Fundamentos de la Dimensión Moral del Ser Humano

Diferentes Formas de Fundamentar la Dimensión Moral

Todos los seres humanos poseemos una dimensión moral. A lo largo de la historia, diferentes pensadores han propuesto diversas formas de fundamentar esta dimensión. Algunas de las más importantes son:

El Logos como Fundamento (Aristóteles)

Aristóteles, en el siglo IV a.C., propuso que nuestro ser moral se basa en que poseemos logos. Logos tiene diversos significados, como palabra y razón. Aristóteles quiso decir que somos seres morales porque tenemos una capacidad argumentativa que se muestra en el lenguaje. A diferencia de los demás seres vivos, los seres humanos podemos expresar la diferencia entre lo justo e injusto, lo bueno y lo malo.

Los Sentimientos como Fundamento (Hume)

David Hume, en el siglo XVIII, propuso que los hechos no son ni buenos ni malos, son simplemente hechos. Valoramos los hechos que percibimos a nuestro alrededor. Esa valoración depende de la impresión o sentimiento de agrado o desagrado que surge espontáneamente en nosotros mismos cuando percibimos un hecho determinado.

La Libertad como Fundamento (Kant)

Immanuel Kant, en el mismo siglo que Hume, considera que la libertad es la principal característica de la voluntad de los seres racionales. Él piensa que sin presuponer la libertad de la voluntad no tiene sentido hablar de moralidad. La dimensión moral de los seres humanos no se puede comprender sin la libertad. Una consecuencia importantísima es que los seres humanos tienen dignidad y no precio, no pueden intercambiarse porque no hay nada equivalente a cada uno de los seres humanos; tenemos valor absoluto.

El Hecho de la Argumentación (Karl-Otto Apel)

Para Karl-Otto Apel, el fundamento de la moral se encuentra en la argumentación. Cuando argumentamos seriamente, es decir, cuando presentamos a los demás sincera y verdaderamente aquellas razones y motivos que hemos descubierto, estamos aceptando una norma moral fundamental. Dicha norma indica que, para que nuestra argumentación tenga sentido pleno, hemos de reconocer que las demás personas son interlocutores válidos. Es decir, que los demás son también capaces de argumentar en igualdad de circunstancias que nosotros y que sus razones pueden ser tan válidas y verdaderas como las nuestras.

La Tradición Hedonista: El Placer como Meta

Esta tradición se asienta en tres puntos:

  • Todos los seres vivos buscan el placer y huyen del dolor.
  • La felicidad consiste en organizar de tal modo nuestra vida que logremos el máximo placer.
  • La razón calculadora: razonamos de qué manera obtendremos más placer.

Hedonismo Individual y Social

El hedonismo epicúreo es individualista. Sin embargo, en la modernidad el hedonismo se convertirá en social y recibirá el nombre de utilitarismo. Éste considera que los seres humanos estamos dotados de unos sentimientos sociales: la simpatía, el más importante. El principio de la moral es entonces, la mayor felicidad (el mayor placer) para el mayor número posible de seres vivos. Esta concepción social tiene implicaciones muy importantes, especialmente en la noción de Estado del bienestar.

La Razón Calculadora

  • Según Epicuro: distingue entre los placeres estables, que consisten en la armonía producida por la ausencia de dolor en el cuerpo, y los placeres positivos como la alegría. Los primeros le parecen superiores.
  • Según Jeremy Bentham: introduce una aritmética de los placeres, porque todos los placeres son iguales en cualidad, pero no en cantidad.
  • Según John Stuart Mill: afirma que los placeres se diferencian por la cualidad; hay placeres superiores e inferiores.

Felicidad y Placer

El placer consiste en obtener una satisfacción sensible, mientras que la felicidad consiste en autorrealizarse, en llevar a cabo los propios proyectos de vida, cosa que a veces produce satisfacciones sensibles y a veces no.

Felicidad y Bienestar

El filósofo británico Bertrand Russell ha señalado algunos obstáculos para la felicidad y el bienestar:

  • El miedo al aburrimiento o tedio: recurrir a medios peligrosos (drogas, alcohol, violencia, etc.) con tal de no aburrirse, lo que acaba en la desesperación.
  • Exceso de competitividad: producto de las indecisiones, preocupaciones y miedos.
  • Envidia: la persona envidiosa no disfruta de lo que tiene.
  • Sentimiento de culpabilidad: algunas personas tienen tendencia a pensar que son culpables.
  • Manía persecutoria: a veces sentimos que todos están en nuestra contra.
  • Miedo al qué dirán.

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