El Siglo XIX y el Auge de la Burguesía
El siglo XIX, un siglo de crisis, se inició con el triunfo de la Revolución Francesa, que supuso la liquidación del Antiguo Régimen y de su estructura de poder basada en la autoridad del soberano y la nobleza. Si bien los ideales de libertad, igualdad y fraternidad no se cumplieron, lo que generó frustraciones y desajustes sociales que explican la inestabilidad política de este siglo. El triunfo político de la burguesía se asienta sobre su poder económico por la implantación de un nuevo sistema económico, el capitalismo, y el desarrollo de la producción industrial que fue sustituyendo al sistema agrícola y artesanal. Este proceso cambió radicalmente las condiciones económicas de las personas y la estructura de los grupos sociales. La acumulación progresiva de capital en manos de una burguesía ascendente impulsó el avance científico, que se tradujo en la aparición de nuevas tecnologías. En el ámbito artístico, el Romanticismo significó la ruptura con la exaltación de la razón. En el ámbito de la filosofía predominan dos corrientes: el idealismo alemán y el positivismo. Hegel concibe la realidad como espíritu, un espíritu que alcanza su despliegue al final de un proceso dialéctico en el que el espíritu se realiza en la naturaleza. El positivismo lleva a su extremo la confianza en la razón de la Ilustración y espera que, mediante la ciencia, el hombre pueda dominar la naturaleza y perfeccionar el sistema social.
Alienación e Ideología
El término alienación es sinónimo de enajenación: la situación de estar en otro, en algo ajeno (estar fuera de sí). Podemos señalar varios tipos de alienación: la alienación social, religiosa, política. Pero hay otro tipo de alienación, que Marx considera el fundamento de las anteriores: la alienación económica que, en una sociedad industrial, se remite al proceso de producción, al trabajo. Marx considera que el trabajo se ha convertido en algo ajeno y hunde a la persona en la mayor de las miserias. Esta alienación tiene lugar cuando el producto del trabajo del obrero, los bienes que fabrica, pasan a ser propiedad de otro. En este proceso, tanto el producto fabricado como el trabajador se convierten en mercancías. El trabajador, al perder el producto de su trabajo, se deshumaniza y sufre, convirtiéndose en una cosa entre las demás. En este estado de alienación es donde cobra sentido la interpretación marxiana de ideología. Se puede hablar también de una alienación ideológica en la que uno no es el agente de sus propios esquemas mentales, sino que es el producto de la sociedad en la que vive. Podemos entender la ideología como el conjunto de conceptos, símbolos, mitos, creencias, valores e ideas que se dan en una situación determinada y que pretenden explicarla, justificarla y perpetuarla.
La ideología constituye la visión del mundo propia de una sociedad y, en este sentido, no es negativa ni positiva, pero el sentido más propiamente marxiano es el que la concibe como una representación falsificada de la realidad creada con el objeto de ocultar las desigualdades económicas, sociales y políticas a aquellos que las sufren. Luego, la ideología es un arma de dominación de los privilegiados sobre los desposeídos.
El Materialismo Histórico
El materialismo histórico de Marx pretende dar una visión científica de la sociedad y de las causas de su transformación. La concepción marxista de la sociedad es materialista porque, a diferencia de Hegel, que entiende la realidad como espíritu, para Marx la sociedad es el medio en el que el hombre fabrica los productos que precisa para satisfacer sus necesidades. La sociedad es el lugar en el que se da la lucha del hombre por transformar la naturaleza en su beneficio mediante el trabajo. Según el materialismo histórico, en la estructura de cualquier sociedad descubrimos los siguientes aspectos importantes:
- Una infraestructura económica que tiene que ver con el nivel de desarrollo de los recursos productivos y con las relaciones que los seres humanos, independientemente de su voluntad, contraen en su trabajo.
- Una superestructura jurídica y política, es decir, las leyes que rigen los comportamientos y los mecanismos de poder que articulan dicha sociedad, ambos justificados por un determinado modo más o menos común de pensar: la superestructura ideológica.
En el proceso de transformación de la sociedad a lo largo de la historia podemos establecer diferentes etapas de acuerdo con el modo de producción predominante en cada una de ellas. En todas ellas se ha dado el enfrentamiento entre dos clases sociales, una de las cuales predominaba sobre la otra: la lucha de clases. Esta es el motor de los cambios sociales.