René Descartes: El Fundador del Racionalismo Moderno
1. La Búsqueda de la Certeza y el Método Cartesiano
René Descartes, figura central de la Filosofía Moderna, se erige como el principal exponente del racionalismo. Esta corriente filosófica sostiene que la razón, en contraposición a los sentidos, es la única fuente de conocimiento verdadero. La prioridad para Descartes radica en alcanzar un conocimiento cierto e indudable, libre de cualquier tipo de duda. Para ello, se propone encontrar un método, un modus operandi, que guíe el razonamiento humano de manera compatible con su naturaleza. Este método debe conducirnos a una verdad universal, objetiva e infalible, de la cual se deriven todas las demás verdades. Esta primera verdad, según Descartes, reside en el descubrimiento del alma como sustancia pensante, como una entidad que piensa. Esta idea evidente se convierte en la base de su epistemología y la piedra angular de todo su sistema filosófico.
La razón, en su búsqueda de la verdad lógica y ontológica, necesita una guía que le proporcione objetividad y certeza. La propuesta cartesiana, inspirada en los métodos científicos de Francis Bacon y Galileo, consiste en un método filosófico basado en cuatro reglas fundamentales, derivadas de la intuición y la deducción. Descartes concibe dos modos de operación de la razón: la intuición, que nos permite conocer ideas claras y distintas cuya verdad es evidente e indudable, y la deducción, que nos permite conocer una sucesión de intuiciones de ideas simples y las conexiones que la razón descubre entre ellas para llegar a verdades complejas.
En consecuencia, el método racional debe cumplir con cuatro reglas que permitan desarrollar estos modos de operación y nos conduzcan a un conocimiento seguro:
- Evidencia: Aceptar como verdadero solo aquello que se presenta de forma clara, segura e indudable.
- Análisis: Dividir o fragmentar las ideas complejas en ideas simples y evidentes para que puedan ser intuidas.
- Síntesis: A partir de lo intuido, construir verdades complejas.
- Comprobación: Revisar los pasos anteriores para asegurar su correcta aplicación.
La primera regla implica una confianza plena en la razón, aunque establece que solo debemos aceptar como verdadero lo evidente, lo que nuestra mente comprende de forma instantánea.
2. La Duda Metódica y el Cogito Ergo Sum
La evidencia se presenta como una intuición intelectual clara y distinta de la que se pueden deducir otras ideas. Sin embargo, encontrar una primera verdad no es tarea fácil. Por ello, antes de iniciar el método, Descartes introduce la duda metódica. Este proceso tiene como objetivo comprobar si alguna idea puede resistir el escrutinio de la duda y presentarse ante el espíritu de forma clara y distinta, es decir, con evidencia.
La duda metódica consiste en dudar de todo: primero, de las ideas del mundo material, luego de las ideas del pensamiento y, finalmente, de la propia realidad consciente/inconsciente. En este proceso, Descartes encuentra una idea indubitable: la propia duda. Se puede dudar de la existencia de todo, excepto del yo que duda. Aunque se puede fingir no tener cuerpo o ser solo un ser pensante, no se puede fingir no pensar. La esencia del ser reside en el acto de pensar. Así, la primera intuición de una verdad indudable es: “pienso, luego existo” (cogito ergo sum).
Descartes, partiendo del cogito como primera verdad indudable, construye su metafísica. Esta idea motriz le proporciona una evidencia fundamental sobre la cual sustentar su filosofía. Al descomponerla en partes más simples, descubre la noción de sustancia, aquello que existe sin necesidad de otro. De esta manera, entiende que, además del pensamiento, deben existir los cuerpos extensos y, por ende, el creador de ambas realidades.
Descartes distingue tres tipos de sustancias: la sustancia pensante (alma), la sustancia extensa (mundo) y la sustancia infinita (Dios). Supera así el solipsismo, la idea de que solo existe el sujeto pensante, al afirmar que la realidad se compone de estas tres sustancias. Sus teorías sobre la sustancia pensante y los tipos de ideas que esta posee le permiten deducir, de forma metódica e infalible, la existencia del mundo y de Dios.
La realidad del mundo se fundamenta en la deducción natural de que para pensar es preciso ser. No es posible pensar sin un sujeto que exista como ser pensante, por lo que la extensión se vuelve una condición necesaria para la existencia del pensamiento. La idea de perfección o de infinitud no puede ser una idea adventicia ni facticia, sino una idea innata.
3. El Dualismo Antropológico y la Ética Provisional
Descartes concluye afirmando la existencia de Dios como ser infinito, omnisciente, perfectísimo y bueno, siendo la causa y garante de la veracidad de nuestra idea de infinitud. A partir de aquí, expone su antropología y su ética.
Para Descartes, el ser humano está compuesto por un alma pensante y un cuerpo material. Esta visión se basa en un dualismo antropológico, es decir, en la afirmación de la existencia del alma como sustancia pensante independiente y la existencia del cuerpo como sustancia extensa. Se trata de dos sustancias diferentes que interactúan entre sí a través de la glándula pineal, permitiendo al alma gobernar el cuerpo.
El ser humano se define por la sustancia pensante, el cogito, independiente de la sustancia extensa. El cuerpo, como toda la realidad física, funciona como una máquina, siguiendo los principios del mecanicismo, y carece de libertad. El alma, en cambio, es inmortal y actúa con libertad, siendo responsable de gobernar esa máquina.
La perfección del alma, su felicidad, se alcanza a través del dominio de sus tres funciones: volitiva, emocional y pasional. En cuanto a su ética, Descartes defiende un racionalismo volitivo, emocional y pasional basado en la libertad. Identifica la perfección del alma con el desarrollo de la libertad, es decir, con su capacidad de actuar. De esta manera, conecta su antropología con su ética.
La libertad se logra mediante el control de los deseos y pasiones que provienen del cuerpo. El sujeto libre no se encuentra dominado por la sustancia extensa, sino que gobierna en él su cogito. La libertad se concibe como la realización por la voluntad de lo que el entendimiento propone como bueno y verdadero.
Es importante destacar que Descartes no construye un sistema ético completo, sino que propone una moral provisional. Mientras se desarrolla una ética indudable, cierta y de carácter universal, los seres humanos deben actuar moralmente de forma moderada, prudente y de acuerdo con las costumbres y leyes de cada lugar. De ahí su defensa del probabilismo moral.
El Cogito: Sustancia Pensante e Inmortal
En la cuarta parte del Discurso del Método, tras exponer las fases de la duda metódica, Descartes presenta su doctrina sobre la primera verdad: el “pienso, luego soy” (cogito ergo sum). Esta verdad se fundamenta en el yo como sustancia pensante, una verdad que resiste el proceso de la duda.
Las ideas principales que subyacen en este punto son:
- El yo es una sustancia cuya naturaleza es pensar. No podemos engañarnos respecto a que estamos pensando, aunque lo pensado sea falso. Por lo tanto, existimos como seres pensantes.
- La sustancia pensante es una realidad independiente del cuerpo y de toda materia. El pensamiento no necesita de un lugar físico ni de un cuerpo extenso para existir.
- El alma o yo pensante, aquello por lo que el sujeto existe, es inmortal, a diferencia del cuerpo. El alma, en cuanto pensamiento, podría existir incluso sin un cuerpo que la sustente.