1. Hume y la Crítica Empirista de la Causalidad
El texto enuncia el criterio empirista de Hume, según el cual toda idea es copia de una impresión. Si no existe tal impresión, la idea es ficticia. La idea de conexión necesaria entre causa y efecto carece de la impresión correspondiente, por lo que deberíamos rechazar su existencia en la realidad. Sin embargo, cuando el mismo efecto se sigue de la misma causa en numerosos casos, surge la idea de conexión entre ambos en el pensamiento, generando un sentimiento de conexión en nuestra mente.
2. Hume: La Culminación del Empirismo
Hume lleva al extremo el empirismo de Locke. No existen las ideas innatas. Los contenidos de la mente son percepciones, que se dividen en impresiones e ideas. Las ideas derivan de las impresiones, siendo estas últimas más intensas.
Existen dos tipos de impresiones:
- Impresiones de sensación: originan las ideas.
- Impresiones de reflexión: surgen de las ideas.
Las ideas se clasifican en:
- Ideas simples: corresponden a una impresión.
- Ideas complejas: producto de la memoria o la imaginación.
Las ideas de la memoria mantienen las características de las impresiones originales. Las de la imaginación, menos intensas, alteran la figura y la secuencia de las impresiones según tres principios de asociación: semejanza, contigüidad y causalidad.
2.1. Tipos de Conocimiento
Hume distingue dos tipos de conocimiento:
- Relaciones de ideas: proposiciones lógicas o matemáticas, expresan relaciones formales independientes de la experiencia y necesarias.
- Cuestiones de hecho: carecen de la necesidad de las relaciones entre ideas, pero proporcionan información sobre la realidad.
2.2. La Causalidad y la Sustancia
Los razonamientos sobre cuestiones de hecho se basan en la relación causa-efecto, pero esta relación no puede establecerse a priori. La experiencia produce la idea de conexión necesaria entre hechos que ocurren conjuntamente en numerosas ocasiones. Sin embargo, en el mundo no hay conexiones necesarias, solo conjunciones contingentes. La conexión, por tanto, reside en nuestra mente, es un producto psicológico, una creencia asentada en el hábito creado por la experiencia.
Hume aplica este análisis a la idea de sustancia. La sustancia extensa no puede probarse, pues solo tenemos impresiones, pero ninguna de tal sustancia. Tampoco se puede justificar la existencia de la sustancia pensante más allá de las percepciones que sentimos en cada momento. Finalmente, la sustancia divina no puede demostrarse ni a priori ni a posteriori.
2.3. Escepticismo Moderado y Tolerancia
El resultado de este análisis es un escepticismo moderado. No podemos ir más allá de las impresiones o fenómenos, y solo podemos confiar en la creencia y la costumbre. Este escepticismo no es destructivo como el pirronismo, sino que lleva a la tolerancia, ya que la ausencia de principios indiscutibles nos impulsa a mantener la libertad de juicio y acción.
3. El Contexto Histórico de Hume
El siglo XVIII en Gran Bretaña se caracterizó por la prosperidad y el progreso científico, influenciado por las ideas de Newton. El deísmo predominó en el ámbito religioso, y la educación se extendió. La filosofía se caracterizó por un amplio concepto que incluía la metafísica desde una perspectiva crítica. La razón se aplicó a diversos campos, incluyendo el inicio de las ciencias sociales, y se vinculó a la guía de la acción humana. La legitimación del poder político y la autonomía de la moral respecto a la religión fueron temas centrales.
4. Aristóteles y la Causalidad Real
Aristóteles ofrece una explicación sistemática del concepto de causa, influyendo profundamente en la filosofía posterior. Para explicar cualquier movimiento, Aristóteles propone cuatro causas:
- Causa material: la materia de la que está constituida la sustancia.
- Causa formal: la forma que se concreta en la materia.
- Causa eficiente: el principio que actúa sobre la materia imponiéndole una forma.
- Causa final: el propósito que se persigue al producir esa cosa.
En el ejemplo de la estatua de bronce, el bronce es la causa material, la figura es la causa formal, el escultor es la causa eficiente y el culto a la divinidad es la causa final.
4.1. Contraste entre Aristóteles y Hume
En Aristóteles, la causalidad es real, la razón del cambio en las sustancias. En Hume, la causalidad no se da en la realidad, sino que es una idea producida por nuestra imaginación. Mientras que la influencia de Aristóteles llevó a Tomás de Aquino a demostrar la existencia de Dios basándose en el principio de causalidad, la influencia de Hume llevó a Kant a considerarla una categoría del entendimiento humano, no un principio de la realidad.
5. Conclusión
El análisis de la causalidad en Hume y Aristóteles representa dos perspectivas contrastantes en la historia de la filosofía. Mientras que Aristóteles defiende una causalidad real y objetiva, Hume la reduce a una construcción mental basada en la experiencia y la costumbre. Estas diferentes perspectivas han tenido un impacto significativo en la epistemología y la metafísica occidental.