Esta teoría se elabora a partir de la Teoría de las Ideas. La Teoría de las Ideas plantea un problema: ¿cómo es posible conocer las Ideas si pertenecen a otro mundo?. Platón propone 3 caminos:
La Reminiscencia (Anámnesis)
En el Menón, que trata el tema de la virtud, Platón expone una concepción del conocimiento en términos de recuerdo. Conocer no consistiría en adquirir nuevos conocimientos sino en recordar algo ya conocido. La reminiscencia se justificaría y explicaría por la doctrina de la preexistencia y transmigración de las almas, la cual sostiene que el alma humana adquirió todo su saber verdadero antes de esta vida en virtud de la visión y contemplación de las Ideas, y fue olvidado al encarnarse en un cuerpo humano. Por estos conocimientos se despiertan de nuevo en nosotros cuando contemplamos objetos que presentan una cierta semejanza o desemejanza con las Ideas que nuestra alma ha visto anteriormente. Esta doctrina desaparece de los diálogos platónicos posteriores siendo sustituida por la dialéctica, que en los primeros diálogos no es sino el método socrático de preguntas y respuestas, pues a partir de la República experimenta una notable transformación.
La Dialéctica
En la República, a través de la dialéctica, Platón ofrece 3 pasajes para explicar el conocimiento de las Ideas.
- El Simil del Sol: Aquí se sostiene que la Idea de Bien es y representa (en el mundo inteligible) lo que el sol en el mundo sensible. Al igual que el sol tiene como misión asegurar el crecimiento, existencia y desarrollo de todas las entidades del mundo visible, la Idea de Bien ocuparía un lugar destacado y de máxima relevancia dentro del conjunto de las Ideas.
- El Simil de la Línea: En el que se describen los distintos grados de conocimiento en correspondencia paralela con los distintos niveles de lo existente. La mente humana, en su desarrollo desde la ignorancia hasta el conocimiento, atraviesa 2 campos principales: la doxa y la episteme.
La Doxa (Opinión)
Es el conocimiento sensible de las cosas del Mundo visible, mundo de la generación y del devenir. El grado más bajo de esta es la Eikasia (imaginación): es el grado de la ilusión o credulidad, en el cual se considera que las imitaciones o copias de las cosas son la verdadera realidad. En este grado no se conocen ni las esencias universales ni siquiera los objetos individuales o cambiantes. La siguiente fase es la Pistis (creencia). Como objetos de la creencia menciona Platón «los animales y todos los objetos del mundo de la naturaleza», esto es, objetos estudiados por la Física. Esta no fue pues considerada una «ciencia» pues versa sobre objetos móviles y cambiantes.
La Episteme (Ciencia)
Sólo puede versar sobre el Mundo Inteligible de las Ideas, acerca del Ser eterno e inmutable. En esta se distinguen otros 2 grados de conocimiento:
- La Dianoia: Sitúa Platón especialmente las matemáticas. El matemático parte de hipótesis y deduce conclusiones, se ayuda de imágenes visibles. Pues aunque el matemático se sirve de figuras sensibles, lo que realmente le interesa es captar la idea o esencia correspondiente descubriendo en ella todas sus propiedades universales.
- La Noesis: Es el grado más perfecto de conocimiento. No se utilizan imágenes sino que se procede a partir de las ideas mismas. La razón se eleva hasta el conocimiento de los primeros principios ontológicos e Ideas cuya forma más alta es la Idea de Bien. Finalmente el dialéctico emprende el camino inverso: desciende desde la Idea suprema encadenando con ellas todas las demás, adquiriendo así una visión sinóptica del mundo inteligible.
El Mito de la Caverna
(Libro VII, alegoría acerca de la educación del filósofo). Establece una continuidad entre los diversos grados de conocimiento que se corresponden con una visión jerárquica de la realidad, al tiempo que presenta la educación como un ascenso a través de las diversas formas de conocimiento. El hombre puede encontrarse en distintas situaciones frente a la realidad: los prisioneros sólo conocen sombras de la realidad, aunque no son totalmente culpables de su no saber ya que esta situación les viene impuesta por las cadenas. El prisionero sufre una ilusión fruto de su credulidad; vive en un estado de eikasía. Si uno de los prisioneros logra escapar y contempla a sus compañeros al resplandor del fuego (que representa al sol visible) y ve a los prisioneros tal como son, se halla en un estado de pistis. Por otro lado, si persevera y sale de la caverna a la luz del sol verá el mundo de los objetos claros e iluminados por el sol, que representan las realidades del mundo inteligible, y finalmente mediante un esfuerzo, se capacitará para ver el sol mismo, que representa la Idea de Bien: se hallará entonces en un estado de noesis. La ascensión de esta alegoría requiere esfuerzo y disciplina mental; de ahí su insistencia en la gran importancia de la educación que conduce gradualmente al joven a la contemplación de las verdades eternas y absolutas, librándolo de pasar toda su vida en el mundo del error, el prejuicio, la persuasión sofística. Tal educación es de primordial importancia para los que gobiernen el Estado. Por ello, el prisionero liberado ha de regresar, porque sólo él, el verdadero filósofo, puede crear polis justas y bellas.
A través del Amor (Eros)
Por un lado el hombre ansía encontrar el conocimiento y ascender desde las cosas múltiples hasta la Idea de Belleza de la que participan estos objetos; por otro, el alma, al ser de la misma naturaleza que las Ideas, siente un impulso amoroso y anhela volver al mundo al que pertenece. El eros proyecta al hombre en busca de algo que no es él mismo, pero que completa y llena su ser; ese impulso hacia lo otro, que se manifiesta en el amor, es el que tiene por objeto la belleza.