Los Filósofos Presocráticos y Sofistas: Un Recorrido por sus Ideas

Protágoras

Protágoras usaba vestimentas llamativas para diferenciarse de los demás. Es probable que recibiera influencias de Heráclito, por su consideración de que todo está sometido a un proceso permanente de cambio. Llega a afirmar que cada persona percibe la realidad de manera diferente. La realidad es interpretada desde el punto de mira de cada persona, desde su propia óptica, es relativista por tanto. Se refiere a esto en la sentencia: «El hombre es la medida de todas las cosas». Esta postura relativista se refleja en su conocida sentencia, con la cual refiere que hay tantas verdades como individuos, pues la verdad no es absoluta, sino cambiante, y dependerá de la experiencia de cada ser humano. Por tanto, no podemos hablar de un conocimiento universalmente válido. Vemos que la medida de interpretación de las cosas está en cada ser humano. Protágoras nos habla de un relativismo, es decir, defiende que nada es fijo, ni estable y que cada individuo percibe las cosas de diferente manera. Así que sobre las cosas solo es posible emitir opiniones subjetivas, todas igualmente respetables y verdaderas. Vemos que las percepciones sensibles son originalmente verdaderas, pues por ejemplo, si un enfermo piensa que un alimento es amargo y otro enfermo piensa que es dulce, las dos opiniones son verdaderas (relativismo), al igual que si a un hombre le parece que el viento es frío, lo es para él, pero no lo será para mí que lo percibo templado.

– También desde un punto de vista moral implica dudar de la existencia de un bien y una justicia fija y universal. Lo que unos creen bueno a otros les parece malo, al igual que lo que unos consideran una acción justa, otros pueden considerarla injusta.

– En lo legal, Protágoras defiende que cada pueblo posee sus propias leyes y costumbres, por tanto las leyes son convencionales y de ese modo, modificables, es decir, el convencionalismo de Protágoras nos indica que las leyes no tienen más fundamentos que el acuerdo (convención) entre ciudadanos que determinan lo que consideran justo para la colectividad.

– En lo religioso, defiende el agnosticismo, pues considera que no podemos saber si los dioses existen, ni qué forma tienen, pues la capacidad humana no alcanza a conocerlo.

Pitágoras

Pitágoras nació en Samos, la actual Turquía. Fundó una comunidad o escuela pitagórica. Era una escuela religiosa donde se hacían sacrificios. Se consideraba que todo lo que conseguía una persona que había asistido a su escuela pertenecía a Pitágoras. En su escuela conoció a una discípula la cual era rica, esta donó mucho dinero a la escuela, se llamaba Teano, con la cual se casó. Cuando Pitágoras murió, Teano heredó la escuela y todos los bienes de Pitágoras junto a su hija.

– A Pitágoras se le considera un físico porque indagaba en la naturaleza.

– Él piensa que el arkhé es el número, que el número es el principio de todo. Todo lo que hay en la naturaleza es expresado mediante el número.

– Pitágoras era monista y pensaba que la naturaleza es armonía.

– En su escuela eran muy importantes las figuras geométricas. La más importante era el tetraktýs. Todo juramento se hacía ante ella igual que en los juicios se hace delante de la biblia. Era algo sagrado para ellos.

– Con las piedras se marcaba la cantidad, era perfecta porque la suma de la figura sumaba 10.

– La religión de los pitagóricos era conocida como religión órfica u orfismo (Orfeo – músico). Para los pitagóricos era muy importante la música porque decían que así limpiaban el alma.

– Órfica – personaje de la mitología griega, Orfeo (músico y poeta), creían en el mundo de los infiernos, se cree en la inmortalidad del alma humana y en su salvación. Piensan que el alma humana puede purificarse con la musicoterapia. La órfica pitagórica es la creación de los seres humanos, como fue creado el ser humano, ellos creen que fue creado de la siguiente manera: El dios Dionisio (del vino y la fiesta) fue devorado y descuartizado por los titanes. Ahí quedó su corazón intacto y fue recogido por la diosa Atenea (sabiduría), esta entregó su corazón a Zeus contándole lo sucedido y él se lo tragó. Zeus a continuación fue en busca de los titanes y los fulminó. Con las cenizas de los titanes que quedan y el corazón de Dionisio formó al ser humano. Por eso se dice que es una mezcla del mal (imperfección) y del bien (el alma, el corazón).

– Creen en que el alma es la naturaleza divina y por lo tanto es inmortal, por eso creen en la reencarnación del alma y creen que el alma se purifica mediante la actividad intelectual.

– Doctrina de la reencarnación: creen que el alma, al ser de naturaleza inmortal, va pasando de un cuerpo a otro hasta que se purifica (pasa por un ciclo de reencarnación).

Heráclito

Heráclito también aceptará los datos de los sentidos, pues son los que evidencian el cambio. Influencia que veremos en el pensamiento de Platón cuando nos hable de la concepción del mundo sensible. (Mundo sensible = sentidos, ideas = razón). El mundo sensible le dará una razón: existe el cambio. En el mundo de las ideas no había cambios, son inalterables.

Parménides de Elea

Parménides de Elea (VI a.C – V a.C) son monistas porque piensan que el origen viene de un único sitio. Se le llama el eleata. Menospreciaba el cambio y el mundo material – cualquier cosa cambiante es porque no sigue una doxa. Considera que no se puede cambiar la physis (naturaleza) ya que es cambiante. Del cambio no puede haber saber sino doxa (opinión), doxa = falso saber. Escribe un poema donde expone su pensamiento, en el poema llamado «Sobre la Naturaleza», donde nos dice que es llevado en un carro ante la diosa Atenea para que le explique el secreto último de todas las cosas. Ella le dice que el hombre se encuentra entre dos vías: la de la verdad y la de la opinión. Los filósofos sabían que el pueblo solo entendían el mito (Platón también recurre en su momento al mito).

Estas dos vías nos llevan a:

  • Verdad: conocimiento certero, de tipo racional (logos), lo utilizan los filósofos.
  • Opinión: conocimiento sensorial, nos dan los sentidos, conocimiento que menosprecia.

Estas dos vías plantean la existencia de dos facultades de conocimiento: la sensorial y la racional. La racional es la vía de la verdad y es el camino practicable por la filosofía. La razón muestra el arkhé que es el ser. Este será el principio originario de la realidad (encuentra su arkhé en la vía de la verdad) y solo es conocible racionalmente. La razón muestra que el ser auténtico no varía – no hay paso del ser al no ser y del no ser no puede llegar al ser (de la nada no puede nacer ser).

La vía de la opinión o doxa

Es una vía falsa y aparente porque acepta el cambio -> acepta la contradicción, la del ser al no ser, y del no ser al ser. Es una vía donde tienen lugar los sentidos y estos no proporcionan un conocimiento de tipo sensorial. El filósofo no puede caer en el error de un aparente conocimiento sensorial de las cosas cambiantes. Los pluralistas rechazan el monismo, pues todas las cosas proceden de un único principio originario.

Empédocles de Agrigento

Empédocles de Agrigento (S. V a.C – V a.C) Parménides sigue la vía de la verdad, un mundo intangible y sobre la naturaleza. Empédocles afirma que existen cuatro elementos originarios (agua, aire, tierra, fuego), estos cuatro elementos los llama las raíces. Estos son eternos y combinados en diferentes proporciones, componen todos los seres o cuerpos que hay en la realidad. Para explicar la multiplicidad de combinaciones de estos elementos apela a dos fuerzas extragular y cósmica. Estas fuerzas son totalmente opuestas y son el amor (amistad) y el odio (discordia). La función del amor es unir y mezclar los elementos y la función del odio es separar y dividir los elementos.

El proceso cíclico del cosmos

Empédocles explica el proceso cíclico del cosmos donde en primer lugar los cuatro elementos están unidos y mezclados por la fuerza del amor, y constituirán una esfera que estaba rodeada por otra fuerza, el odio. Pero pronto el odio interviene, separa y empuja los elementos, de esta manera surgirán los distintos seres cuando el odio predomine. Los elementos se separan hasta llegar a no tener ningún contacto, entonces desaparece el mundo. Pero el amor rematará su acción y unirá los elementos y de esta manera vuelve a comenzar el ciclo.

Anaxágoras de Clazómenas

Anaxágoras de Clazómenas (S. V a.C – V a.C) piensa que el principio de todo es el caos. La realidad está compuesta de homeomerias o semillas que son partículas infinitas e imperceptibles. Estas semillas serán los arkhé de Anaxágoras. Este nos dirá que de la mezcla y separación de las homeomerias surge el cambio y la multiplicidad de seres. Para explicar el orden y el cambio y también la preponderancia de unas homeomerias sobre otras en un objeto, Anaxágoras apela a una fuerza que llama nous o inteligencia/intelecto cuya misión es impedir que las semillas entren en caos, por tanto el nous ordena las semillas.

Los Atomistas

Los atomistas consideran que la realidad está formada por átomos que serán el arkhé. Los átomos son unas particularidades cuyas características son: indivisibles, eternas, inalterables, innumerables e imperceptibles. Estos átomos se hallan en el espacio vacío y se mueven por el movimiento en un espacio vacío. Los átomos se mueven semejante o de manera parecida a las motas del polvo que vemos flotar a través del rayo de sol y es mediante esta agrupación de átomos que se forman diferentes cuerpos como objetos o seres. En conclusión, la concepción de los atomistas es materialista y también mecanicista, donde el mundo responde a un modelo mecánico en el que no hay finalidad y plan alguno y todo es resultado del azar.

Los Sofistas

Los sofistas: Siglo de Pericles – Siglo de Oro o mitad del S. V a.C – Surge en Atenas los sofistas, concretamente en el llamado siglo de Pericles (gobernante de Atenas que fue una auténtica edad de oro de las artes y las ciencias: Esquilo, Eurípides y Sófodes estrenaban sus tragedias, Aristófanes con sus comedias, también arquitectos y escultores como Fidias trabajaban en la Acrópolis y la filosofía daba un giro humanístico con los sofistas y con Sócrates). Hacía falta una preparación especial que formase a los jóvenes como oradores, en verdaderos expertos de la organización de la polis. Los sofistas serán los que den esta preparación.

El término sofista procede del vocablo griego sofistes que significa «maestros del saber». Este término pronto pasó a tener un sentido peyorativo (malo) designando a aquella persona que engaña a otra, con falsos argumentos, presentados hábilmente como si fuesen verdaderos. Eran auténticos demagogos. Los sofistas conforman una actitud y no una escuela. Se dedican a enseñar el arte de la oratoria, el arte de la erística (arte de debatir) y el de la elocuencia (que sean confortables) a cambio de unos honorarios, por tanto cobraban por sus enseñanzas. Su tarea intelectual va dirigida a satisfacer la demanda de los ciudadanos atenienses, generalmente a jóvenes ambiciosos, que están muy interesados en la vida política de la ciudad o polis. Eran maestros de la educación. A diferencia de los sabios tradicionales, que están dedicados al saber teórico, los sofistas aparecen en la vida social como maestros de la cultura y de la virtud, capaces de hacer prevalecer sus opiniones gracias a su arte de la oratoria. Con el paso del tiempo la preocupación por el saber práctico deriva como un abuso de la retórica que es utilizada como puro arte para convencer al contrario. De aquí viene la denominación peyorativa del término sofista como productor de discursos vacíos.

Todo sofista es un antilogikos (aquellos que viven de unas técnicas de defender una tesis. No solo enseñan a defender una tesis sino su contraria) que vive de las técnicas de defender profesionalmente una tesis y si es necesario de razonar también su negación. Los sofistas educaban y preparaban siempre cobrando una cantidad de dinero que había sido pactada. Los sofistas enseñan el areté (virtud o excelencia) que puede ser adquirida y no depende del linaje de una persona. Vemos que el tener areté capacitaba al individuo en el dominio del lenguaje, en la habilidad de la retórica pues le permitía argumentar, persuadir y hacer ver las dos caras de una cuestión (el pro y el contra). Son relativistas puesto que aceptan cualquier punto de vista, cada uno ve las cosas a su manera. Los sofistas habían viajado por diferentes ciudades y constataban las dificultades que se presentaban a la hora de alcanzar un conocimiento fiable, por ejemplo, una sociedad defendía el relativismo (lo verdadero y lo falso depende de una serie de factores (culturas, normas…) pues lo que es verdadero para un hombre puede no serlo para otro).

Algunos sofistas tenían aptitudes o posturas más radicales y pensaban que no podían estar seguros de nada. Esta posición se llama escepticismo. Con esta postura examinamos atentamente y se llegará a la conclusión de que el entendimiento humano no puede discernir con certeza entre lo verdadero y lo falso. Por lo que la única postura racional será la duda. Otro punto común en el pensamiento de los sofistas fue la distinción entre lo que es por naturaleza y lo que es por convención o nomos (ley) que es fruto de la opinión y del acuerdo humano, como es el caso de las leyes que gobiernan la polis. Este convencionalismo político conduce a los sofistas al relativismo cultural según el cual las ideas, normas y creencias políticas y morales no son universales sino relativas o cambiantes a cada lugar y época. Observan que lo que es bueno en Atenas puede no serlo en Esparta. Asimismo, en ética defienden el utilitarismo donde identifican lo bueno con lo útil y lo malo con lo perjudicial (inútil).

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