la determina previamente.
  • Impredecible: porque nunca puede saberse cuál será el resultado final por su propio carácter de libertad, también en la respuesta de los otros.
  • Irreversible: pues ella misma y sus consecuencias nunca pueden volverse hacia atrás.

Además, la clave de la moral es su constitución como alteridad, atender la perspectiva de otro. En el juicio moral, tanto para juzgar una acción como para realizarla, el yo dialoga consigo mismo como si fuera otro yo, en una especie de duplicación de la propia personalidad entre el querer o desear y la imposición de la voluntad para hacer lo correcto (por eso, el pensamiento se realiza siempre como diálogo). Todo juicio moral debe buscar la armonía entre lo que yo soy y aquello que quiero ser, creando un diálogo interno que no puede solucionarse desde la pura identidad, sino que es una elección entre diferentes opciones. Se trata así de la relación entre el pensamiento, que argumenta, y la voluntad, que pretende forjar nuestro yo en busca de un ideal de lo que deseamos ser. Por ello, el principio de la moralidad es la ausencia de contradicción interna entre estas dos voces al realizar la acción. /fenomenología del discernimiento moral/.

De esta importancia de la reflexión en la moral resultará la diferenciación entre el mal radical y el mal banal. El criterio no es el contenido del acto en sí, sino la reflexión previa.

  • El mal radical es deliberado, se produce cuando, aun habiendo reflexión y sintiendo la contradicción interior, el individuo actúa haciendo caso omiso de esta y con plena conciencia de su acción.
  • El mal banal se da cuando la persona no reflexiona sobre el acto a realizar ni sus consecuencias. Ocurre cuando el mal se deja de pensar como una acción valorable moralmente y se considera un acto cotidiano, normalizado, sobre el que el sujeto se niega a reflexionar huyendo de la contradicción.

Para Arendt, un ejemplo de esta banalidad del mal es Adolf Eichmann, alto cargo de la SS nazi y partícipe de la solución final, que solo juzga sus actos desde la eficacia productiva y el cumplimiento de una ley u orden prescrita y no moralmente.

Conocimiento

Ortega y Gasset (1883-1954)

José Ortega y Gasset fue un filósofo y ensayista español. Probablemente el filósofo español contemporáneo más influyente hasta finales del siglo XX, pues tanto su pensamiento como su estilo marcaron decisivamente la filosofía española de la posguerra. Esta influencia se ha ejercido tanto a través de sus muy numerosos discípulos que se conocieron como Escuela de Madrid.

Podemos distinguir tres etapas en la evolución filosófica de Ortega y Gasset, relacionadas con diferentes aspectos de su comprensión de la realidad y el conocimiento:

Primera Etapa: Objetivismo y el Problema de España

En una primera etapa, Ortega plantea una postura objetivista, asociada al problema de España. Para Ortega, España debe salir de su decadencia apostando por el europeísmo. Esta primera etapa está influenciada por el neokantismo.

Segunda Etapa: Superación del Idealismo y Perspectivismo

En un segundo momento, el filósofo español busca la superación del idealismo. En su obra El tema de nuestro tiempo (1923) plantea la necesidad de superar el realismo y el idealismo.

  • El realismo, según Ortega, afirma que “lo real son los objetos” desestimando la intervención del sujeto en el proceso del conocimiento.
  • El idealismo, en cambio, no debería concebir el sujeto como independiente de las cosas.

Para Ortega, la realidad radical se encuentra entre el yo y el mundo. No hay ni puede haber un sujeto aislado o absoluto y el yo, por tanto, debe ser un yo con el mundo. Las cosas y el mundo están íntimamente unidos. “Yo soy yo y mis circunstancias y si no las salvo a ellas no me salvo a mí”. La circunstancia y la vida son dos conceptos clave de la epistemología orteguiana. La vida es la realidad radical y la vida de cada uno se define en función de la circunstancia entendida como orientación, encuentro, perspectiva, proyecto, futuro y vocación. Sobre estas ideas, Ortega construye su perspectivismo. Frente al dogmatismo del idealismo racionalista y al escepticismo del relativismo, la verdad es concebida como intersubjetiva. La verdad se da en puntos de vista. La verdad absoluta, omnímoda, puede ser la suma de las perspectivas individuales o de éstas más una parte fuera de la perspectiva (no vista), que, por eso mismo, son verdaderas parcialmente.

Tercera Etapa: Raciovitalismo y Razón Histórica

La etapa final o de madurez filosófica de Ortega puede denominarse raciovitalista y se centra en su concepto más definitorio, la razón vital. Ortega sitúa su filosofía entre el racionalismo y el vitalismo.

  • Para Ortega, la razón no puede conocerlo todo pero tiene una función para la vida.
  • Además, la vida es una realidad radical pero no debemos olvidar totalmente la razón.

Para vivir necesito comprenderme pues vida y conocimiento se necesitan. Esta razón vital, será además, para Ortega, una razón histórica. Razón vital y razón histórica no son pues dos razones distintas sino una misma racionalidad que asume a la vida y a la realidad en su devenir. La razón histórica o vital no acepta la explicación de nada como un hecho aislado, fijo, sino que todo lo real es producto de una evolución e interconexión que se da en la historia.

Antropología

Ortega y Gasset

La vida y la circunstancia son las dos principales categorías orteguianas que permiten comprender al hombre. El hombre sólo puede ser comprendido en su circunstancia y desde su perspectiva. La vida, comprendida como realidad radical, se define como un encontrarse, ocuparse, asumir una perspectiva, crear un proyecto de futuro y la historia. Este raciovitalismo desde el que Ortega comprende al hombre implica también su dimensión histórica. Hay que comprender al ser humano en su dimensión histórica. El ser humano no tiene esencia sino historia.

Teoría de las Generaciones

Para Ortega, la historia se puede analizar de acuerdo a las generaciones. En su Teoría de las generaciones, Ortega asume que en toda sociedad humana conviven distintas generaciones. Para Ortega hay dos tipos fundamentales:

  • Las generaciones establecidas: las mayores que ya poseen el control social.
  • Las generaciones emergentes: las nuevas.

Cuando los presupuestos teóricos de ambas son compatibles, la sociedad se desarrolla sin sobresaltos; cuando, sin embargo, hay una contraposición y ruptura entre las concepciones de la generación establecida y la emergente, surgen las crisis.

El Hombre Masa y la Minoría Selecta

Según Ortega, en nuestra época y sociedad se da una crisis pues ha ocurrido un fenómeno destacable: la rebelión de las masas. Para Ortega, los hombres pueden dividirse en hombre masa y en minoría selecta. No se trata de una división de acuerdo al puesto social que se ocupa sino de acuerdo a una forma de ser y actuar en la vida.

  • El hombre masa es aquel que se encuentra satisfecho de sí mismo creyéndose completo moral e intelectualmente y que actúa como el niño mimado que pretende que todo esté para él sin exigirse nada, pidiendo todos los derechos sin reconocer sus obligaciones. El hombre masa se caracteriza porque no tiene proyecto vital, vive políticamente al día, se encuentra a la deriva, sin proyecto. Para Ortega, vivimos en una época caracterizada por la facilidad material y tecnológica. El hombre masa proclama su derecho a la vulgaridad y posee ideas taxativas, firmes, inamovibles.
  • La minoría selecta es aquel tipo de persona que se exige a sí mismo más que a los demás y vive su vida buscando alcanzar ese desarrollo máximo ateniéndose a deberes y al trabajo vital. Son nobles, activos, son capaces de influir en la masa y además poseen una gran sensibilidad moral, estética y política.

El problema actual, piensa Ortega, es que el hombre masa gobierna la sociedad sin atender a la minoría selecta, imponiendo su capricho uniformador y poco respetuoso con la auténtica libertad individual y creando, por ello, una crisis social.

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